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La Rotunda



La Rotunda fue una de las cárceles más famosas de la Venezuela de principios del siglo XX. El auge de su fama se dio durante el gobierno del dictador Juan Vicente Gómez, debido a los métodos de tortura dolorosa y envenenamiento aplicados a los presos políticos y a las condiciones inhumanas a los cuales eran sometidos. Era conocida como la última morada de los opositores al gobierno de Gómez porque, por lo general, sólo salían de la prisión muertos.[1][2]

La Rotunda fue construida en 1844 en Caracas, al sur del Hospital de Caridad de Hombres, durante la presidencia de Carlos Soublette. La construcción de la cárcel fue concluida en 1854, durante el gobierno de José Gregorio Monagas. El edificio estaba ubicado en el lugar donde actualmente se encuentra la Plaza La Concordia.[3]

El nombre de la cárcel se deriva de la forma circular del edificio, ideado a partir del modelo creado en el siglo XVIII por el inglés Jeremías Bentham, llamado panóptico. Casi 90 años después de su construcción la cárcel fue demolida para eliminar con ello cualquier vestigio de la crueldad y barbarie del régimen gomecista. De allí el nombre de la plaza que ocupa su lugar la plaza La Concordia, como un intento de olvido a una de las épocas más oscuras de la historia de Venezuela.[3]

La cárcel del régimen gomecista fue demolida en el año 1936, por el presidente Eleazar López Contreras. López Contreras escogió el nombre de «La Concordia» para la plaza que se ubicaría en el mismo lugar donde había estado la cárcel, para dar una idea de un nuevo tiempo de entendimiento. Con ello quería darle fuerza a su recién estrenado y frágil mandato porque, desde su posición de Ministro de Guerra de Gómez, no era posible imaginar que López Contreras ignorara lo que ocurría a los presos de la Rotunda. La demolición de la cárcel por parte de López Contreras ha sido vista como un intento por parte de este General de borrar uno de los episodios más oscuros de la historia del país, porque estuvo involucrado.[4][5]

Los hombres que eran apresados en la Rotunda por motivos políticos cargaban con grilletes y pernos de acero en los pies y eran víctimas de numerosas torturas. Los grillos sujetaban los tobillos de los prisioneros inmovilizándolos y produciéndoles heridas. Se solía introducir veneno en los alimentos de reos sobre los que pesaran órdenes de asesinato, y vidrio molido en sus bebidas para causar mayor sufrimiento a la hora de la muerte. Fue una época muy oscura para la política venezolana y todo aquel que se opusiera al régimen de Gómez era asesinado, encarcelado o desaparecido. Entre el peor de los castigos se encontraba esta cárcel. Los métodos de tortura iban desde los más convencionales hasta la pena de muerte.[6][7]

Muchos de los presos políticos de la Rotunda eran enviados a cumplir con trabajos forzados, el más famoso de los cuales fue la construcción de la carretera Trasandina en los Andes Venezolanos que aún sigue en funcionamiento. Uno de los torturadores más crueles de esta cárcel fue un preso común llamado Nereo Pacheco quien, por órdenes de Gómez, fue utilizado por los vigilantes como elemento de castigo a los presos políticos.[8]

Entre los presos célebres de la cárcel se encuentran:



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