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Loranca de Tajuña



Vista general de la localidad

Loranca de Tajuña es un municipio español de la provincia de Guadalajara, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Pertenece a la región histórica de Castilla. Tiene una población de 1264 habitantes (INE, 2020).

El casco antiguo de la villa está emplazado en la margen derecha del valle del río Tajuña a media ladera de una empinada vertiente orientada al mediodía que une el páramo alcarreño con el valle fluvial, junto al punto en que emana un enorme manantial de afamadas aguas en el pasado, llamada Fuente de los Olmos.

Recientemente la población se ha expandido mucho en dirección al páramo, donde Loranca cuenta con las urbanizaciones de El Olmillo, Montejaral y Fuentetajuña.

Su término municipal limita con los de Pioz, Aranzueque, Renera, Hontoba, Escariche, Guadalajara, Pozo de Guadalajara y Pezuela de las Torres

Salpicando el término municipal y la propia villa, se encuentran numerosos manantiales y fuentes, entre ellas la Fuente del Rey, la Fuente de los Olmos, la Encubierta, la Fuensanta, El Arca, la Fuente Pera o la Fuente del Saúco. Un elemento paisajístico de Loranca son los yesares, capas de estratos yesíferos blanquecinos que se dejan ver en las lomas que bajan a la vega.

El clima de Loranca es mediterráneo continentalizado, de características muy locales debido a las diferencias de altitud que se producen entre el valle y el páramo así como por las fuertes inversiones térmicas que protagonizan los periodos anticiclónicos del invierno. Así, en el fondo del valle se llegan a alcanzar temperaturas muy inferiores a la de zonas altas, alcanzando en invierno valores de -10ºC de forma bastante habitual. Los veranos son cortos y calurosos si bien, las noches son frescas gracias a la cercanía del río y arroyos.

En cuanto a las precipitaciones, rondan los 450 mm al año. Destacan los periodos tormentosos torrenciales que puntualmente asolan la comarca especialmente de agosto a octubre, superando dichos acumulados. Las nevadas son ocasionales. Las nieblas son habituales en las zonas bajas durante el invierno.

Geología

Loranca asienta su término municipal sobre el valle del Tajuña, una mole caliza coronada por arcillas miocénicas, con un relieve claramente estratificado conforme se baja desde el páramo hacia la vega. En esta sucesión litológica donde las calizas hacen cumbre, poco a poco dejan paso conforme descendemos en altitud a margas, yesos, conglomerados para dar paso a los limos y arcillas propios de las cercanías del río Tajuña, constituyendo éstos los terrenos más fértiles junto con las inmediaciones de los arroyos.

Son terrenos muy susceptibles a la erosión donde desaparece la cubierta arbórea, dejando entrever fuertes barrancos, simas y cursos estacionales de agua que ganan importancia en episodios torrenciales.

En el entorno de Loranca crece un bosque mediterráneo relativamente alterado por la explotación agrícola milenaria. La composición florística es la característica de la comarca de La Alcarria, siendo la encina Quercus ilex subsp. ballota la especie más abundante, conviviendo en las laderas del valle y en las umbrías con el roble quejigo Quercus faginea subsp. faginea. La mayoría de las masas de ambas especies se encuentran en régimen de monte bajo, algunas bastante degradadas debido a su histórico aprovechamiento para leñas y carbón, si bien, encontramos algunos ejemplares de buen porte dispersos. Dichas masas forestales son continuas en los montes y cotos tradicionales, tales como el Monte Guadalajara y el Monte Loranca mientras que en el resto del término municipal aparecen manchas y ejemplares dispersos entre los terrenos de cultivo, huertas y olivares abandonados. Como especies acompañantes encontramos especies calcícolas como el arce de Montpellier, zarzamoras, escaramujos, espino albar, aladiernos y en las zonas donde existe mayor degradación del suelo predominan cistáceas como la jara blanca, aulagas, tomillos, romeros, espliego, espartos...

En las inmediaciones del río Tajuña y en las proximidades de los numerosos manantiales y arroyos que nacen en Loranca, encontramos especies de ribera y otras más exigentes en cuanto a humedad se refieren tales como álamo negro, álamo blanco, olmo, tilos, carrizos, fresno de hoja estrecha...

Debido a la acción antrópica milenaria, las zonas agrícolas y forestales se superponen empujadas por el abandono de la agricultura y el pastoreo. Las masas forestales se entremezcla con olivares centenarios, romerales apícolas, nogueras, cerezos, ciruelos, zumaques y muchas más especies propias del aprovechamiento tradicional.

En el término habitan especies típicas del entorno mediterráneo y de la zona, con mamíferos como el jabalí, el corzo, el zorro, el conejo o la liebre, aves como el águila real, el águila perdicera, la paloma torcaz, el tordo, el ruiseñor, la perdiz, la codorniz y el ánade real en el río y reptiles como la culebra, víboras, lagartijas...

Las principales especies acuáticas son el barbo, la carpa y el cangrejo de río.

Se sabe que la etimología del vocablo Loranca es prerromano, lo que da indicio de su antigüedad.

Tras la reconquista de la zona a finales del siglo XI, la población perteneció por poco tiempo al común de villa y tierra de Guadalajara y, posteriormente, al alfoz de la villa de Almoguera.

Tras ser objeto de trueque entre la Orden de Calatrava y el rey, finalmente Loranca perdió el realengo al ser entregada en mayo de 1379, como dote de boda por el rey Enrique II de Trastámara a su hija ilegítima María de Castilla, al contraer matrimonio con Diego Hurtado de Mendoza, posteriormente almirante de Castilla. Tras la muerte del Almirante en 1404 heredó la villa su hija doña Aldonza de Mendoza, condesa de Arjona, y a la muerte de esta sin hijos, en junio de 1435 se le donó a Luis de la Cerda, conde de Medinaceli.

En 1475 fue objeto de venta a don Íñigo López de Mendoza y Figueroa, primer conde de Tendilla, quien ya ejercía el señorío sobre las vecinas poblaciones de Aranzueque, Armuña de Tajuña, Fuentelviejo y Tendilla. Perteneció a los condes de Tendilla y a sus sucesores, los marqueses de Mondéjar hasta el siglo XVIII.

El segundo conde de Tendilla, Íñigo López de Mendoza y Quiñones, señor de Loranca, hizo noche en la villa el 5 de noviembre de 1509, con motivo de su último viaje a sus estados alcarreños desde la ciudad de Granada, donde residía en calidad de Capitán General de aquel reino desde su conquista en 1492.

Ya en fecha 2 de diciembre de 1579, los entonces alcaldes ordinarios Pedro Gómez Caballero y Mateo Sánchez declararon a los funcionarios del censo de Felipe II que la villa contaba con 260 casas y vecinos, aproximadamente 1000 habitantes.

La Compañía de Jesús edificó en el punto más alto del valle, encima de la villa el monasterio de Jesús del Monte en el siglo XVI, sobre una ermita anterior dedicada a Santo Domingo. A principios del siglo XVII, alcanzó una próspera existencia de siglo y medio y, sus ruinas, siguen presidiendo el valle.

Entre 1625 y 1656 ejerció de párroco en Loranca Francisco Martínez de Argüello, cuya sobrina doña Úrsula de Argüello casó con el maestro médico Antonio de Murcia y fueron cabeza de una estirpe de médicos, letrados y clérigos muy poderosa en la comarca a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Según el censo del marqués de Campoflorido (1712) Loranca contaba en aquellas fechas con apenas 62 vecinos. La disminución obedeció a la fuerte mortandad de provocada por la hambruna del año 1699 y los saqueos de los ingleses y austriacos en el verano de 1706 durante la Guerra de Sucesión.

También hay constancia de fuerte mortandad en los libros de difuntos de la parroquial de San Pedro Apóstol para el otoño de 1748 y, posteriormente, en el año 1805.[1][2]

En 1964 se celebraron en los llanos de Loranca las Jornadas Internacionales de Cetrería con la participación de Félix Rodríguez de la Fuente, que conllevó el salto a la fama del insigne naturalista español. Participaron cetreros europeos y presidió el acto el gobernador civil de Guadalajara en la época. El evento fue filmado por el NO-DO.

Tiene una superficie de 36,66 km² con una población de 1264 habitantes y una densidad de 34,47 hab/km².

La población se reparte de forma desigual debido a lo disgregado de los núcleos de población del municipio, agrupándose los habitantes, en su mayoría, en las urbanizaciones de Fuentetajuña y, especialmente, en Montejaral. Con menor densidad lo hacen en las urbanizaciones de El Olmillo, Las Cadenas y en el casco histórico del pueblo.

En la parte alta de la villa se aprecia la disposición original de las calles junto a la construcción típica de la zona. Mamposte, cal, yeso y sillar en algunas casas junto con un entramado interior de madera. Se pueden encontrar dinteles renacentistas que residualmente quedan ocultos en el antiguo entramado urbano, dando testimonio de la importancia de la que gozó Loranca en siglos anteriores. Entre sus principales monumentos cuenta con:

En cuanto al folclore, la danza típica es la jota castellana bailada con el traje regional al estilo alcarreño. También destaca la antigua tradición de cantar los mayos así como numerosas canciones y dichos locales que hablan del pueblo.

Domina la cocina alcarreña, protagonizada por gachas y migas del pastor así como la miel y el aceite, procedentes de la elaboración en el término y alrededores, y los asados de cordero o cabrito aderezados con romero y tomillo.

En cuanto a los postres, encontramos los puches, el hornazo (no confundir con los bollos preñados de Salamanca y Ávila) o las rosquillas.



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