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La masía



La masía es una pintura al óleo realizada por el pintor Joan Miró entre los años 1921 y 1922. Constituye una especie de inventario de la masía que poseía su familia desde el año 1910 en la población de Montroig. El mismo Miró consideraba esta obra pieza clave de su carrera artística, describiéndola como «un resumen de toda mi vida en el campo». Está conservada en la National Gallery of Art, Washington D. C., donde fue donada por Mary Hemingway en 1987.

Aunque el pintor nació en Barcelona, su vida particular y pictórica está relacionada con el mundo rural, especialmente el de la población de Montroig. Desde sus primeras obras ya muestra una influencia en los paisajes y personajes del mundo que visiona durante los veraneos en las tierras de Tarragona.[1]​Esta vinculación con la tierra se puede apreciar en las pinturas realizadas entre los años 1918 y 1924 como Huerto con asno (1918) o Montroig, la iglesia y el pueblo (1919). La obra de La masía la empezó en un verano al regreso del primer viaje de París y la acabó en París.[2]​Era una época en la cual Miró se había establecido en París y alternaba con algunos viajes, sobre todo en el verano, a Montroig.[3]

La observación de todo lo que le rodea y de las luces sobre las rocas y árboles, que cambiaban en determinados momentos por la luminosidad del sol, hacían que el artista se sintiera atado al elemento de la tierra, de la que dijo:

Finalizó esta pintura en París, ya que por esos años residía en la capital de Francia, donde ocupaba el estudio cedido por Pablo Gargallo y solo iba a pasar los veranos a la finca familiar en Montroig del Camp. Por necesidad económica, inició un recorrido entre marchantes para poder venderla. Léonce Rosenberg, que se ocupaba de las pinturas de Picasso, accedió a tenerla en depósito, y al cabo de algún tiempo y ante la insistencia de Miró, le sugirió al artista dividir la tela en trozos pequeños para que fuera más fácil su venta. Miró, enfadado, recogió la tela y se la llevó a su taller. Se hizo cargo de la pintura Jacques Viot, de la galería Pierre, que después de unos tratos se la vendió al escritor Ernest Hemingway por cinco mil francos.[5]​Hemingway escribió en 1934 en la revista Cahiers d'art:«No cambio La masía per ningún otro cuadro del mundo»[6]

Miró utilizó posteriormente la zona de Montroig en otras obras, como Tierra labrada y Paisaje catalán (el cazador), que, junto con La masía, se puede ir observando en ellas la sucesión en la transformación de la formas figurativas en otras planas donde hay toda clase de simbología y grafismo.[7]

Miró fue el primer relator de la historia de su obra La masía:

El edificio de la masía perteneciente a la familia Miró, está declarado Bien de Interés Cultural desde el 2006.[9]​ Después de unos años de tramitaciones entre diversos estamentos y los herederos de Joan Miró, se ha llegado a un acuerdo para realizar el proyecto de un museo activo, donde se exhibieran objetos personales del pintor además de la recreación de sus obras más importantes, entre ellas La masía, mediante unos grabados que presenan la calidad y textura de las pinturas al óleo. Según declaraciones efectuadas por el nieto del artista, Emili Fernández Miró:«Además, tanto la Fundació de Barcelona como la familia cederemos obras originales. La masía está repleta de grafitis, que mi abuelo utilizaba como borradores para sus obras [...] queremos que sea un museo vivo. Iremos dotándolo con obras en rotación.»[10]

La masía, es la obra cumbre de su época «detallista», realizada a los veintinueve años de edad y que James J. Sweeney consideró como «obra clave del desarrollo posterior del artista».[3]​Trabajó en ella durante nueve meses de dura elaboración; la relación mítica mantenida por Miró con la tierra, se resume en este cuadro, en el grafismo de carácter ingenuo y realista de todos los objetos, los animales son los domésticos, los vegetales son los que el hombre trabaja y los objetos son todos de uso diario y necesarios para el hombre. Estudia todos los detalles al mínimo, es lo que se llama «caligrafía mironiana» empleada por el artista también en otras pinturas como Mont-roig, la iglesia y el pueblo (1919), Retrato de niña (1918) o Huerto con asno (1918), punto de partida todas ellas para los siguientes años de su contacto con el surrealismo.[11]

En la pintura se nota la familiaridad que todo lo representado tenía con Miró. Está realizada como un escenario donde se pueden apreciar las actividades propias de una masía y las características del edificio, de los objetos y animales. La definición clara de los dibujos consigue hace fácil el reconocimiento de todo sin producir ninguna confusión.[12]​Como si fuese un inventario se muestra un mulo, un caballo, unas gallinas, un perro, una cabra, un conejo, caracoles, lagartijas e insectos, la mayoría aislados y muchos de ellos colocados sobre algún objeto que los hace aparecer como expuestos sobre unas penas, esta posibilidad de unión entre objeto y animal es la pieza que según Braque «asegura su justificación» y consigue el movimiento entre el resto de los elementos representados de la obra.[13]​El edificio de la casa incluye las grietas y los desconchones en el revoque de las paredes. En el centro de la pintura se encuentra un gran eucaliptus que nace de un círculo negro que contrasta con el círculo blanco del cielo que representa el sol.[14]​Todos los elementos de esta pintura, animales y objetos, llegaron a ser prototipos en forma de símbolo que fueron apareciendo en diversas obras realizadas por Miró, por ejemplo uno de los más habituales es la escalera de mano que representa la evasión.[15]



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