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La cinta blanca



La cinta blanca, título original alemán Das weiße Band - Eine deutsche Kindergeschichte (La cinta blanca. Un cuento infantil alemán), también conocida en el mundo germanohablante simplemente como Das weiße Band, es una película dramática de 2009, escrita y dirigida por el realizador austríaco Michael Haneke. Describe la vida en un pequeño pueblo del norte de Alemania justo antes de la Primera Guerra Mundial.

El largometraje fue estrenado en la 62ª edición del Festival de Cannes, donde ganó la Palma de Oro. Posteriormente fue galardonado, entre otros premios, con el Globo de Oro a la mejor película extranjera y el Premio del Cine Europeo a la mejor película. También obtuvo dos nominaciones a los Premios Óscar: Mejor fotografía y Mejor película de habla no inglesa.

La comunidad de la aldea de Eichwald, un lugar ficticio al este del Elba, se caracteriza por la represión económica y las mutuas humillaciones. Las severidades se hallan no sólo entre la acomodada familia del barón y entre los campesinos dependientes y abusados, sino también entre padres e hijos. El párroco protestante educa a sus hijos con rigor extremo, golpeándoles por la mínima falta, sujetándose a pretendidos ideales de virtud. Instruye a sus hijos para que lleven cintas blancas como símbolo de inocencia.

Al mismo tiempo, misteriosas atrocidades aterrorizan a los aldeanos. El caballo del médico tropieza con un cable metálico, tendido adrede, por lo que el médico sufre graves heridas. Una obrera perece en un extraño accidente de trabajo. El hijo mayor del barón es secuestrado y fuertemente maltratado. Un edificio en la finca del barón se quema por la noche. Un recién nacido cae enfermo, cuando dejan abierta la ventana de su cuarto en pleno invierno. Apuñalan los ojos a un niño, indefenso debido a deficiencia mental. La policía, encargada de investigar este último caso, no averigua nada.

Detrás de la fachada del orden severo, subyacen tragedias clandestinas: El matrimonio del barón y su mujer está arruinado, sus hijos no tienen familia verdadera. La partera y la propia hija del médico viudo deben prestarles servicios sexuales. El mayordomo de la finca suele golpear a sus hijos en desenfrenadas explosiones de rabia, y el párroco sólo desea dejar las cosas como están. No pone en duda sus procedimientos pedagógicos, ni aun al darse cuenta de que sus hijos violentan a hombres y animales. Uno de sus hijos, Martin quiere suicidarse por ser humillado hasta quebrarse, pero le salvan.

Sólo el profesor joven, que narra el argumento de la película por retrospectiva, parece tener una mirada neutral de los acontecimientos y concluye por observaciones que los actos horribles se atribuyen a un grupo de niños del círculo de los hijos mayores del párroco – teniendo en cuenta que una compañera tímida de clase le confiesa que había soñado con dos de los episodios. Al confrontar a los hijos de párroco con la sospecha del maestro, lo niegan todo. El párroco se enfurece, amenazando al profesor con graves consecuencias en caso de que repetiera las acusaciones.

El estallido de la Primera Guerra Mundial acaba por dar mil vueltas a los acontecimientos anteriores. Ya que el médico y la partera se han marchado, los aldeanos se contentan con culpar a los dos y su muy censurable relación. La pregunta por los hechos y causas de lo que efectivamente ha acaecido no es resuelta - en este lugar los secretos pueden ser guardados para siempre, sólo de vez en cuando emergen los síntomas patológicos de una sociedad enferma.

El narrador deja el pueblo para no regresar jamás no sin antes preguntarse si esos hechos no fueron el germen de la tragedia que vendrá, si no son la consecuencia natural de las enseñanzas recibidas. ¿Puede hallarse aquí la respuesta del horror venidero? El film deja abierta al público la interpretación.

Con el sugestivo subtítulo "Una historia alemana para niños", plantea un turbador y ascético análisis sobre la represiva ambigüedad moral alemana de principios del siglo XX que gestará las dos grandes guerras mundiales y el nazismo. El tratamiento se realza gracias al uso medido del efecto de distanciamiento del teatro de Brecht.

Filmada originalmente en colores y luego "lavada" a blanco y negro para obtener mayor severidad y dramatismo, es una opresiva parábola sobre el origen de toda violencia cuyo guion se centra en los niños de un remoto pueblo del norte de Alemania a meses del advenimiento de la Primera Guerra Mundial.

Según Haneke, la película trata sobre "el origen de todo tipo de terrorismo, sea de naturaleza política o religiosa".[1]​ Para el realizador "es un microcosmos que representa el macrocosmos de la sociedad de manera muy eficaz".[2]

Obtuvo notable recepción de la crítica, The Guardian opinó: Una historia de fantasmas sin fantasmas, de crímenes sin culpables, una parábola histórica sin moraleja que lleva al espectador al borde del abismo de la ansiedad con escalofriante brillantez y helada exactitud.[3]​ La cinta blanca (símbolo de pureza espiritual y amuleto contra el pecado) es una reflexión sobre el fin de la inocencia, la perversidad innata, la cómoda negación de los hechos a fin de no enfrentarlos y otras sórdidas facetas del alma humana plasmadas en un marco sutil de gran belleza escénica con soberbia fotografía de Christian Berger, acreedor a la mayoría de los premios personales obtenidos por la película.

Fue estrenada en el Festival de Cannes en mayo de 2009 y ganó la Palma de Oro y el Globo de Oro.[4]​ También recibió una nominación a los premios BAFTA a mejor película de habla no inglesa y a los Premios Oscar por mejor película extranjera, premios que finalmente ganaron la película argentina dirigida por Juan José Campanella, El secreto de sus ojos y el filme francés de Jacques Audiard, Un profeta.



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