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Linfa



La linfa es un líquido transparente que recorre los vasos linfáticos. Se produce por el exceso de líquido que sale de los capilares sanguíneos al espacio intersticial o intercelular, el cual es recogido por los capilares linfáticos que drenan a vasos linfáticos más gruesos hasta converger en conductos que se vacían en las venas subclavias.

La linfa es un líquido claro pobre en proteínas y rico en lípidos. Se diferencia de la sangre en que no transporta oxígeno y carece de hemoglobina y glóbulos rojos, las únicas células que contiene son los glóbulos blancos (linfocitos). Puede contener microorganismos que, al pasar por el filtro de los ganglios linfáticos, son eliminados. El cuerpo humano produce alrededor de 3 litros de linfa al día que se incorpora poco a poco a la sangre. La linfa recorre el sistema linfático que está dotado de una serie de válvulas que impiden el retroceso del fluido.

Si un vaso linfático sufre una obstrucción, el líquido intersticial se acumula en la zona afectada, produciéndose una hinchazón denominada linfedema.

La linfa realiza tres funciones principales:[1]

Su composición es similar a la del plasma sanguíneo. Contiene agua, proteínas y grasas procedentes de la absorción intestinal en forma de quilomicrones. Asimismo, cuenta con linfocitos y, en ocasiones, gérmenes que son captados y destruidos en los ganglios linfáticos.

La composición de la linfa varia dependiendo del lugar del cuerpo en que se forma. Si procede de los miembros superiores o inferiores tiene apariencia cristalina. Sin embargo la que se forma en el intestino, especialmente después de una comida copiosa, es rica en ácidos grasos, lo que le da un aspecto blancuzco (quilo).

La linfa circula lentamente, pues en el sistema linfático no existe un órgano impulsor equivalente al corazón.

El proceso de transporte se inicia en los capilares linfáticos en los que penetra el líquido intersticial gracias las diferencias de presión. Posteriormente el avance del fluido se ve facilitado por la existencia de válvulas en los conductos de mayor tamaño que impiden el retroceso y la contracción de la pared de los vasos que están dotados de fibras musculares.

Toda la linfa del organismo desemboca en el sistema venoso que continúa hasta la vena cava superior, a través de dos conductos principales:[2]

En el transcurso de 24 horas el organismo produce alrededor de 3 litros de linfa, la mayor parte se vierte al torrente sanguíneo a través del conducto torácico y en menor proporción mediante el conducto linfático derecho.

Por comparación, en una persona de 75 kilogramos, podemos encontrar unos 6 litros de sangre, a una velocidad de 2 kilómetros por hora.



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