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Lisztomanía (fenómeno)



Lisztomanía, también conocida como fiebre Liszt, es un término empleado para describir el frenesí de los seguidores dirigido hacia Franz Liszt durante sus actuaciones. Este frenesí tuvo lugar por primera vez en Berlín en 1841 y fue acuñado posteriormente por Heinrich Heine en un folletín el 25 de abril de 1844, analizando la temporada de conciertos de dicho año en París. La palabra es una contracción de «Liszt» y «manía». La Lisztomanía se caracterizó por los niveles intensos de histeria demostrados por los seguidores.

Franz Liszt había recibido clases de piano a la edad de siete años de su padre, Adam Liszt, un talentoso músico que tocaba el piano, violín, violonchelo y guitarra, y que conocía a Joseph Haydn, Johann Nepomuk Hummel y Ludwig van Beethoven personalmente. A los 9 años, Franz Liszt ya componía música y aparecía en conciertos. A medida que crecía, Liszt, continuó sus estudios y desarrolló su experiencia en la interpretación del piano.

En 1839, Liszt comenzó a viajar por Europa intensamente y realizó una gira por el continente dando conciertos durante los siguientes ocho años. Este período fue el más brillante de Liszt como pianista de concierto y recibió muchos honores y elogios durante sus giras. Los estudiosos han llamado a estos años, un periodo de «ejecución trascendental» de Liszt.[1]​ Fue durante este período cuando empezó a haber referencias de las intensas reacciones de los seguidores de Liszt, que se conoce como «Lisztomanía».

Liszt llegó a Berlín, cerca de la Navidad en 1841, y pronto se extendió la noticia de su llegada.[2]​ Esa noche, un grupo de treinta estudiantes le interpretaron su canción «Rheinweinlied».[2]​ Más tarde dio su primer recital en Berlín el 27 de diciembre de ese año, en la Singakademie de Berlín, ante una multitud entusiasta. Esta interpretación más tarde fue comercializada como el comienzo de la Lisztomanía, que recorrería toda Europa en general después de 1842.[2][3]

La Lisztomanía se caracterizó por ser una reacción histérica hacia Liszt y sus conciertos.[2][3]​ Se dijo que la forma de interpretar del pianista elevaba el estado de ánimo de la audiencia a un nivel de éxtasis místico.[3]​ Los admiradores de Liszt se arremolinaban en torno a él, luchando por sus pañuelos y guantes,[3]​ y se ponían su retrato en broches y camafeos.[2][4]​ Las mujeres trataban de obtener mechones de su pelo y cada vez que se rompía una cuerda del piano, sus admiradores trataban de cogerla para hacer una pulsera.[4]​ Algunas admiradoras incluso llevaban frascos de vidrio en el que vertían sus posos de café.[2]​ Según un informe:

El escritor Heinrich Heine acuñó el término Lisztomanía para describir la efusión de emoción que acompañó a Liszt y sus actuaciones.

Heine escribió una serie de folletines musicales sobre varios ciclos de música diferentes para analizar la música de la época. Su examen de la temporada musical de 1844, escrito en París el 25 de abril, es el primer lugar donde se utiliza el término Lisztomanía:

El autor Dana Gooley argumenta que el uso de Heine del término «Lisztomania» no fue usado de la misma forma que se usa el término «Beatlemanía» para describir la emoción generada hacia el grupo The Beatles en el siglo XX.[6]​ En lugar de ello, la Lisztomanía tenía mucho de énfasis médico porque el término «manía» tenía un significado mucho más fuerte en la década de 1840, mientras que en el siglo XX el término podría referirse a algo tan leve como una nueva moda popular o tendencia.[6]

La Lisztomanía comenzó a ser vista como una condición médica real que era contagiosa y los críticos trataron de tomar medidas para inmunizar a la población contra la enfermedad.[6]

Algunos críticos de la época pensaban que la Lisztomanía, o «fiebre Liszt» como se la llamaba a veces, fue principalmente un reflejo de las actitudes de los berlineses y alemanes del Norte y que en las ciudades del sur de Alemania no hubiera estos episodios de Lisztomania era debido a la diferencia en las constituciones de la población. Según dice una referencia de un papel de Múnich en 1843:

No había ninguna causa conocida para la Lisztomanía, pero hubo intentos de explicar la situación. Heine trató de explicar la causa de la Lisztomanía en la misma carta en la que se utilizó por primera vez el término. En esa carta escribió:

Dana Gooley argumenta que diferentes personas atribuyen la causa de la Lisztomanía en el público de Berlín de una forma diferente basada en la orientación política de la época.[6]​ Según Gooley, los que tenían una visión progresista pensaban que la efusión de emociones del público berlinés era en gran parte un efecto secundario de la represión y el estado de censura y que el entusiasmo por Liszt «fue, desde este punto de vista, compensación, un sustituto imaginario por la carencia de acción y participación pública entre los berlineses».[6]​ El punto de vista opuesto a favor de la Lisztomanía era que el sentimiento era una respuesta a la gran benevolencia y caridad de Liszt.[6]​ Este punto de vista se explica de la siguiente manera:



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