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La Cañada (ciudad de Córdoba)



La Cañada de Córdoba es el encauzamiento parcial del arroyo La Cañada que cruza de suroeste a norte la ciudad de Córdoba, Argentina. Se origina en las coordenadas 31°31′42″S 64°22′40″O / -31.52833, -64.37778 en el espejo de agua La Lagunilla, al suroeste, cerca del Valle de Paravachasca. Las aguas de La Lagunilla proceden de las lluvias en los faldeos de la Sierra Chica cordobesa. Las aguas de La Cañada desembocan en la margen derecha del Río Suquía.

En la cultura cordobesa, La Cañada refiere al encauzamiento (actualmente de unos 3 km de longitud) y no al arroyo en sí, que es más extenso (de unos 28 km de longitud). Esta obra representa uno de los íconos de la ciudad.

La sección actualmente encauzada y parqueada de La Cañada va desde la calle Tronador hasta la calle Humberto Primo, atravesando de sur a norte a la ciudad de Córdoba. La construcción del calicanto (es decir, realizada con cantos rodados y cal) data de 1671, siendo el autor de esta obra Andrés Jiménez de Lorca, aunque nunca imaginó que se convertiría en un ícono de la ciudad y de sus habitantes. La construcción actual es mucho más reciente, del año 1944. Sus características más sobresalientes son su diseños en piedra, surcada por numerosos puentes es acompañada por enormes árboles en su mayoría de la especie tipa, que enaltecen y adornan este singular paseo.

Hasta inicios de siglo XX La Cañada era de hecho el límite occidental de la ciudad argentina de Córdoba, más al oeste comenzaba una zona de arrabales conocida extraoficialmente como "El Abrojal".
Pese a su aparente mansedumbre, desde siempre amenazó con sus crecidas a la ciudad. El arroyo de La Cañada tiene su origen en La Lagunilla, un espejo de agua natural situado al suroeste de la ciudad. En tiempos donde el clima castigaba con sus lluvias torrenciales este cauce tranquilo se transformaba en un río violento que en muchas ocasiones arrasaba con todo lo que se encontraba en su camino, hasta cobrarse en muchas oportunidades vidas humanas. Por este motivo el primer trabajo de encauzamiento fue el famoso "Calicanto" (murallones de cantos rodados soldados con cal) cuyo diseño y proyecto es debido a los jesuitas. Pese a tal obra, hacia 1890 el arroyo se desbordó un día de madrugada, causando la muerte de unas 200 personas. Otra famosa tragedia sucedió en 1939, cuando su caudal arrasó con pavimento, ómnibus, muebles y animales, determinando así la construcción de las obras de encauce . Desde entonces los cordobeses se preocupan por hermosear su trayecto. En la lucha por vencer a la naturaleza muchos integrantes de la sociedad cordobesa, de diferentes estratos culturales, comenzaron a proyectar la idea de una obra que canalice este arroyo. En el gobierno de Amadeo Sabattini se dieron los primeros pasos y el 4 de julio de 1944 se inauguró oficialmente, que hoy con casi 3 kilómetros decora la ciudad con un murallón de piedras con puentes que atraviesa a la ciudad lograron contener esta furia de agua y convertirse en un ícono de la cultura cordobesa.
Hoy, jalonada de puentes de piedra de aire románico, La Cañada es para Córdoba un espacio mítico, escenario de las andanzas de la temida “Pelada de la Cañada”, un famoso "aparecido" (fantasma) que mantuvo en vilo a los trasnochadores de fines del siglo XIX y principios del XX.

En 1623 se construyó un parapeto para contener las crecidas de ese hilo de agua que se embravecía con las lluvias.

El Calicanto El 31 de enero de 1671, una poderosa inundación que produjo numerosos destrozos impulsó la construcción de otro muro de contención más ancho y fuerte, hecho de cal y canto rodado. La obra fue de Andrés Jiménez de Lorca, ordenada por Ángel de Peredo, gobernador de Córdoba del Tucumán. Pero tuvo que ser reconstruido numerosas veces. La última gran crecida ocurrió el 15 de enero de 1939 y anegó las calles hasta la Plaza San Martín. Del antiguo calicanto, que se mantuvo hasta 1944, a instancias de un pedido del escultor Miguel Ángel Budini al entonces gobernador Juan Ignacio San Martín, se conserva un fragmento. Está en la plazoleta de bulevar San Juan y La Cañada.

El canal fue construido en la segunda mitad del siglo XX, en tres etapas diferentes, para contener las crecidas.

Vistosos, funcionales, fueron encargados por el marqués de Sobremonte. El primero de ellos se edificó en 1796 sobre la calle 27 de Abril, a base de hormigón, piedra y ladrillo. Los desagües de las viviendas ubicadas en las costas daban al cauce. Desde 1999 la Cañada es atravesada por 26 puentes.

Originalmente algarrobos bordeaban el arroyo, pero en la primavera de 1948 se plantaron 375 ejemplares de origen tucumano.

Los árboles de La Cañada son parte de la postal urbana. Inmortalizadas en poemas y canciones, las famosas tipas blancas fueron seleccionadas por el pintor e ingeniero agrónomo Heraldo Guido Nicolea y provistas por el viverista Manuel Rueda. Su floración es amarilla y se produce entre noviembre y diciembre.

Las tipas sufren de un desequilibrio de la copa, y es que la arboleda se inclina hacia adentro buscando la luz natural, que es tapada por los edificios construidos alrededor de La Cañada

A fines de siglo XIX e inicios de siglo XX, aunque ya la ciudad argentina de Córdoba hacía siglos era una de las más importantes usinas culturales y económicas del País y del Hemisferio Sur, mantenía -pese a su ejido municipal- un área urbanizada bastante pequeña y este era uno de los motivos para que subsistieran, en los arrabales, creencias típicas de las áreas rurales premodernas; por ejemplo la creencia en dos almas en pena; una era la de El Degolladito y la otra que perduró más tiempo y aún puede ser recordada en nombre fue "La Pelada de la Cañada", al parecer el nombre de este fantasma derivaría de uno de los aspectos con los que se "aparecía": sin pelo porque su cabeza era vista casi siempre como una calavera.
Las cinco esquinas (Belgrano esquina Montevideo) son emblemáticas dentro del entorno del pintoresco y concurrido barrio de Güemes. Subsiste hasta hoy la historia de un famoso fantasma: La Pelada de La Cañada.
Algunos dicen que se trataba de una niña pequeña en estatura; otros, de una mujer que, con tétrica vestimenta, solicitaba la comunicación con los vecinos que ocasionalmente transitaban por sus dominios con el temor de toparse con ella. Según las versiones, podía estar vestida de colores negros o blancos; pero de todas maneras se relacionaba con gimoteos y llantos, que no estaban nada claros en lo que quería decir, o quizás nadie la comprendía por no querer escucharla.
¿Quizás haya sido una persona con problemas incomprensibles dentro de los años que le tocó aparecer por esas esquinas? ¿Quizás realmente un fantasma que como alma en pena trataba de contarle a la gente lo que le había pasado?
Lo cierto, es que hoy, los viejos lugareños, intentan no invadir su territorio.

Fragmento de "Ancua” (1949) de Azor Grimaut.

Las Siete Maravillas de Córdoba fue una iniciativa organizada por el diario La Voz del Interior, con el auspicio de Agencia Córdoba Turismo, en donde invitaba a los habitantes de la provincia de Córdoba y a quienes quisieran participar, de la elección de monumentos o lugares que considerasen más significativos de la mediterránea provincia. Finalizada esta elección, La Cañada quedó como la segunda maravilla más votada, con un total de 5808 votos.




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