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Ketamina



La ketamina es una droga disociativa con potencial alucinógeno, derivada de la fenciclidina, utilizada original y actualmente en medicina por sus propiedades sedantes, analgésicas y sobre todo, anestésicas.

La ketamina fue sintetizada en 1962 por Calvin Stevens y usada por primera vez en la práctica clínica en 1965 por Corsen y Domino.

La ketamina es utilizada en humanos y también en medicina veterinaria. Farmacológicamente, se clasifica como un antagonista del receptor NMDA. A dosis anestésicas altas, se une también al Receptor opioide[2]​ mu de tipo 2 en cultivos celulares de neuroblastomas humanos, pero sin actividad agonista,[3]​ y a receptores opioides sigma en ratas.[4]​ También interactúa con receptores muscarínicos, cascadas algésicas descendientes monoaminérgicas y canales de calcio[5]​ voltaje dependientes.

La ketamina tiene un amplio rango de efectos en humanos, incluyendo sedación, analgesia y anestesia. Dentro de sus principales efectos secundarios se encuentran las alucinaciones, elevación de la presión sanguínea y aumento de las secreciones en las vías respiratorias. Además produce broncodilatación.[6]​ Se utiliza principalmente para la inducción y mantenimiento de la anestesia general, usualmente en combinación con un sedante. Otros usos incluyen sedación en terapia intensiva, analgesia (particularmente en medicina de emergencia), y tratamiento del broncoespasmo. Se demostró su efectividad en el tratamiento de pacientes con trastorno bipolar que no respondieron a otros antidepresivos.[7]​ En personas con depresión mayor produce un efecto antidepresivo rápido, actuando en alrededor de dos horas, en contraposición con los antidepresivos típicos, que requieren varias semanas.[8]​ Esto lo vuelve un objetivo terapéutico viable para el desarrollo de antidepresivos de acción rápida.[9]​ Es un anestésico muy utilizado en la medicina veterinaria.

La ketamina es un compuesto quiral. La mayor parte de las preparaciones de ketamina son racematos. El enantiómero más activo, (S)-ketamina, está disponible para uso médico. Tanto el enantiómero (R)-ketamina, el (S)-ketamina y el racemato (R,S)-ketamina tienen efectos farmacológicos muy distintos,[10]​ siendo el (S)-ketamina el más potente.

Su metabolismo es hepático.

Actualmente su uso es menos común en humanos excepto en situaciones de desastres y en países con bajos recursos dado su bajo costo y seguridad de uso, pero muy frecuentes en la práctica veterinaria, aplicándose en ocasión de procedimientos quirúrgicos de varias especies animales. La forma farmacéutica suele utilizar una sal de la droga: el clorhidrato de ketamina.

1) Administración: la administración intravenosa rápida aumenta el riesgo de depresión respiratoria o apnea.

2) Cardiovascular: Especial cuidado con pacientes que sufran de hipertensión

3) Neurológico: Se debe tener especial cuidado con pacientes que presenten elevada presión del LCR previo a la anestesia, se ha reportado que la Ketamina incrementa la presión en LCR

4) Las poblaciones especiales: Precaución con pacientes alcohólicos

5) Cirugía: Se han reportado casos de alucinaciones, delirios y confusión en el estado postoperatorio

6) Cirugía: Suplemento con el agente que bloquea el dolor visceral si la cirugía implica las vías del dolor visceral

1) Hipersensibilidad a la ketamina

2) Presión arterial alta

La Ketamina induce una anestesia disociativa, por lo cual también tiene un efecto psicoactivo fuerte que describe como una disociación funcional y electrofisiológica entre los sistemas talamocortical y límbico. Esto evita que los centros superiores perciban estímulos auditivos, visuales o dolorosos sin depresión respiratoria. Los ojos permanecen abiertos con una mirada perdida y por lo general se observa nistagmo. El efecto clínico de la Ketamina se define como “bloqueo sensorial somestésico con amnesia y analgesia”[11]

En los últimos años se ha propagado su administración con fines recreativos, surgiendo fenómenos de desvío de la sustancia del circuito legal. Son crecientes los casos de abuso, con cuadros de toxicidad y muertes por sobredosis, atribuibles en parte a la subvaloración de riesgos por parte de estos usuarios.

Comúnmente llamada "Polvo K", se comercializa sobre todo en los barrios del norte de Nueva York, aunque ha llegado a todo el mundo. En ciertos casos se puede combinar con estimulantes tales como: cocaína, combinación conocida como "CK" (en el argot "Calvin Klein") para inhalarlo (esnifarlo); anfetamina; metanfetamina (también llamado «cristal meth»); MDMA o «éxtasis» y efedrina.[12]

La ketamina que se vende ilícitamente proviene de diversas fuentes, como por ejemplo el desvío desde suministros legales o semilegales y el robo desde establecimientos legales (farmacias u hospitales).

En el 2003, la Drug Enforcement Administration de Estados Unidos realizó la Operación TKO, para probar la calidad de la ketamina que era importada desde México.[13]​ Como resultado de la operación TKO, las autoridades de ambos países decidieron cerrar la compañía Laboratorios Ttokkyo de Ciudad de México, la cual era la principal productora de ketamina en dicho país. De acuerdo a la DEA, un 80% de la ketamina incautada en USA proviene de México.[13]​ El comité de abuso de drogas de la organización mundial de la salud, en su reporte número 33 (2003)[14]​ recomendó investigar acerca del uso recreacional de la ketamina debido a la creciente popularidad que está adquiriendo en Europa, Asia y Norteamérica.

La ketamina se vende en forma de polvo o líquido. En su forma en polvo puede ser inhalado por la nariz, inyectado o consumido por vía oral. El humo tiene un sabor amargo característico, pero los efectos son mucho más precoces en comparación con los otros métodos de consumo, sin embargo los efectos se disipan rápidamente. La ketamina normalmente se inyecta en la pierna. La aparición de los efectos al administrarlo mediante inyección intramuscular (IM) es de aproximadamente un minuto. Los usuarios más avanzados usan la vía intravenosa como método primario de consumo debido a que de esta forma, se salta el paso hepático, incrementando la eficacia de la dosis.

Por vía oral se requieren dosis mucho más altas, a pesar de que el efecto dura más. Sin embargo, cuando la ketamina es administrada de esta forma, el organismo rápidamente la metaboliza a norketamina, la cual posee efectos sedantes. Esta vía de administración no suele provocar el mismo estado disociativo que se produce en las otras vías de administración, a menos que se usen grandes dosis (>500 mg).[15]

Karl Jansen, psiquiatra miembro del Royal College of Psychiatrists, ha intentado emular experiencias cercanas a la muerte (ECM) en un ambiente controlado mediante la administración de ketamina por su capacidad de inducir alucinaciones.[16]

La desconexión de la realidad ordinaria y la sensación de participación con otra realidad se acentúan y con menor resistencia de como normalmente ocurre con el LSD. Las experiencias disociativas frecuentemente parecen tan genuinas que los sujetos no pueden diferenciar si realmente abandonaron sus cuerpos.[17]

Los efectos adversos a corto plazo incluyen:

Los efectos a largo plazo incluyen:

Véase también Lesiones de Olney
El uso crónico de ketamina puede conducir a deterioro cognitivo, incluyendo problemas de memoria. En 1989, el profesor de psiquiatría John Olney reportó que el uso de ketamina producía cambios irreversibles en dos pequeñas áreas del cerebro de las ratas, lo cual posteriormente se vio tenía una gran diferencia a lo ocurrido en el ser humano. Debido a que en el cerebro humano se metabolizaba la ketamina de una manera distinta, no se producía el daño que sí apareció en las ratas de experimentación.

El primero y más grande estudio longitudinal de usuarios de ketamina encontró que en pacientes que consumían grandes dosis de ketamina tenían deterioro mental, principalmente a nivel de la memoria, afectando la memoria verbal, a corto plazo y memoria visual. Sin embargo, el consumo ocasional (1 a 2 veces por mes) no produjo diferencias entre el grupo control y el grupo caso.[18]

En abril de 2014 un estudio de unos científicos de la Universidad de Oxford desvela que en dosis bajas puede contrarrestar la depresión severa.[19]



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