En la mitología guaraní, el Kurupí (en guaraní) o Kurupira (en tupí-guaraní antiguo) es un enano de cuerpo vigoroso, representante del mito fálico y por tanto de la sexualidad, siendo uno de los monstruos legendarios más representativos de la cultura guaraní. Es el quinto hijo de Tau y Keraná, personaje feo y de color negro, que sale de lo profundo de la selva a buscar mujeres vírgenes, para luego abusarlas y finalmente violarlas.
Este personaje legendario forma parte esencialmente de las leyendas de las zonas de influencia guaraní, como Paraguay, el noreste argentino y ciertas zonas de Brasil. La leyenda tiene variantes regionales y locales en el relato.
Uno de los posibles significados de "kurupí", en guaraní, es "piel con granos" o "piel rugosa".
La variante de la palabra del tupí-guaraní antiguo de "kurupira" al "kurupí" del guaraní criollo se ha dado también en otras palabras como "kapi'yvara" en tupí-guaraní antiguo (haciendo referencia al capivara o carpincho) y "kapi'yvá" en el guaraní criollo hablado hoy en día.
Se suele decir que tiene los pies hacia atrás, lo cual despista a quien desee seguirle el rastro.
Es un personaje de cuerpo fornido y baja estatura, que posee un largo miembro viril, con el cual enlaza a sus víctimas. Persigue especialmente a las mujeres, las cuales enloquecen al verlo. También se le describe como un enano cobrizo, robusto, de poderosas manos, con un cuerpo torpe y carente de coyunturas. Debido a esto, se le puede burlar subiéndose a un árbol, dado que no puede trepar ni nadar. En algunas versiones, se le describe como antropófago. Se cree que el mito surge como una forma de prevenir a las mujeres del peligro de la selva y los raptos.
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