La Crónica fue un diario peruano, editado en Lima como tabloide, siendo el primero de este género impreso en el Perú, y el único que en una época dio a la publicidad tres ediciones diarias (La Crónica, La Segunda y La Tercera). Fue siempre un diario ligado al poder político de turno, aunque no incidió mucho en el tratamiento de la información política y se orientó más a las campañas de interés popular, las noticias policiales y los deportes.
Fundado por Manuel Moral y Vega con la denominación de "gran diario popular del siglo", apareció el 7 de abril de 1912, siendo su director Clemente Palma hasta el año 1929. Es decir, el mismo grupo que fundara y dirigiera las revistas Prisma y Variedades.
Se constituyó en una novedad en el medio periodístico limeño, por su pequeño formato con 16 páginas, por sus 8 o 10 grabados que significaban una profusión de ilustraciones no vista antes y una mayor agilidad en el comentario o la gacetilla. Inicialmente tuvo como secretario de la redacción al escritor José Gálvez Barrenechea, quien ha narrado las dificultades para imprimir las 16 páginas del diario, pues la maquinaria solo permitía hacer 8 a la vez, por lo cual eran preparados desde la antevíspera la portada, las crónicas literarias y el folletín. Modernizó su maquinaria en 1913 e instaló su primera rotativa en 1917.
Como redactores figuraron Héctor Argüelles, Ignacio Brandariz, Carlos Gamarra, Ricardo Vegas García, Ricardo Walter Stubbs, María Wiesse y Leonidas Yerovi; y como dibujantes Julio Málaga Grenet, José Alcántara Latorre y Pedro Challe.
Reorganizada la empresa al dejarse sentir los efectos de la crisis mundial de 1929, asumió la dirección Pedro Dulanto, acompañado por Manuel Cisneros Sánchez como Presidente del Directorio. Luego lo adquirió el millonario norteño Rafael Larco Herrera, entonces Ministro de Hacienda (1931), quien lo puso a disposición de Manuel Prado Ugarteche para su campaña presidencial, con la condición de acompañarlo como Primer Vicepresidente. Ambos ganaron las elecciones en 1939, pero la relación se hizo dificultosa, y en 1942 Larco Herrera se vio obligado a vender el diario a la familia Prado porque había acumulado enormes deudas con el Banco Popular del Perú, de propiedad de dicha familia. Se formó entonces un consorcio cuyo directorio fue presidido nuevamente por Manuel Cisneros Sánchez.
La Crónica pasó así controlado por el llamado “Imperio Prado” a través del Banco Popular, liderado por Mariano Ignacio Prado Heudebert y desde 1960 por su hijo Mariano Ignacio Prado Sosa (“Marianito”).
No obstante tales cambios, el periódico se orientó siempre hacia la información ágil, denotando especial preferencia por las campañas de interés popular, la actividad deportiva y las ocurrencias locales.
A mediados de los años cincuenta, la edición de la tarde se desdobló en La Segunda, de corta duración, que aparecía a las 11:00 horas con dirección a provincias; y La Tercera (9 de diciembre de 1953), de las 17:00 horas y de carácter deportivo, dirigido por Alfonso Pocho Rospigliosi.
Fue muy popular su sección de crónica policial, o “crónica roja” y logró los primeros lugares de preferencia, pero en la zona de “segunda”, pues nunca logró los niveles de calidad y credibilidad de los grandes diarios de Lima: La Prensa y El Comercio. Luis Herminio Becerra Ferreyra fue uno de los distinguidos periodistas de la sección policial en La Crónica. Precisamente es en esta sección donde Jorge Mario Pedro Vargas Llosa encuentra viejos y experimentados reporteros como Don Luis o Becerrita que con alegre bohemia, pasiones y vocación empecinada por el periodismo le dan sus primeras lecciones en un oficio al que el escritor no abandonaría nunca más, pues el premio nobel de literatura del 2010 sigue confrontando las noticias, redactando crónicas y comentando acerca de acontecimientos en los inicios del siglo xxi. De aquellos recuerdos, el escritor crearia historias y personajes en su novela Conversación en La Catedral, en el cual, como todo buen escritor, introduce personajes exagerados, embellecidos y editados para el deleite de sus lectores y no la de los reporteros que brindaron sus conocimientos y experiencias a un curioso adolescente en sus comienzos como escritor.
Fue también el primer diario del Perú que hizo funcionar, en julio de 1968, una rotativa ófset Metro Gross, e inauguró a la vez un sistema de composición computarizado con máquinas IBM.
Cuando en junio de 1970 el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado nacionalizó el Banco Popular del Perú, se apropió al mismo tiempo de las acciones de La Crónica, entre otras muchas empresas que estaban prácticamente quebradas. Mariano y su hijo Marianito fueron enjuiciados; al primero se le acusó de presunto delito de defraudación y estuvo detenido en el Hospital de Policía; el segundo se trasladó a España y se le condenó en ausencia. La Crónica (junto con su subsidiaria La Tercera) fue pues expropiada de manera indirecta por el gobierno militar y puesta bajo el control de la Editora Perú (junto con el diario oficial El Peruano). Otros diarios de Lima fueron igualmente expropiados por la dictadura, aunque de distinta forma.
Aunque La Crónica mantuvo su estilo informativo, se convirtió en vocero de las posiciones y las proyecciones gubernativas. Con Guillermo Thorndike en la dirección (1974- [1975]]), el diario pasó a llamarse La Nueva Crónica, enriqueciéndose con dos suplementos: Variedades y Mundial. Al mismo tiempo, se publicó una edición en quechua que circuló por seis meses, siendo el redactor Ángel Avendaño.
Con la vuelta de la democracia en 1980 con el gobierno de Fernando Belaúnde Terry y con la consecuente devolución de los diarios expropiados durante el régimen militar, La Crónica continuó bajo control estatal, constituyéndose en un lastre para las arcas públicas. Bajo la dirección de Augusto Tamayo Vargas (1980-1984) fue agregada una Crónica cultural que seguía el desenvolvimiento coetáneo del arte, la literatura y las ciencias sociales.
En sus últimos años, el tiraje llegó a los 2500 ejemplares distribuidos a nivel nacional, aunque un gran porcentaje (1000) de la edición se repartía como ejemplares de cortesía. La dirección recayó sobre Rodolfo Orozco (1985), Ricardo Ramos Tremolada (1986), Jeanette Gamarra (1988) y Ricardo Cervera (1989-1990). Al llegar al poder Alberto Fujimori, dispuso el recorte del subsidio que mantenía en funcionamiento al diario. Su cierre definitivo se produjo el 22 de diciembre de 1990. Su valioso archivo lo resguarda el diario oficial El Peruano .
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