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Juicio de Osiris



El juicio de Osiris era el acontecimiento más importante y trascendental para el difunto, dentro del conjunto de creencias de la mitología egipcia.

El juicio de Osiris sería equivalente al Juicio realizado por el dios Iama en la mitología hindú.

En la Duat, el espíritu del fallecido era guiado por el dios Anubis ante el tribunal de Osiris. Anubis extraía mágicamente el Ib (el corazón, que representa la conciencia y moralidad) y lo depositaba sobre uno de los dos platillos de una balanza. El Ib era contrapesado con la pluma de Maat (símbolo de la Verdad y la Justicia Universal), situada en el otro platillo.

Mientras, un jurado compuesto por 42 dioses le formulaba preguntas acerca de su conducta pasada, y dependiendo de sus respuestas el corazón disminuía o aumentaba de peso. Tot, actuando como escriba, anotaba los resultados y los entregaba a Osiris.

Al final del juicio, Osiris dictaba sentencia:

Si el Ib era menos pesado que la pluma de Maat, y la sentencia era positiva su Ka (la fuerza vital) y su Ba (la fuerza anímica) podían ir a encontrarse con la momia, conformar el Aj (el "ser benéfico") y vivir eternamente en los campos de Aaru (el Paraíso en la mitología egipcia).

Pero si el veredicto era negativo, y su Ib era más pesado que la pluma de Maat, entonces este era arrojado a Ammyt, el devorador de los muertos (un ser con cabeza de cocodrilo, patas traseras de hipopótamo y melena, torso y patas delanteras de león), que acababa con él. Esto se denominaba la segunda muerte y suponía para el difunto el final de su condición de inmortal; aquella persona dejaba de existir para la historia de Egipto.

El término "justificado" o "con justa voz" designa la condición del difunto que pasa con éxito la prueba del juicio ante el tribunal de Osiris. Esta escena llamada por los traductores griegos "psicostasis" o "pesaje del alma" constituye el capítulo 125 del Libro de los Muertos. Las oraciones del Libro de los Muertos, además de servir para mostrar a los dioses un relato de vida sin faltas, eran una propuesta de comportamiento moral.

En la Edad Media, la psicostasis será conocida como Pozo de las Almas, como forma de representación del Juicio final, donde el Arcángel San Miguel pesa en la balanza de la justicia las diferentes almas. En un platillo aparecen las virtudes y en otro los vicios, caracterizado como un niño. El diablo suele aparecer cerca en la escena, procurando que la balanza se incline hacia su favor.[1]



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