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Kim Manresa



¿Dónde nació Kim Manresa?

Kim Manresa nació en Barcelona.


Joaquim Manresa Mirabet (Barcelona, 1961), más conocido como Kim Manresa es un fotógrafo español.[1]

Ha utilizado la fotografía como herramienta para la denuncia social. Ha ganado numerosos premios y sus reportajes sobre la prostitución infantil, la pobreza y la ablación han generado gran interés y una nueva visión sobre estos problemas. Su reportaje “El día que la Kadi perdió parte de su vida” ha sido seleccionado por la agencia Associated Press como uno de los cien mejores reportajes del siglo XX.

Ha publicado más de 30 libros, entre los que destacan Barcelona nit, El Molino, Infancia robada y El cor del Barça: XICS, un projecte solidari, con David Dusster, Los olvidados, con Juan Gonzalo Betancur, Kim Manresa (Biblioteca de Fotógrafos Españoles Photo Bolsillo), Un río de esperanza, La pell de Catalunya, con Oriol Alamany, Escoles d'altres mons y Rebeldía de Nobel: conversaciones con 16 premios Nobel de literatura, con Xavi Ayén, y Les Barraques de Santa Engràcia, y ha expuesto en más de mil salas de todo el mundo. En conjunto, sus obras han sido publicadas en al menos nueve lenguas (catalán, castellano, euskera, portugués, francés, inglés, árabe, turco y coreano).

Desde 1985 trabaja en La Vanguardia. Actualmente está considerado uno de los mejores fotógrafos europeos.

Desde muy joven se interesó por el fotoperiodismo y a los 14 años comenzó a tomar fotografías con una cámara Dacora que sus padres le regalaron. Sus primeras fotografías fueron sobre luchas obreras. Él mismo explica: "Vivía en el barrio de Sant Andreu Nou Barris de Barcelona y cuando salía del cole me iba a hacer fotos de las manifestaciones, las cargas policiales…"[2]

En 1975 publica sus primeras fotografías en un libro de Josep Maria Huertas Claveria. Dice el autor: "Maruja Ruiz, una líder del movimiento vecinal, me lo recomendó cuando yo buscaba a alguien para rematar el séptimo libro de Tots els barris de Barcelona. […] Entonces todavía firmaba Joaquim Manresa. […] Se adivinaba en él al hombre inquieto, sensible, decidido a captar el mundo tal como es. […] El fotógrafo Joan Colom […] me decía un día que reconocía en Kim Manresa ese mismo desasosiego que un día lo llevó a él a sumergirse en el Barrio Chino. Nou Barris era para Kim el mismo territorio de pasión que Colom había experimentado en el Chino".[2]

En 1977 comienza a colaborar en el diario Tele/eXpres y, poco después, en Mundo Diario y Primera Plana. También entra a trabajar en el estudio de la fotógrafa Colita. Durante breve tiempo es el fotógrafo de Comediants y fotografía los principales grupos de música que visitan Barcelona: Bob Marley, Supertramp, Elton John, etc.

Al llegar a la mayoría de edad "me tocó hacer la mili en Canarias pero, una vez allí, conseguí que me declararan inútil. En Canarias hice un reportaje sobre los guanches y después me embarqué hacia Mauritania, donde hice unos reportajes sobre las caravanas de las minas de sal y el papel de la mujer en el mundo árabe. Se publicaron en las revistas Geo, Muy Interesante…", explica el fotógrafo.[2]

A partir de ese momento y hasta mediados de los ochenta hace reportajes de carácter etnológico y social en África y las Antillas y colabora en diferentes periódicos y revistas nacionales e internacionales. En 1985 se integra al equipo de fotógrafos de La Vanguardia, cubriendo información diaria de ámbito estatal e internacional (con el tiempo vivirá acontecimientos como la caída del muro de Berlín o la Guerra del Golfo) y comienza a colaborar con la agencia internacional de fotografía VU de París.

Bru Rovira cuenta una peripecia del fotógrafo: "En Cuba […] se fue en cierta ocasión con la edificante idea de hacer un reportaje sobre el 25 aniversario de la revolución. A los dos días ya se había enrollado con un brujo que le abrió las puertas del vudú." Esto motivó que fuera expulsado de Cuba, donde oficialmente estos ritos eran inexistentes.[3]

Su afán por conocer y explicar realidades ocultas le provocó también quebraderos de cabeza en su propia ciudad. Josep Carles Rius rememora: "Recibo una llamada de un redactor que me dice que la Guardia Urbana había detenido al fotógrafo que le acompañaba. Kim Manresa había captado cómo una unidad especial de la Guardia Urbana de Barcelona reprimía unos vecinos de Nou Barris que protestaban por el desalojo de un edificio. En aquella ocasión Kim Manresa no había conseguido hacerse invisible, pero pudo lanzar la cámara a una vecina que la hizo llegar a la redacción. Las fotos de la intervención de la Guardia Urbana llevaron a la disolución de la unidad especial que la había protagonizado."[3]

Con el africanista David Serra hizo un reportaje sobre el continente africano. Visitó más de treinta países y disparó más de treinta mil fotografías, una selección de las cuales ha dado lugar al libro Historias de África (inédito en el momento de publicar esta entrada; de publicación inminente por The Folio Club).

De aquel viaje surgió uno de los reportajes de Kim Manresa que más repercusión han tenido (fue seleccionado por Associated Press como uno de los mejores 100 fotorreportajes del siglo XX), "El día que Kadi perdió parte de su vida", que muestra una operación de ablación de clítoris a una niña de cinco años llamada Kadi. Dice el reportero: "Estaba haciendo fotos a bereberes de Malí y salió la oportunidad de hacer esto y me quedé muy impactado. Me vi incapaz de hacerlo. Volví a Barcelona, me informé sobre el tema y me decidí a hacerlo. Volví en África y me dijeron que podría hacer las fotos de otra niña". Así lo vivió: "“La ablación se practicó en un patio y duró siete u ocho minutos. Kadi gritaba desconsoladamente. Yo me sentía muy mal y solo estuve presente unos 30 segundos, el tiempo imprescindible para tomar ocho fotografías. Entraba un instante y volvía a salir. ¡No veía ni a qué disparaba! Fue una de las experiencias que más me han impresionado”. Al cabo de un año y medio, regresó a África y estuvo otra vez con la niña y la buankisa que le practicó la ablación: “Me sentía mal conmigo mismo: estaba preocupado por la niña que me había hecho ganar importantes premios y mis fotos habían llevado a la cárcel a la mujer que le practicó la ablación. Por medio de un soborno conseguí que liberaran a la buankisa. A través de una carta le hice saber que disponía de una segunda oportunidad pero que si volvía a hacerlo, la responsabilidad sería únicamente suya. A Kadi le pregunté si quería ir a estudiar a la capital. Me respondió que sí y ahora vive con mi amigo, que es del mismo clan que Kadi; es su tutor legal y yo soy su tutor económico".

En 1999 fotografió un grupo de chicas de Bangladés desfiguradas con ácido, que fueron tratadas durante unos meses en un centro médico de Valencia.[4]​ "Hubiera sido fácil hacer un reportaje de estas mujeres (que no tienen ojos, nariz o pechos) que diera miedo, que enseñara el horror sin más. Es fácil poner una luz cenital. Yo me plantee hacer que estas mujeres se rieran, que se sintieran mujeres, así que me vestí de mujer, me maquillé y al cabo de tres días fue cuando ellas empezaron a reírse y yo empecé a disparar".

El reportaje "Niños en el vacío de Irak", publicado en el Magazine de La Vanguardia el 6 de julio de 2003, fue el primero en que, además de las fotografías, Kim Manresa escribió también el texto.

Entre 2005 y 2009 Xavi Ayén y Kim Manresa se entrevistaron con 16 premios Nobel de literatura, siempre conviviendo con los entrevistados en su casa durante un mínimo de seis horas (en algunos casos durante algunos días). De ahí surgió el libro Rebeldía de Nobel. Hablando con Gabriel García Márquez, este les dio la exclusiva mundial de que dejaba de escribir. Posteriormente los autores han seguido hablando con más premios Nobel y tienen en preparación la obra Planeta Nobel, que incluirá conversaciones con 25 escritores.

Kim Manresa cita a menudo entre sus referentes a Joan Colom, Agustí Centelles, Néstor Almendros, Lewis Hine o Edward Curtis. Ha trabajado codo a codo con un gran número de periodistas, entre los que destacan por la colaboración continuada David Serra, David Dusster, Xavi Ayén, Xavi Aldekoa y Luis Benvenuty.

Kim Manresa se ha interesado principalmente por los derechos humanos y la dignidad de la mujer y del hombre, y también por las manifestaciones culturales poco conocidas y en peligro de desaparición.

Sus inicios, con reportajes sobre las cargas policiales durante la Transición, ya señalan una carrera marcada por el compromiso con la fotografía periodística. El autor asegura: "Lo de 'soy fotógrafo porque me siento artista y quiero un encuadre y una luz…' Estas son cosas que no me interesan. Uso la cámara para plasmar una serie de historias que me interesan". Lo confirma en otras declaraciones: "Un buen reportaje debe tener un hilo conductor y no solo unas cuantas imágenes sanguinarias dispersas" y "Me gusta la arqueología, la etnología, captar las costumbres que se pueden perder. Ahora compro tiempo para poder ir a África y fotografiar gente de las tribus antes de que la civilización mal entendida arramble con todo".[3]

Este doble interés (las personas y las culturas) le ha acompañado desde sus inicios. Dice Manresa: "A los 13 años cambié de barrio, justo al barrio vecino, el de Prosperitat Turó de la Peira,[5]​ junto a las barracas de Santa Engràcia. Mis padres me habían regalado una cámara que me sirvió para hacer mis primeras fotografías […]. Desde 1973 hasta 1983 fui utilizando varias cámaras para hacer diferentes fotografías de las barracas hasta su demolición definitiva. En Prosperitat Turó de la Peira supe que lo que quería era ser fotoperiodista y viajar por el mundo explicando injusticias y también las culturas de los diferentes rincones del mundo."[6]

La periodista e investigadora de la comunicación Marta Civil i Serra explica que el equipo que Kim Manresa formó con David Dusster "es poco frecuente en el mundo profesional del periodismo escrito en España. Ambos consideran que el reportero y el fotógrafo son periodistas, preparan los temas y viajes juntos, se aportan mutuamente ideas y nuevos temas a tratar. Reconocen que históricamente ha habido un cierto recelo, en general, en las relaciones entre redactores y fotógrafos y que a menudo son dos colectivos que trabajan y viajan por separado, aunque no sea su caso". Kim Manresa añade: "Nosotros no hemos remunerado nunca a las personas que hemos entrevistado, ni tampoco para hacerles fotografías. Hablamos con ellos y ellas, con tranquilidad, nos dan permiso, pero la verdad es que remunerar a los entrevistados es una práctica común en televisión. Por eso afirmamos que el periodismo realmente puede llegar a corromper la gente".[7]

Cuando llega al lugar donde tiene pensado hacer un reportaje, dice el fotógrafo, "lo primero que hago es conocer a la gente, y puedo estar dos días con un grupo sin hacer ninguna foto. Hasta que no me conocen no hago nada. ¿Que pierdo una foto? De acuerdo, me la guardo en la mente. Los fotógrafos no debemos fotografiar todo lo que vemos ".[5]

Este esfuerzo para familiarizarse con las personas que retrata se constata en este ejemplo citado en la solapa del libro Los olvidados: "En su viaje por el río Magdalena Medio [en Colombia], Kim Manresa cargaba, como siempre, unas cuantas narices de payaso diseñadas para arrancar sonrisas de las personas más golpeadas por la vida. También tiene la costumbre de dejar la cámara a la gente para romper el hielo". Y en la contraportada, el escritor Eduardo Galeano dice que "estos textos y estas fotos de certera belleza eligen […] la mejor manera de explicar las desventuras de una región castigada por la violencia y la pobreza".[8]

Kim Manresa suele trabajar en blanco y negro. Considera que se pueden hacer fotos tan buenas con una cámara de segunda mano barata como con el equipo más caro del mercado. Por eso antes de cada viaje compra una cámara no muy costosa y, al finalizar el mismo, la cambia por un tirachinas, objeto que colecciona.

Algunas personas con las que ha trabajado nos amplían la manera de Kim Manresa de entender la fotografía:

"Fotografía tras fotografía, la cámara del Kim se ha convertido en un arma afilada que remueve conciencias y clama por un poco de solidaridad. Sus ojos suelen mirar sin perderse nada."

Pere Formiguera, fotógrafo, escritor, historiador, coleccionista y comisario de exposiciones, en el prólogo de Santcugatencs

"Kim nos acerca a través de la lente de su cámara a la emoción de encontrar la sonrisa y la mirada de un niño en su escuela y de compartir su luz."

Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, prologuista de Escuelas de otros mundos

"En su obra hay un mix entre el sentido periodístico de la noticia, la capacidad narrativa y el compromiso social. […] Si él no hiciera estas fotos, estas imágenes no existirían porque los demás no las habríamos visto. […] Pero todo ello no existiría si Kim Manresa no tuviera un valor añadido, la valentía."

Antoni Batista, comisario de la exposición De Manresa al món, 2000

"No le interesa la superficie, si no ir a la raíz de los hechos y de las personas. Por eso no es extraño que el paso del tiempo otorgue a su trabajo un valor añadido, que contribuye a hacerlo perdurable".

Lluís Permanyer en el libro De Manresa al món, 2000

La obra de Kim Manresa está expuesta y catalogada en museos y centros de todo el mundo como:

Ha publicado más de 30 libros de fotografía, entre los que destacan:

En 1992 la revista francesa Photo seleccionó a Kim Manresa como un de los grandes fotógrafos europeos.

El reportaje El día que la Kadi perdió parte su vida ha recibido infinidad de premios a nivel nacional e internacional: El Visa d’Or pour l’Image de Perpiñán, el Godó de Fotoperiodismo, la medalla de plata de fotoperiodismo de la Society of Newspaper Design, el FotoPress'99… La agencia de prensa Associated Press lo consideró uno de los mejores 100 fotoreportajes del siglo XX.



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