El livor mortis o lividez postmortem (del latín livor, lividez y mortis, genitivo de muerte -"de la muerte"-) es uno de los signos reconocibles de muerte y que se caracteriza por una coloración rojiza-amoratada de las partes declives del cuerpo debida a una acumulación de la sangre en esas zonas. No ocurre si estas partes están en contacto con una superficie rígida debido a la compresión de los capilares contra la misma.
Esta acumulación se comienza a producir en el momento en el que el corazón deja de bombear la sangre, lo que posibilita el hundimiento de las células sanguíneas más pesadas en el plasma debido a la acción de la gravedad.
Este fenómeno comienza a ser visible entre los veinte minutos y las tres horas posteriores a la muerte, y la sangre acumulada comienza a coagularse en los capilares entre las tres y las cuatro horas transcurridas tras el fallecimiento, apareciendo la máxima lividez entre las seis y las doce horas.
La presencia o no del livor mortis se usa para estimar la hora de la muerte o si el cadáver ha sido movido tras la misma (pues si presenta lividez en la espalda y el sujeto se encuentra en decúbito prono -boca abajo- ha sido dado la vuelta).
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