x
1

Juan Alfonso de Baena



Juan Alfonso de Baena fue un escritor español nacido en Baena. Actualmente se tiene muy poca información sobre su vida, solamente es posible basarse en las propias fuentes literarias del autor como el Cancionero, su recopilación más importante. La mayoría de los datos que se posee son meras suposiciones o hipótesis. Es sabido que Juan Alfonso de Baena fue judío converso, a raíz de la gran cantidad de referencias que existen en el mismo Cancionero. Como muchos otros judíos se convirtió al cristianismo renunciando a su fe para no ser perseguido ni expulsado de España.

En el año 1492 los Reyes Católicos firmaron el decreto en la ciudad de Granada que supondría la expulsión de los judíos de las tierras hispanas, solamente podrían quedarse en el territorio en caso de que se convirtieran al cristianismo.[1]

Se afirma que a finales del siglo XI y a principios del siglo XII el judaísmo floreció en los territorios hispánicos, de tal manera que alcanzó un gran desarrollo. Respecto a los siglos XIV y XV, a los cuales pertenece Juan Alfonso de Baena, se coincide al decir que en tales siglos se rompieron las buenas relaciones entre judíos y cristianos.

Hacia 1345, las dificultades económicas fueron más notables. Además, los alimentos básicos habían subido de precio a causa de las malas cosechas, lo que, en su conjunto daba lugar a un clima cada vez más antijudaico. Los ataques contra la comunidad judaica estaban a la orden del día y en las diferentes convocatorias de las Cortes, como por ejemplo, la que se realizó en Burgos en 1377 o la de Soria en 1380. Sin duda alguna, se debe mencionar a Enrique de Trastámara quien desató un violento antijudaísmo y que vio su explosión en 1391 con los ataques más violentos hacia las juderías hasta entonces. «El objetivo de la violencia antihebraica era muy claro: intentar acabar con la presencia de judíos en el seno de la sociedad cristiana de los reinos de Castilla y León».[2]​ Después de los ataques, muchas de las juderías hispánicas desaparecieron y el número de judíos disminuyó significativamente.

Juan Alfonso de Baena vivió los años de transición del siglo XIV al XV, pero su trabajo como recopilador y crítico literario se realizó durante esta última etapa. Durante estos años, Castilla y Andalucía estaban sujetos a importantes cambios dinásticos, la sustitución de la dinastía de Pedro I por la de los Trastámaras, cuyo origen está en una guerra fratricida que culminó con el regicidio. Esto llevará a los reyes a intentar consolidar su poder ganándose el favor de las familias más influyentes del reino, a través de la concesión de privilegios a la nobleza que acabarán hipotecando la propia autoridad monárquica. Este personaje fue reconocido por sus poemas de siglo XV

La primera mitad del siglo XV fue la época más gloriosa de la historia baenense, marcada por su papel esencial en la defensa de la frontera castellana. Juan Alfonso de Baena vivió el gran apogeo de la ciudad. En aquellos años Baena se convirtió en una población floreciente, la mayor después de la capital del reino cordobés, con una economía basada en la explotación de una agricultura mediterránea, una prestigiosa ganadería y un comercio muy activo.

El progresivo alejamiento de la frontera garantizó una mayor seguridad para la ciudad y, con ello, el crecimiento de la población, la cual empezó a sobrepasar el límite de la muralla. Los largos periodos de calma permitieron que se centraran en la ciudadanía, elaborando una amplia colección de leyes y ordenanzas que regulaban todos los aspectos del municipio y sus habitantes.

La información hallada sobre el manuscrito es difusa ya que según fuentes rigurosas, el manuscrito original fue copiado años más tarde. Por lo tanto, deberíamos suponer que la versión que se encuentra actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia es una copia y no la original. «Tras el riguroso estudio de Barclay Tittman y el no menos interesante de Alberto Blecua sobre el mismo tema, queda ya demostrado, incuestionablemente, que el manuscrito existente del Cancionero de Baena resulta ser una copia del perdido original (trabajado y dispuesto hacia 1426), hecho no antes de 1462, puesto que —entre otras razones de base— el papel utilizado para ella fue fabricado en Pistoya entre 1461 y 1462, según lo revelan sus filigranas».[3]

Asimismo, en la plataforma virtual PhiloBiblon, constatamos que se trata de una copia realizada aproximadamente en 1465, entre paréntesis Tittman. Sin embargo, los propietarios anteriores del manuscrito copiado difieren de los señalados por la Wikipedia, según la cual afirma en el artículo del Cancionero de Baena que el «manuscrito original estuvo en la biblioteca de Isabel la Católica, de donde pasó a la del Monasterio de El Escorial. Posteriormente se sacó para su estudio y los herederos de José Antonio Conde lo vendieron. Fue adquirido por la Biblioteca Nacional de Francia».[4]

En cuanto a los propietarios, hemos detectado un posible error en PhiloBiblon,[5]​ ya que en las referencias aparece tanto el catálogo de la biblioteca personal de Richard Hebert, como un catálogo de la biblioteca de José Antonio Conde, aun así, este último no aparece como antiguo propietario. Sin embargo, en Wikipedia es Richard Hebert el que no aparece como propietario, pero sí que aparece José Antonio Conde. a su vez, no aparece por ningún lado en PhiloBiblon que el manuscrito estuviera en la Biblioteca de Isabel la Católica.

PhiloBiblon nos muestra que Juan Alfonso de Baena realizó la compilación entre 1430 y 1445 aproximadamente y fue copiado cerca del 1465 en papel. Consta de 200 folios (405x265 mm). Está compuesto por dos columnas y escrito en letra gótica.

El Cancionero de Baena está formado por composiciones de poetas que escribieron entre finales del siglo XIV y principios XV. Más concretamente, bajo el reinado de Enrique II (1369-1379), Juan I (1379-1390), Enrique III (1390-1406) y Juan II (1406-1454).

Los estudios literarios sobre el cancionero han reagrupado los autores en dos escuelas, nombradas posteriormente: escuela trovadoresca, como máximo representante Villasandino, y escuela alegórico-dantesca. Hay una minoría de críticos literarios que han considerado que podría existir una tercera escuela donde situar a los autores que no entrarían en las dos mencionadas anteriormente: la didáctica o doctrinal. A continuación se examinarán las características de cada una de estas escuelas según la crítica literaria. Según Potvin, el criterio que Menéndez y Pelayo (juntamente con otros historiadores literarios) usaron para clasificar estos autores son: el periodo durante el cual el poeta ha escrito, la lengua en la que ha compuesto y, por último, el tipo de composición (contenido formal y textual).

Los autores asignados a esta escuela son: Villasandino, Ferrus, Arcediano de Toro, Pedro González de Mendoza, Pero Vélez de Guevara, Garci Fernández de Gerena, Macías y Juan Rodríguez del Padrón. Estos escritores compusieron generalmente, en gallego. Este tipo de poesía estaba pensada para ser cantada en ambientes de fiesta cortesanos, como los palacios. Dentro de este tipo de poemas encontramos: cantigas a la dama, cantigas de escarnio, serventesios políticos, dichos satíricos y difamatorios (son la continuación de las cantigas de maldezir).

En esta escuela, los poetas más significativo son Micer Francisco Imperial, Ferrán Manuel de Lando, Paéz de Ribera, los hermanos Medinas, Gómez Pérez Patiño, Pero González de Uceda. Son una élite intelectual de hombres nacidos en Sevilla y alrededores que admiraban a Dante. Este nuevo discurso poético que se realizaba a través del alegorismo de Dante, de su lenguaje elaborado, de la riqueza de sus símbolos, es revolucionario, ya que es el resultado de una nueva élite intelectual, creadora de una poética más sapiencial a la que deberían de renunciar los trovadores tradicionales, incapaces de sostener la competencia. Con esta escuela se adhiere en España el Humanismo.

En este grupo se han reunido los poetas que no concuerdan con las dos primeras escuelas.

Se trata de un grupo de autores generalmente de origen castellano que concierne sobre todo discursos doctrinales, morales y satíricos que se basan en los tópicos filosóficos tradicionales: carpe diem, beatus ille, ubi sunt, contemptus mundi, etc. En otras palabras, sus poemas tratan acerca de la efimeridad de la existencia humana y de la necesidad de gozar de los placeres terrenales, aquí y ahora. La contemplación de una edad de oro y la reflexión sobre la vanidad de los bienes de este mundo.

Aunque se haya diferenciado los autores en tres categorías diferentes, hay características que son compartidas. Una de ellas es el tema de la muerte, de la cual se habla desde dos puntos de vista: desde la fragilidad de la vida o bien de la muerte de un personaje importante de la corte. Para hablar de este tema se utilizan sobre todo los tópicos literarios siguientes: el contemptus mundi, el ubi sunt y, como no, el memento mori. Otro tema que está estrechamente ligado a la muerte es el desprecio por el mundo, es decir, el mundo físico y los bienes materiales. Así pues, el contempus mundi del que hablamos es el tópico literario más adecuado para este tema. Pero también hay otros que no hemos mencionado aún, como por ejemplo el tempus fugit y, en consecuencia, el carpe diem. En esta concepción de aprovechar la vida pasajera también contribuyen otros tópicos, como el hic et nunc y el beatus ille. El tema de la muerte y la banalidad del mundo se añade con un papel relevante la religión. Otros temas que aparecen son el círculo de fortuna y natura, y el pecado original y la caída del hombre.

Otros temas generales que aparecen en el cancionero son: tópicos del amor cortés y argumentaciones morales, literarias y políticas. Es importante destacar que estas últimas aparecen en forma de debates poéticos o juegos de preguntas y respuestas, como por ejemplo sobre el arte de “trovar”, la verdad y la mentira, el adulterio, el amor y la venganza.

También se habla acerca de espectáculos, juegos de sociedad, fiestas y carnaval, groserías, comida, festines, ferias (ruido, desorden, caos).

Así pues, el Cancionero de Baena no es una obra meramente poética sino que es el testimonio de su época ya que nos presenta hechos históricos tan importantes como por ejemplo “el Compromiso de Caspe, la coronación de Don Fernando de Antequera, […] la disputa entre los Infantes de Aragón y don Álvaro de Luna, el caos reinante en Castilla y el abandono de la Reconquista, la liberación de Juan II en Tordesillas y el nombramiento de don Álvaro de Luna como Condestable de Castilla.” (Serrano, 2000: xxvii-xxxvii).

El Cancionero de Baena está dividido en cuatro partes:

Aunque no dejamos constancia de las ediciones parciales, incluidas en antologías más o menos extensas, sí creemos conveniente destacar (por su caudal, que no por su calidad) la de R. Foulché-Delbosc en su Cancionero Castellano del Siglo XV, (Madrid; Bailly-Baillière, 1912, 1915), dos tomos (Nueva Biblioteca de Autores Españoles, 19, 22).[6]



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Juan Alfonso de Baena (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!