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Las horas (novela)



Las horas (The Hours) es una novela escrita por Michael Cunningham en 1998. Ganó en 1999 el Premio Pulitzer de ficción, y fue adaptada en una película ganadora de un Oscar del mismo nombre protagonizada por Nicole Kidman, Meryl Streep y Julianne Moore.

El libro trata con mujeres de tres generaciones afectadas por una novela de Virginia Woolf.

La primera es la misma Woolf escribiendo La señora Dalloway en 1923 y luchando con su propia enfermedad mental. La segunda es la Señora Brown, esposa de un veterano de la Segunda Guerra Mundial, quien está leyendo La Señora Dalloway en 1949 mientras planea la fiesta de cumpleaños de su esposo. La tercera es Clarissa Vaughn, una mujer lesbiana, que planea una fiesta en el 2001 para celebrar un importante premio literario recibido por su bien amigo y examante, el poeta Richard, quien está muriendo de sida.

Las situaciones de los tres personajes reflejan situaciones experimentadas por Clarissa Dalloway en 'La Señora Dalloway' de Woolf, con Clarissa Vaughn siendo una versión moderna y literal del personaje de Woolf. Como la Señora Dalloway, Clarissa Vaughn va en un viaje a comprar flores mientras reflexiona en la minuta del día alrededor de ella y más tarde se prepara para ofrecer una fiesta. Clarissa Dalloway y Clarissa Vaughn también reflexionan en sus historias y amores pasados en relación a sus vidas presentes, que ambas perciben como triviales. Un buen número de personajes en la historia de Clarissa Vaughn también van en paralelo a los personajes de 'La Señora Dalloway' de Woolf.

La novela de Cunningham también refleja el estilo de narrativa de 'La Señora Dalloway' de flujo de conciencia (un estilo en el que escritores como Woolf y James Joyce fueron pioneros en el que el flujo de pensamientos y percepciones de los personajes son descritos como si estuvieran pasando en la vida real, sin filtros, cambiando de una cosa a otra, y a menudo de manera impredecible. En términos del tiempo, esto significa que los personajes interactúan no solo con el momento en el tiempo en el que están viviendo, sino también actúan en el pasado en sus memorias, y al hacerlo crean una profundidad en la historia y en el fondo de la historia que pesa en sus momentos presentes, que de otra manera aparecería trivial; comprando flores, horneando un pastel y cosas vacías.

La novela de Cunningham también usa el recurso de poner la acción de la novela dentro del espacio de un día, al igual que en 'La Señora Dalloway' de Woolf. En la novela de Woolf es un día en la vida del personaje central Clarissa Dalloway. En el libro de Cunningham es un día en la vida de cada uno de los tres personajes; Clarissa Vaughn, Laura Brown y la misma Virginia Woolf. A través de este prisma, Cunningham intenta, como Woolf, mostrar la belleza y profundidad de cada día —aún el más ordinario— en la vida de cada persona y al mismo tiempo como toda la vida de una persona puede ser examinada a través del prisma de un solo día.

Nota: Con el estilo de flujo de conciencia siendo prominente en su trabajo, un resumen del argumento basado en la acción física no da un entendimiento completo del contenido del trabajo. En la novela, la acción que ocurre en el mundo físico (los personajes haciendo cosas, como hablar, caminar, etc.) es minimizado por la existencia material en el pensamiento y memoria de los protagonistas. Algo de discreción debe ser hecha en el resumen del argumento pues estos pensamientos y memorias requieren detalles.

La novela comienza con el suicidio de Virginia Woolf en 1941 ahogándose en el Río Ouse, en Sussex, Inglaterra. Aún mientras se está ahogando, Virginia se maravilla en las visiones y sonidos de cada día. Leonard Woolf, su esposo, encuentra su nota suicida y el cadáver de Virginia flota corriente abajo donde la vida, en forma de una madre y un niño yendo de paseo, sigue como si Virginia siguiera percibiendo todas las visiones y sonidos y comiéndose un sándwich.donde todos allí pudieron apreciar la belleza de las flores.

La novela salta a la Ciudad de Nueva York a finales del siglo veinte donde Clarissa Vaughn (la moderna Señora Dalloway de Cunningham) está pensando sobre comprar flores. Deja a su pareja Sally limpiando el departamento y se dirige afuera hacia una mañana de junio. Caminando a la florería, Clarissa disfruta el barullo de la vida diaria de la ciudad. Las visiones y sonidos que encuentra sirven como puntos de partida para pensamientos sobre su vida, Richard y Louis. De hecho, las flores son para una fiesta que Clarissa está ofreciendo en su departamento esa noche para Richard (ahora un renombrado poeta muriendo de sida), pues acaba de ganar el Carrouthers, un estimado premio de poesía otorgado por el trabajo de una vida. Clarissa se encuentra con Walter, un conocido que escribe novelas gay. Clarissa lo invita a la fiesta aunque sabe que Richard aborrece el interés superficial de Walter en "fama y modas, el último restaurante". Clarissa aprecia la "ambiciosa inocencia" de Walter.[1]​ Clarissa continúa su camino reflexionando en su pasado, algunas veces su difícil relación con Richard a quien compara con su más estable pero nada espectacular relación con su pareja de dieciocho años, Sally. Finalmente llega a la florería.

La novela salta a 1923 con Virginia Woolf caminando una mañana con la posible primera línea de una nueva novela. Cuidadosamente navega a través de la mañana, para no perder la inspiración. Cuando levanta su pluma, escribe: La Señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores.

La novela salta a Los Ángeles en 1949 con Laura Brown leyendo la primera línea de la novela de Virginia Woolf, 'La Señora Dalloway.' ("La Señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores.") Laura Brown está embarazada con su segundo hijo y está leyendo en la cama. No quiere levantarse a pesar de que es el cumpleaños de Dan, su esposo. Está encontrando difícil jugar el papel de esposa de Dan y madre de su hijo Richie, a pesar de su aprecio por ellos. Preferiría muchísimo más leer su libro. Eventualmente se fuerza ella misma a bajar y decide hacer un pastel para el cumpleaños de Dan, que Richie le ayudará a hacer.

La novela regresa a Clarissa Vaughn quien, habiendo dejado la florería con un brazo lleno de flores, decide pasar al departamento de Richard. En su camino se detiene ante la locación de una filmación cinematográfica, esperando ver a una estrella de cine. Eventualmente se va, no habiendo visto a la estrella, apenada de sus propios impulsos triviales. Clarissa entra al vecindario que ella y Richard frecuentaron como adultos jóvenes. Es revelado que Richard y Clarissa tuvieron una relación romántica experimental fallida. Clarissa aún se pregunta lo que hubiera sido su vida si hubieran intentado quedarse juntos. Clarissa entra al edificio del departamento de Richard, el cual encuentra escuálido. Parece asociar el edificio del departamento de Richard con un sentido de deterioro y muerte. Entra al departamento de Richard.

Richard le da la bienvenida a Clarissa, llamándola "Señora D" una referencia a 'La Señora Dalloway'. La llama así debido a que comparten el primer nombre (Clarissa Vaughn, Clarissa Dalloway) pero también debido a un destino compartido. Como la amiga más cercana de Richard, Clarissa ha tomado el rol de cuidadora a través de la enfermedad de Richard.

Richard está luchando con lo que le parece a Clarissa ser una enfermedad mental, traída por el sida, y discute escuchar voces con Clarissa. Mientras Clarissa aún disfruta la vida diaria, parece que la enfermedad de Richard ha debilitado su energía para vivir y la limpieza de su departamento está sufriendo subsecuantemente. Como Clarissa se preocupa por atender los detalles de la vida de Richard que él ha negado, Richard se resigna. Él no parece esperar con ansias la fiesta que Clarissa está organizando para él tanto como Clarissa lo está. Finalmente, Clarissa se va, prometiendo regresar en la tarde para ayudarlo a preparar la fiesta.

Mientras tanto, dos horas han pasado desde que Virginia empezara a escribir el comienzo de 'La Señora Dalloway'. Reflexionando en la inestabilidad del proceso artístico, decide que ha escrito suficiente por el día y está preocupada de que, si continúa su frágil estado mental, se saldrá de equilibrio: el escenario que ella describe como su "dolor de cabeza". Virginia va a la imprenta (su esposo Leonard ha montado una imprenta, la conocida Hogarth Press que publicó por primera vez a Sigmund Freud en inglés y al poeta T. S. Eliot) donde Leonard y su asistente, Ralph, están trabajando. Ella siente del comportamiento de Ralph, que el "imposiblemente demandante" Leonard lo ha reprendido por alguna ineficiencia. Virginia anuncia que va a ir a dar un paseo y después se pondrá al día con el trabajo.

--Virginia reflexionando sobre la naturaleza desprendida de su enfermedad mental. p70, 1999 edición de pasta suave de Fourth Estate.

--Virginia. p72, 1999 edición de pasta suave de Fourth Estate.

--Virginia reflexionando en si ha sido el trabajo, la falta de cuidado de Ralph, o el "brillante e infatigable" Leonard, lo que ha resultado en el conflicto entre los dos hombres. p73, 1999 edición de pasta suave de Fourth Estate.

En imaginería paralela a Virginia Woolf, Laura Brown también va a hacer un acto de creación: va a hacer el pastel de cumpleaños de Dan. Richie está ayudándola, y Laura pasa a través de emociones de intenso amor y de hartazgo hacia Richie. Laura quiere desesperadamente no desear más que la vida que tiene como esposa y madre, y estar haciendo un pastel; y ve a ambas (hacer el pastel y su parte presente en la vida) como su propio arte, así como escribir es el arte de Virginia Woolf.

Virginia Woolf está tomando un paseo mientras piensa en ideas para su novela. Ella ya va decidiendo que Clarissa Dalloway cometerá suicidio; ahora Virginia planea para la Señora Dalloway el haber tenido un verdadero amor: no su esposo, sino una niña que Clarissa conoció durante su propia infancia. Su amor por otra niña será representativo de un tiempo en el que no era temerosa de ir contra el destino planeado para ella por su sociedad y familia. Virginia planea que Clarissa se mate a ella misma en la mediana edad, lo que representa cómo Virginia se siente acerca de estar atrapada en el suburbio de Richmond, siendo que ella en donde se siente totalmente viva es en Londres. Ella es consciente de que es más susceptible a la enfermedad mental en Londres, pero preferiría morir 'desvariando como loca' en Londres que evitar la vida (y tal vez prolongar sus años) en Richmond.

Mientras Virginia regresa a casa, siente (como lo hizo Laura Brown en el capítulo anterior) como si estuviera personificándose a sí misma, como si la persona que se está presentando a ella misma requiriera de artificios. Ella monta este 'acto' para convencerse a ella misma y a otros que está 'cuerda' y así Leonard aceptará la idea de mudarse de vuelta a Londres. Virginia entiende que hay "verdadero arte" en el requerimiento (para las mujeres como ella misma) de actuar como lo hacen. Sintiéndose en control de su 'acto', va a hablar con la cocinera, Nelly, sobre el refrigerio. Sin embargo, Nelly, con sus quejas triviales y demandas implícitas de que la vida diaria y la administración de la casa se mantengan (lo que es del dominio de Virginia), agobia a Virginia. Nelly parece tener una actitud matronal mientras que Virginia parece no tener un hueso de ama de casa en su cuerpo. Virginia decide darle a su personaje, Clarissa Dalloway, la gran habilidad con los sirvientes que ella no tiene.

Habiendo regresado a casa de donde Richard, Clarissa Vaughn entra a su departamento. Su pareja Sally, una productora de televisión, está de camino a la puerta para un almuerzo con una estrella de cine. De repente, estando sola, Clarissa se siente desatada. Siente como si su hogar y sus comodidades fueran triviales a la luz de la inminente muerte de su amigo más cercano Richard; comparado a un tiempo en el que se sentía viva y tenía todo por lo que esperar. Su departamento es un "reino de los muertos" como el de Richard. Como los otros personajes en la novela de Cunningham se pregunta sobre el valor de su vida presente y si no es una negación vía la trivialidad de la vida que pudo llevar. Entonces el sentimiento se va. Clarissa está decepcionada pero aliviada de darse cuenta de que su vida es suya y que no quiere otra. Se sujeta a la preparación de la fiesta de Richard como una afirmación y empieza los arreglos.

Mientras Clarissa se prepara para la fiesta piensa en el famoso actor con el que Sally está almorzando, una estrella de acción de películas de segunda categoría que recientemente se declaró gay. Esto enciende reflexiones en porque ella, Clarissa, no fue invitada a almorzar y otra vez hacia pensamientos sobre el valor de su vida. En su mente, ella es "sólo una esposa" (p94). Clarissa trata de ser agradecida por el momento que está viviendo, cortando los tallos de rosas en la tarja de la cocina. Ella piensa en las vacaciones que tuvo cuando tenía dieciocho con Louis y Richard, un tiempo cuando "parecía que cualquier cosa podría pasar, lo que fuera" (p95). Ella piensa en besar a Richard, un revés del beso que la Clarissa Dalloway de Virginia Woolf comparte con una niña cuando era joven. Clarissa (Vaughn) se da cuenta de que sin esas vacaciones y la casa en donde ella, Richard y Louis las pasaron, muchos eventos no hubieran ocurrido, incluyendo este momento ahora, de pie en al cocina cortando flores para su mejor amigo, la fiesta de Richard. Recuerda decirse a sí misma que en ese tiempo ella no estaba traicionando a Louis durmiendo con Richard, eran la liberadora década de los 60, Louis era consciente de lo que pasaba. Se pregunta que habría pasado si ella hubiera intentado quedarse con Richard. Imagina ese otro futuro, "lleno de infidelidades y grandes batallas; como un vasto y duradero romance descansado sobre amistad tan secante y profunda que los acompañaría a la tumba. Ella podría tener una vida tan potente y peligrosa como la literatura misma. "O tal vez no", piensa Clarissa. Ella se da cuenta de que tal vez no haya nada igual a los recuerdos de haber sido joven. Cataloga el momento en el que ella y Richard se besaron por primera vez, en la orilla de un estanque al atardecer. "Parecía como el principio de la felicidad, y Clarissa a veces se impacta, más de treinta años después, de darse cuanta que 'era' la felicidad...Ahora lo sabe: Ese era el momento, justo entonces. No había habido otro."

El pastel de Laura está completo pero no está feliz. Es menos de lo que había esperado que sería. Ha invertido grandes y desesperadas esperanzas en el pastel, como un artista trabajando en una gran obra de arte, y en su mente, había fallado. Laura cataloga lo que hará para mantenerse ocupada por el resto del día: prepararse para la fiesta de Dan. Sabe que Dan estará feliz con cualquier cosa que prepare. Esto la molesta ligeramente. Se da cuenta de que la felicidad de su esposo "depende solamente en el hecho de ella, aquí en la casa, viviendo su vida, pensando en él". Trata de decirse a sí misma que es algo bueno y que ella siempre ha sido difícil pero es violentamente atacada por la imagen de Virginia Woolf poniendo una piedra en la bolsa de su abrigo y caminando dentro del río. La conexión psíquica con otra "esposa desesperada" es interrumpida por un llamado en la puerta de atrás.

1923 Virginia Woolf; Leonard Woolf, esposo de Virginia; Vanessa Bell, hermana de Virginia.

1949 Laura Brown; gregoria

Dan Brown, esposo de Laura; Richie Brown, hijo de Laura; Kitty, su vecina.

1999 Clarissa Vaughn; Sally, pareja de Clarissa; Richard Brown, amigo de Clarissa.

'Las horas' se refiere a tres generaciones de mujeres posiblemente lesbianas o bisexuales. Es conocido que Virginia Woolf tuvo relaciones con mujeres; Laura Brown besa a Kitty en su cocina, y Clarissa Vaughn vive en una relación lésbica con Sally, aunque alguna vez tuvo una relación experimental con Richard. Los personajes periféricos también exhiben una variedad de orientaciones sexuales.

En algún momento la novela examina la libertad con la que generaciones sucesivas has sido capaces de expresar su sexualidad libremente, en público, aún a sí mismos. Como tal, una sexualidad definible para los personajes de Virginia Woolf y Laura Brown son difíciles de diferenciar. Puede ser argumentado, como lo hace el autor Michael Cunningham en el comentario del DVD de la versión fílmica, que si tales personajes hubieran nacido en tiempos más modernos y en circunstancias diferentes hubieran sido lesbianas. Para Virginia y Laura hubiera sido extremadamente difícil "salir", si hubiera existido tal concepto en sus tiempos. Tal posición habría significado consecuencias extremas en sociedades donde la homosexualidad era en muchos casos ilegal, tratada con 'terapias' médicas extremas, y opacada por la sociedad. Esta situación puede ser entendida para proveer mucha de la angustia de los personajes, particularmente en el caso de Laura Brown. Sin este entendimiento, Laura podría ser concebida como una malagradecida o una mujer extremadamente dramática.

Ha sido considerado que este libro tiene más poder de atracción en la corriente popular que la mayoría de la ficción gay, tal vez porque los personajes centrales son tratados como 'personajes que son gay', en lugar de 'personajes gay'.

La novela de Cunningham sugiere hasta cierto grado que la enfermedad mental percibida puede ser una expresión legítima de la perspectiva. La idea de la cordura es una cuestión de perspectiva puede ser observada en Virginia Woolf censurando su verdadero ser porque parecería como locura a los otros, incluso a ella misma; el lector de hoy en día de Cunningham puede entender el estado mental de Virginia diferente de 'loca':

She has learned over the years that sanity involves a certain measure of impersonation, not simply for the benefit of husband and servants but for the sake, first and foremost, of one's own convictions. (Ella ha aprendido a través de los años que la cordura envuelve una cierta medida de personificación, no simplemente por el beneficio para el esposo y sirvientes pero por el bien, primero y ante todo, de las convicciones de uno mismo.) --Virginia Woolf. p83, 1999 edición de pasta suave de Fourth Estate.

La Fascinación Humana con la Mortalidad
Los tres presonajes principales en Las horas buscan significado en sus vidas y evalúan el suicidio como una forma de escapar a los problemas que enfrentan. Virginia, Clarissa, y Laura son increíblemente sensitivas y perceptivas al mundo alrededor de ellas. Cada momento causa que evalúen críticamente como se sienten acerca de vivir, así que constantemente consideran el suicidio como una manera de evadir los aspectos opresivos de sus vidas. En el día explorado por Las horas, Virginia Woolf trata de decidir si debe o no "suicidar" al personaje de Clarissa Dalloway al final de su libro. Sabemos que Virginia eventualmente termina su propia vida, así que sus deliberaciones sobre Clarissa parcialmente reflejan su lucha personal con la idea del suicidio.

Clarissa Vaughn insiste en la diferencia entre su vida actual y el verano que pasó en Wellfleet con su amante, Richard, a la edad de dieciocho. La enfermedad de Richard causa en ella el ponderar la manera en que el tiempo actúa en la gente y las cambia. Aunque ella no comete suicidio, es testigo de la muerte de su amigo y frecuentemente evalúa si los mejores días de su vida se fueron. Pequeños desprecios, tales como la ausencia de una invitación a almorzar con Oliver St. Ives, la hacen sentir insignificantes, y piensa acerca de como este sentir de insignificancia parece como la muerte. La inmortalidad percibida por las estrellas de cine y grandes escritores, particularmente la manera en que su memoria durará más que las memorias de los que vivieron vidas menos públicas, la fascinan.

Laura Brown se siente atrapada por las restricciones de su rol como una ama de casa suburbana y ve el suicidio como un escape posible. La idea de callar el parloteo y el clamor de la vida en un isntante seduce a Laura. Como ella es una intelectual, piensa al principio que su fascinación con el suicidio es un interés objetivo y académico. Piensa que ella realmente nunca sería capaz de hacer algo como matarse a sí misma. Pero mientras siente las restricciones de su propia vida cerrándose alrededor de ella, empieza a evaluar seriamente la idea del suicidio. Cuando se para frente al espejo viendo a la botella de pastillas para dormir, su interés deja de ser puramente hipotético.

La Limitación de los Roles Sociales
Las mujeres de Las horas tratan de definir sus vidas sin los roles que la sociedad ha diseñado para ellas pero sin sacrificar sus propias identidades. Tienen grados variantes de comodidad con sus roles respectivos, que van desde Clarissa, que piensa ocasionalemente que es demasiado doméstica, a Laura, que se siente atrapada por la vida que está viviendo.

Clarissa vive con su amante femenina, una situación doméstica que algunos consideran extraordinaria. A pesar de su estatus social forástero, se ha establecido como una rutina estable y familiar. Mary Krull considera que es "burguesa hasta el hueso," mientras Richard comenta que se ha convertido en la quintesencia de la "esposa de sociedad". Tiene un departamento amoroso y ordenado, pero a veces se siente alienada de la domesticidad de sus alrededores. Cuando está de pie en la cocina, apenas reconoce los platos que ella misma compró y se siente dislocada del ambiente que teoréticamante le traería satisfacción y comodidad. Ella se pregunta si ha hecho la decisión ncorrecta al hacer decisiones correctas para ella misma. Virginia entiende que es una excéntrica y, hasta cierto grado, abraza el rol de la "escritora loca." Se pregunta porqué no resultó ser más como su madre o su hermana Vanessa. Ambas de esas mujeres podrían actuar como cabezas autoritarias de la servidumbre que administra sus vidas perfectamentes. Mientras tanto Virginia no puede ni siquiera administrar a su sirviente Nelly-y sabe que cae corta en este respecto. Se pregunta porqué sabe exactamente como una persona puede manejar a sus sirvientes pero no puede poner esta idea en práctica. Ultimadamente Virginia decide hacer de su personaje Clarissa la esposa de sociedad Inglesa que ella no podría ser.

Laura tiene el caso más severo de conflicto entre su verdadero ser y el rol que le ha sido asignado. Se casó con Dan por un sentido de obligación hacia él y hacia el mundo. Cree que el mundo ha sido salvado por soldados que lucharon en la Segunda Guerra Mundial y que es su rol como mujer servir como esposa y madre de los hombres regresando de batalla. Sus necesidades han sido subordinadas al sentimiento de deber y obligación a su familia. Como resultado, constantemente busca a su alrededor y se pregunta si su casa, su hijo, e incluso su pastel llenan sus deseos personales. Para el último capítulo siente como si estuviera flotando separada a través de su vida, tan desconectada que su vida se ha vuelto algo más que lee, como si leyera una historia en un libro.

La Vida Ordinaria como más Interesante que el Arte
Los personajes principales tratan de encontrar sentido y significancia en cada aspecto del mundo alrededor de ellas. Al escoger dibujar los eventos de un día a través de una novela entera, Cunningham revela los pensamientos, actitudes y percepciones de sus tres personajes principales a través de sus pequeños encuentros con experiencias diarias reconocibles. Las mujeres de Las horas, Clarissa en particular, no pueden caminar por la calle sin tener una experiencia profunda o revelación: la visión de una mujer cantando en el parque la hace pensar en la historia de la ciudad que ama, mientras que un vistazo a una estrella de cine en su tráiler la hace pausar y considerar las maneras en que la fama hace a la gente inmortal.

La percepción del mundo como llena de significado no es una experiencia puramente pasiva. Laura canaliza su creatividad restringida en el acto doméstico de hornear, tratando al pastel que hace para su esposo como si fuera una obra de arte. Cuando el pastel falla en alcanzar sus expectativas, Laura siente no solo la frustración de fallar en la tarea sino también su fracaso al encontrar desahogos satisfactorios para sus impulsos creativos.

Como escritora, Virginia Woolf tiene un ojo pensativo y evaluativo que le da un entendimiento agudo del mundo alrededor de ella. Aún pequeños momentos pueden traerles grandes revelaciones. Mientras se sienta con su hermana Vanessa para el té, hablando informalmente acerca de un abrigo para Angélica, Virginia tiene una profunda apreciación de la simple intimidad del momento y se llena de lágrimas. Mientras la intensa sensitividad de cada mujer le permite sentirse profundamente adecuada a la vida, también experimentan más precisamente las angustias y frustraciones que vienen con los menores contratiempos. Aunque lidian con estos contratiempos con diferentes grados de estocismo, cada mujer frecuentemente se siente agobiada por su vida y las elecciones que han hecho.



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