La codificación de caracteres es el método que permite convertir un carácter de un lenguaje natural (como el de un alfabeto o silabario) en un símbolo de otro sistema de representación, como un número o una secuencia de pulsos electrónicos en un sistema electrónico aplicando normas o reglas de codificación.
Definen la forma en la que se codifica un carácter dado en un símbolo en otro sistema de representación. Ejemplos de esto son el código Morse, la norma ASCII o la UTF-8, entre otros.
Por estar íntimamente ligado al octeto (y por consiguiente a los enteros que van del 0 al 127), el problema que presenta es que no puede codificar más que 128 símbolos diferentes (128 es el número total de diferentes configuraciones que se pueden conseguir con 7 dígitos binarios o digitales (0000000, 0000001, …, 1111111), usando el octavo dígito de cada octeto (bit o dígito de paridad) para detectar algún error de transmisión). Un cupo de 128 es suficiente para incluir mayúsculas y minúsculas del abecedario inglés, además de cifras, puntuación, y algunos «caracteres de control» (por ejemplo, uno que instruye a una impresora que pase a la hoja siguiente), pero el ASCII no incluye ni los caracteres acentuados ni el comienzo de interrogación que se usa en castellano, ni tantos otros símbolos (matemáticos, letras griegas, …) que son necesarios en muchos contextos.
Debido a las limitaciones del ASCII se definieron varios códigos de caracteres de 8 bits, entre ellos el ASCII extendido. Sin embargo, el problema de estos códigos de 8 bits es que cada uno de ellos se define para un conjunto de lenguas con escrituras semejantes y por tanto no dan una solución unificada a la codificación de todas las lenguas del mundo. Es decir, no son suficientes 8 bits para codificar todos los alfabetos y escrituras del mundo.
Como solución a estos problemas, desde 1991 se ha acordado internacionalmente utilizar la norma Unicode, que es una gran tabla, que en la actualidad asigna un código a cada uno de los más de cincuenta mil símbolos, los cuales abarcan todos los alfabetos europeos, ideogramas chinos, japoneses, coreanos, muchas otras formas de escritura, y más de un millar de símbolos locales.
Las normas de transmisión tienen como objetivo definir la forma en que los caracteres codificados (utilizando las normas de codificación) son transmitidos en el canal de comunicaciones (por ejemplo Internet)
Actualmente, en Internet los mensajes se transmiten en paquetes que siempre constan de un número entero de octetos, y la detección de error ya no se hace con el octavo dígito de cada octeto, sino con octetos especiales que automáticamente se agregan a cada paquete. Las normas de transmisión se limitan a especificar una correspondencia, reversible, entre códigos (que representan caracteres), y secuencias de octetos (que han de ser transmitidos en calidad de datos).
Pero, finalmente, para cartearse electrónicamente en chino simplificado (por ejemplo) falta un detalle importante:
La tabla que el Consorcio Unicode publica para ser leída por humanos, contiene una representación gráfica o descripción, de cada carácter incluido hasta ese momento; pero los sistemas de visualización de documentos, para funcionar, requieren tablas de tipografía, que asocian un glifo (dibujo) a cada carácter que abarcan, y sucede que hay muchísimas tablas de tipografía, con nombres como Arial o Times, que dibujan una misma letra con base en matrices diferentes y en diferentes estilos («A» o «A»); sin embargo, la gran mayoría de las fuentes tipográficas contienen solo un pequeño subconjunto de todos los caracteres Unicode.
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