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La Mata de Alcántara



Mata de Alcántara es un municipio español de la provincia de Cáceres, Extremadura.

Se encuentra a 18 kilómetros de la frontera con Portugal, en la penillanura del río Salor y en la margen izquierda del Tajo. Es de naturaleza paleozoica pizarrosa del silúrico, con algunas fajas de cuarcita y granitos. La altitud sobre el nivel del mar es de 332 metros.

Originalmente es el bosque mediterráneo, que ha sido modificado por el hombre mediante la eliminación de árboles y arbustos para su aprovechamiento agrícola (siembra de cereales), ganadero (oveja, vacas, cerdos) y forestal (carbón vegetal, leña, bellotas). La encina es la especie predominante en estas dehesas, ya que es el árbol que mejor se adapta a los suelos pobres y la meteorología extrema. Algunos ejemplares cuentan con más de 500 años de antigüedad. Junto a la encina aparecen alcornoques, en áreas de mayor humedad y pequeños árboles, como el galapero (peral silvestre) y el acebuche. Los arbustos representativos son el cantueso, la jara, la zarza y la escoba. En cuanto a la fauna, en las dehesas habitan una importante cantidad de aves, entre las que destacan la cigüeña blanca, la grulla, el milano negro, el rabilargo y las palomas torcaces. También existen mamíferos como el zorro, el conejo, el tejón y la jineta. Históricamente las dehesas de Mata de Alcántara tienen mucha importancia porque eran terrenos públicos y sus aprovechamientos eran comunales y beneficiaban a toda la población. Se pueden destacar la dehesa boyal, donde encontramos un mirador de aves y el Galapero.

Históricamente en las orillas de las riberas se instalaron molinos de agua para la producción de harina y se construyeron las charcas de Greña y Cueto para el ganado y la pesca. Sin embargo, esto no ha limitado la presencia de importantes especies vegetales y animales que conforman un paisaje muy frondoso en contraste con los ecosistemas que le rodean. La vegetación predominante es el denominado bosque de galería, con árboles de hoja caduca, como olmos, chopos y fresnos, arbustos como la adelfa, el mimbre o la zarza y pequeñas plantas como el helecho o el junco.

A la sombra de esta abundante vegetación aparece un importante catálogo de aves, tanto zancudas (cigüeña blanca y negra, garza, cigüeñuelas, garcetas) como anátidas (porrones, somormujos, ánades). Además especies como el jabalí o el ciervo aprovechan la ribera para acercarse a beber cuando otros acuíferos están secos. Riveros del Tajo

La presencia de un gran río como el Tajo, que atraviesa la comarca se traduce en la presencia de zonas de riveros que conforman un paisaje de alto valor ecológico, que ha llevado a que estas zonas sean declaradas ZEPAS (Zona de Especial Protección para Aves). Como consecuencia del relieve accidentado y de las fuertes pendientes, el hombre no ha tenido acceso a esta zona, lo que ha servido para mantener gran número de especies vegetales y animales.

Sin embargo la construcción de embalses ha inundado las orillas haciendo desaparecer el bosque de ribera. La vegetación predominante en las laderas es la encina y el acebuche, en algunos casos de gran tamaño. En las zonas de menor pendiente el aprovechamiento ganadero limita el crecimiento de los árboles. Las orillas que no han sido inundadas conservan bosques de álamos, fresnos o chopos.

En cuanto a la fauna la falta de presencia humana ha favorecido la permanencia de especies emblemáticas como el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, el buitre negro o el águila real, que aprovechan cantiles y árboles para construir sus nidos. Otras especies interesantes son el buitre leonado, la golondrina dáurica, el alimoche, la nutria y el lucio.

En Mata de Alcántara destaca la existencia de un comedero para buitres cercano a la población y que constituye un punto de encuentro fundamental para la supervivencia de estas aves.

Mata de Alcántara tiene un clima mediterráneo de tipo Csa[1]​ (templado con verano seco y caluroso) según la clasificación climática de Köppen.


En el término municipal, existen diversos vestigios arqueológicos representados por varias tumbas antropomórficas situadas en las inmediaciones de la ermita de San Lorenzo. Pertenecen a la época medieval.

El origen de este pueblo está ligado a la Reconquista y a la Orden Militar de Alcántara. La conquista de estos territorios fue llevada a cabo por Alfonso IX de León, que toma Alcántara en 1213 y los entrega a la Orden para su defensa y organización. A partir de este momento, se utiliza el sistema de encomienda para repoblar la zona.

Esta localidad sufrirá, al igual que los demás pueblos, los efectos de la inestabilidad política de la corona de Castilla y León en el siglo XV , hasta la llegada al trono de los Reyes Católicos. La Orden de Alcántara se ve afectada con una guerra civil entre sus principales mandatarios, repercutiendo en los pueblos sobre los que ejerce su jurisdicción. El siglo XVI es el siglo de desarrollo y crecimiento de esta zona.

En los siglos XVII y XVIII sufrirá, los efectos de las guerras con Portugal, que se traducen en saqueos y pillajes por parte del enemigo. En los inicios del siglo XIX , con la invasión francesa y la guerra de la Independencia, La Mata, como los demás pueblos de la zona, se verá afectado con destrucciones y saqueos. El topónimo de La Mata existe desde 1229.

En 1594[3]​ formaba parte de la Tierra de Alcántara en la Provincia de Trujillo con la denominación de La Mata

A la caída del Antiguo Régimen la localidad de constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, Partido Judicial de Alcántara, denominándose sucesivamente Mata y La Mata[4]​ que en el censo de 1842 contaba con 200 hogares y 1096 vecinos.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX es cuando oficialmente se la denomina Mata de Alcántara, aunque para los habitantes del pueblo sigue siendo La Mata.

Durante el siglo XX Mata de Alcántara, como otros pueblos de España, sufrirá los efectos negativos de la emigración, perdiendo en el periodo de 1950 a 1980, algo más del 70% de su población con las consecuencias socioeconómicas que esto conlleva.

Destaca en esta población la iglesia parroquial de Santa María de Gracia, esbelto edificio de sillería.Consta de cuatro naves que hacen la longitud de 52 varas, siendo la segunda y cuarta más largas que la primera y tercera. Las dos primeras tienen de altura 13 varas. Están abovedadas con piedra labrada de granito. Las otras dos tienen sólo ocho varas de altura, pero carecen de la bóveda, que ha sido sustituida por madera sobre la que descansa directamente el tejado. Las paredes, pila bautismal, arcos de entrada, coro, torre y escalera es todo de cantería labrada. Rodea a este edificio un atrio. En su construcción se observan claramente dos partes definidas. En el interior de este edificio resulta de interés el retablo mayor, que corresponde a finales del siglo XVI, un pequeño retablo en el muro del Evangelio con pinturas representando a San Bernardo y a San Francisco del siglo XVIII, así como restos de pintura mural del siglo XVI. Obra del gran arquitecto extremeño Pedro de Ibarra.

También se encuentran en el municipio las ermitas de San Lorenzo, San Pedro y San Sebastián.

El visitante puede observar el entorno natural de sus dehesas y de sus charcas, como la de Cuetos, en la Ribera de la Mata, con una importante riqueza faunística, especialmente aves, cigüeñas blanca y negra, garzas,grullas y ánades.

Se mantiene una exquisita gastronomía representada por platos tan típicos como la chanfaina, la berzas con buche, las tencas o las mormenteras.

El municipio ha tenido la siguiente evolución demográfica desde 1900:[5][6]



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