Katia Acín Monrás cumple los años el 15 de octubre.
Katia Acín Monrás nació el día 15 de octubre de 1923.
La edad actual es 101 años. Katia Acín Monrás cumplió 101 años el 15 de octubre de este año.
Katia Acín Monrás es del signo de Libra.
Katia Acín Monrás nació en Huesca.
Katia Acín Monrás (Huesca, 15 de octubre de 1923 - Pamplona, 14 de diciembre de 2004) fue una artista plástica que trabajó el grabado, la pintura y la escultura. Era hija del humanista, pedagogo y también pintor, Ramón Acín Aquilué, quién le inculcó el gusto por el arte. Pero no sería hasta el final de su vida cuando decidió desarrollar su actividad artística.
Era hija del pintor y humanista Ramón Acín Aquilué y de Conchita Monrás. Nació en el seno de una familia liberal, cosmopolita, con un ambiente culto donde, según su hijo Ramón, "se mezclaba el olor de las pinturas de su padre con la música del piano de su madre; una casa abierta a la paz, el trabajo y la lucha, abierta a estudiantes, obreros, artesanos, maestros y artistas ..". Esta infancia compartida con su hermana Sol, dos años más pequeña, se vio truncada el 6 de agosto de 1936 en que, dentro del contexto de la guerra civil española, detienen a sus padres, fusilando a su padre el mismo día y a su madre diecisiete días más tarde.
Las dos hermanas huérfanas con 13 y 11 años se van a vivir con su tío paterno, Santos y su esposa Rosa Solano, que las trasladaron a Jaca a estudiar. Tiene que cambiar su nombre por el de “Ana María”.
Al acabar la guerra, retornó a Huesca y acabó el bachillerato en el Instituto Ramón y Cajal de Huesca, matriculándose acto seguido en la Universidad de Zaragoza donde acabará los estudios de Filosofía y Letras en la especialidad de Historia Medieval el año 1946.
Aquel mismo año, el 18 de noviembre, se casó con el abogado Federico García Bragado con quien tendrá una vida feliz hasta enviudar treinta años más tarde. Por razones profesionales vivieron en Guadalajara y Cádiz antes de volver a Huesca.
Después de constituir una apacible familia con cinco hijos, Katy, Ana, Conchita, Federico y Ramón, el año 1963 decide trabajar como profesora. Lo hizo en cuanto la situación política se lo permitió y, animada por su marido, sacó tiempo para atender a la familia, ganó unas oposiciones y empezó en el instituto de Binéfar con 42 años. En Binéfar, además de las clases, se implicó a la vida cultural de la ciudad y fundó un grupo de teatro. Posteriormente trabajó en Zaragoza y finalmente consiguió volver a Huesca en los años 1970.
Enviudó en 1977 y ya con los hijos independizados, se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria donde ejerció como catedrática hasta su jubilación.
La figura de Katia Acín representa a toda una generación que tuvo que renunciar a valores importantes por los que lucharon, pero sin renunciar a transmitirlos a los que venían detrás. Pertenece a una generación de mujeres fuertes y sabias con una vitalidad y capacidad para seguir activas hasta el último momento.
Es por eso que, lejos de encerrarse en una sosegada vida de jubilada, recuperó su aplazada condición de pintora y dibujante. En 1988 ingresó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona licenciándose con más de 70 años de edad especializada en grabado.
Trabajó infatigablemente en su estudio de Altafulla, principalmente en los grabados y xilografías. Dos años después de su titulación ya hace su primera exposición en el colegio Raimundo de Peñafort de Barcelona, donde había estudiado.
Su hermana Sol muere el 1998.
En otoño de 2004 le diagnostican un cáncer del que morirá el 14 de diciembre de 2004 en una clínica de Pamplona.
Katia Acín creó más de trescientas obras en sus últimos quince años de vida. Su creación está próxima a la inspiración de su padre, dominada por la figura humana, no exenta de dolor, desgarro y melancolía.
En opinión de Alicia Vela, una de sus profesoras y comisaría de la exposición de 2010, "Katia tenía una vitalidad y un impulso excepcional. Se debe valorar la valentía y la síntesis del trazo y la formalización de sus grabados".
Katia se movía en el lenguaje del grabado en relieve con una naturalidad admirable. Temas como la lucha, la incomunicación, la muerte, los encadenados o la sólida desnudez de sus torsos, evocan circunstancias que habían atravesado profundamente su experiencia personal. La libertad expresiva del movimiento de las líneas, nos reafirman sus cualidades para abordar sin miedo los trazos valientes de sus xilografías o linóleos.
Sus pinturas son, casi siempre, ejercicios de exploración propios de su etapa de estudiante de Bellas Artes, sin la intensidad y singularidad que requeriría una valoración rigurosa de su obra pictórica. De la obra de pintores como Matisse le seduce La Danse, óleo que ella reinterpreta con trazos lineales y monocromos, con figuras que danzan respirando el blanco de la tela.
Su obra escultórica es muy limitada y en ella Katia traspasa las líneas planas de sus grabados en esculturas en barro donde sus personajes: atados, desnudos o las maternidades cogen volumen.
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