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Literatura latina



El latín es la lengua más conocida entre las lenguas muertas y debe su nombre a la antigua comarca del Lacio de donde es original; más tarde fue adoptada por los fundadores de Roma con aproximaciones a otros idiomas como el griego, el umbro, el osco y el etrusco y con aportaciones de algunos dialectos indoeuropeos que han concurrido a la formación de la lengua latina como el pelasgo o el céltico; hay que lamentar la pérdida del libro de los Orígenes de Roma, de Catón, que hubiera ayudado a esclarecer algo sobre la cuestión de la primitiva composición del latín.

El monumento más antiguo que se conserva del latín es un canto o himno que los hermanos arvales o colegio de sacerdotes de Marte, himno que recitaban en su fiesta anual y que fue descubierto en el año 1777, grabado en una piedra, acompañada de los estatutos del colegio.

Una vez definidos los conceptos de literatura y lengua latina hay que decir que la literatura latina, que empieza en Roma y tiene su época clásica hacia el final de la República e inicio del Imperio, perdura tras la caída de este en Occidente, y continúa su producción durante toda la Edad Media, retoñando con nuevo vigor con la llegada del Renacimiento y durante el Humanismo.

En muchos aspectos, los escritores de la República romana y del Imperio romano eligieron evitar la innovación en favor de la imitación de los grandes autores griegos. La Eneida de Virgilio emulaba la épica de Homero, Plauto seguía las huellas de Aristófanes, Tácito emulaba a Tucídides, Ovidio exploraba los mitos griegos. Por supuesto, los Romanos imprimieron su propio carácter a la civilización que heredaron de los griegos. Sólo la sátira es el único género literario que ya los romanos identificaron como específicamente suyo.

Tras la caída del Imperio Romano en Occidente, el latín continuó usándose a través de los siglos como única lengua escrita hasta el siglo IX. En el derecho, en la liturgia de la Iglesia católica, en los libros, la única lengua usada era el latín; pero siempre un latín muy cuidado aunque a la vez influenciado por las lenguas habladas.

Con el renacimiento Carolingio, en el siglo IX, cuando Carlomagno se reúne en torno a los mayores pensadores de la época, como el lombardo Paolo Diacono o el inglés Alcuino de York, quien le dio la idea de reorganizar la cultura y la enseñanza en su Imperio. Esta operación de recuperación, restituyendo ahora hacia un latín más correcto, separó definitivamente al latín de la lengua hablada.

Luego, con el surgimiento de las primeras y pocas universidades, las enseñanzas dadas por personas que provenían de toda Europa eran rigurosamente en latín. Los doctos de las universidades elaboraron un latín particular, escolástico, adaptado a expresar conceptos abstractos y rico en los elaborados matices de la filosofía de la época.

El latín ya no era la lengua nativa del pueblo como había sido en el mundo romano; pero era una lengua viva y vital, en la que se hablaba y escribía, y en absoluto muerta.

En tres períodos puede dividirse la historia literaria del derecho romano. El primer período comprende las producciones literarias de la escuela de los glosadores que apareció entre los años transcurridos desde el 1080 hasta el 1260, año del fallecimiento de Accursio.En la escuela de glosadores deben distinguirse dos periodos que son los siguientes:

En el siglo XIV, en Italia, surge un movimiento cultural que favoreció un renovado interés por la antigüedad y recibió el nombre de Humanismo. Comenzado ya por Petrarca, sus mayores exponentes fueron Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino y Coluccio Salutati. Tiene lugar un intento de distinguirse del latín medieval y volver a los modelos clásicos. Así, la lengua clásica empieza a ser objeto de estudios profundos que marcan, de hecho, el nacimiento de la filología clásica.

El segundo período de la historia literaria del derecho va desde la escuela de los glosadores hasta el fin de la Edad Media y se forma la escuela de los dialécticos o comentadores. Estos estudiosos del derecho romano aparecen entre los siglos XIII y últimos del siglo XIV se les conoció con varios nombres que son los siguientes: Prácticos, Escolásticos, Postglosadores, Bartolistas, Baldistas, Dialécticos y Comentaristas

En la edad moderna, el latín continuó siendo usado como lengua de la cultura y de la ciencia, ya que en latín escribieron también los primeros científicos modernos, como Nicolás Copérnico, Carl Friedrich Gauss e Isaac Newton, al menos hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX el latín fue sustituido por varias lenguas nacionales, como el francés y el inglés, y sólo se considera como viva en el siglo XX y XXI en el ámbito de la Iglesia católica; en ella se escriben sus Encíclicas y otros documentos papales.

El tercer período de la historia literaria del derecho va desde el fin de la Edad Media hasta mediados del siglo XIX y se inició con un profundo renacimiento de los estudios humanistas que tuvo sus precursores en Italia. En la historia del derecho marcan un punto importantísimo el descubrimiento de América, la toma de Constantinopla y la invención de la imprenta. Los humanistas sintieron la necesidad de imitar la antigüedad clásica y los jurisconsultos volvieron a hacer florecer los códigos antiguos, practicando en el célebre manuscrito pisano de las Pandectas, volviendo al límpido manantial del texto justinianeo, con la ayuda de todas las demás fuentes romanas o bizantinas llevadas a Occidente por los fugitivos de la toma de Constantinopla que habían sacado de allí. Hay que destacar al milanés Andrea Alciato.



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