La lapidación es un medio de ejecución muy antiguo, de forma consistente en que los asistentes lancen piedras contra el reo hasta matarlo. Como una persona puede soportar golpes fuertes sin perder el conocimiento, la lapidación puede producir una muerte muy lenta. Esto provoca un mayor sufrimiento en el condenado, y por ese motivo es una forma de ejecución que se abandonó progresivamente —junto con medidas como la tortura— a medida que se iban reconociendo los derechos humanos. Sin embargo, sigue practicándose en algunos países.
Actualmente, este procedimiento se practica en el territorio localizado principalmente en países del credo musulmán, en África, Asia y Oriente Medio, donde se castigan las conductas que contravienen las prescripciones legales establecidas de acuerdo a la ley islámica.
La ejecución por lapidación suele llevarse a cabo estando el reo cubierto por completo con una tela (para no ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algún modo mientras una multitud de personas le arroja piedras. Esta práctica está muy extendida en los países de credo islámico, especialmente en países musulmanes que en Occidente son llamados de corte social fanático-radical, también denominado fundamentalismo islámico; donde la aplicación de la sharia es la única ley aceptada.
En el libro sagrado de referencia de la religión judía y en el Pentateuco (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento) de la Biblia cristiana se ordena la lapidación en numerosos casos:
En el Evangelio según Juan hay un relato de Jesús sobre esta ley. Cabe aclarar que en los primeros manuscritos no aparecía, sino sólo tres siglos después de Cristo. San Agustín de Hipona explica que era porque a veces era indebidamente excluido al interpretar erróneamente que Jesús sancionaba el adulterio.
Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: Aquel que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
En cuanto a los cuatro testigos:
Los inculpados deberán ser "descubiertos en el acto" y, para mayor seguridad "es necesario que no pase un hilo entre los dos cuerpos" para asegurarse de que hubo coito.
En caso de la autoconfesión deberá probarse que la persona está en perfectas condiciones mentales, la auto inculpación deberá repetirse 3 veces (con el suficiente tiempo entre una y otra para que cambie de estado de ánimo), si se desdice a la cuarta vez de la autoconfesión ya no tendrá validez y, en caso de que el inculpado decida huir durante el acto de lapidación, le será permitido sin persecuciones o consecuencias en su acto.
En cuanto al embarazo, no es prueba de haber mantenido relaciones sexuales, ya que la mujer pudo haber sido violada, no involucrando a la mujer en esta pena.
Los requisitos de los testigos deberán ser los mismos que con los adultos casados, así también su inculpación y en el caso de embarazo.
La práctica de la lapidación proviene, en realidad, de la religión judía, y se introdujo en la ley islámica con el Califa Omar aduciendo que aún se encontraba el versículo en el Corán que prescribía la lluvia de piedras contra los adúlteros, pero tal versículo no existe. Así, el castigo de latigazos para los adúlteros del Corán (24:2) no ha tenido un gran cumplimiento por parte de los musulmanes.
La mayoría de las víctimas de apedreamiento del mundo son mujeres, esta tendencia se puede ver claramente en Irán, donde 7 de cada 10 personas que aguardan ser lapidadas son mujeres según Amnistía Internacional.
La falta de educación y derechos legales de las mujeres contribuye a la alta cantidad de lapidaciones en la sharia. Generalmente son menos educadas que los hombres, ello debido a limitaciones en la ley islámica con la educación de las niñas, y no pueden (como los hombres) representarse a sí mismas en los tribunales de justicia.
Uno de los pocos informes conocidos de lapidación es de Aministía Internacional, del año 1987, en el que se relata como quedaron bañadas de sangre y los guardias les pegaron con palas para asegurarse que estuviesen muertas. El Código Penal iraní dice que los hombres deben ser enterrados hasta la cintura, y las mujeres hasta el pecho, y las piedras no pueden ser "lo suficientemente grandes como para matar a la persona de una o dos pedradas, ni deberán ser tan pequeñas que no puedan calificarse de piedras", lo que según para los defensores de derechos humanos busca la muerte lenta e infligir mayor sufrimiento.
A finales de 2008 se reanudó la lapidación en Irán, sin informar el número de condenados a muerte y tampoco se informa a los abogados con 48 horas de antelación según las exigencias de la ley iraní. A comienzos de 2009, la comisión judicial iraní revisó el Código Penal y eliminó la lapidación, lo que para algunos analistas es solo por mera formalidad, no todos se vieron confiados que realmente se prohiba la lapidación. Tom Mackey de Aministía Internacional declaró "La disposición de la lapidación fue eliminada por un comité parlamentario, pero no hay ninguna garantía de que no sea reinstaurada antes de llegar a una votación final o que el Consejo de Guardianes, que veta legislación por conformidad a la norma islámica y a la Constitución, no insista en restablecerla".
El 29 de julio de 2012 en Aguelhok, Malí, el grupo Ansar Dine, que controla el norte del país, condenó a lapidación a una pareja bajo la acusación de adulterio, por vivir juntos sin estar casados, ante la presencia de unas doscientas personas. La pareja tenía dos hijos, uno de seis meses y vivían en el campo pero fueron llevados a la ciudad para la sentencia.
El 13 de mayo de 2012 se condenó a muerte por lapidación en Sudán a Intisar Sharif Abdallah, de veinte años, por adulterio, pese a que el juicio se desarrolló en árabe, idioma que ella no dominaba, y que no tuvo acceso a un abogado. Amnistía Internacional fue quien realizó la denuncia el 30 de mayo. La mujer se encontraba presa junto a su hijo de cuatro meses, sus otros dos hijos se encontraban bajo custodia de sus familiares. La joven finalmente quedó en libertad.
El 27 de octubre de 2008 se lapidó en Kismaayo, Somalia, a Aisha Ibrahim Duhulow de trece años de edad (la cual los medios informaron que tenía veintitrés años por su aspecto físico), acusada legalmente de adulterio cuando ella había denunciado una violación. Fue asesinada por cincuenta hombres y un millar de espectadores. Según Aministía Internacional, al ser desenterrada se comprobó que continuaba con vida y la volvieron a enterrar para continuar con la lapidación. Desde la muerte de la pequeña, varios grupos de personas huyeron de la ciudad con el temor de correr la misma suerte.
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