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Los ciegos y el elefante



Los ciegos y el elefante es una parábola originaria de la India, desde donde alcanzó una difusión notable. Ha sido utilizada para ilustrar la incapacidad del hombre para conocer la totalidad de la realidad. En distintos momentos se ha usado para expresar la relatividad, la opacidad o la naturaleza inexpresable de la verdad, el comportamiento de los expertos en campos donde hay un déficit o falta de acceso a la información, la necesidad de comunicación, y el respeto por perspectivas diferentes.

Es una parábola que ha penetrado diversas tradiciones religiosas y es parte del acervo jainista, budista, sufi e hindú. El relato es muy conocido en Europa y América. En el siglo XIX el poeta John Godfrey Saxe creó su propia versión con forma de poema. Desde entonces, el relato ha sido publicado en numerosos libros para adultos y niños, recibiendo numerosas interpretaciones.

En las distintas versiones de la historia, un grupo de hombres ciegos (u hombres en la oscuridad) tocan el cuerpo de un elefante para comprender cómo es. Cada uno de ellos toca una parte distinta, pero solo una parte, tal como su lateral o su trompa. Luego ellos comparan sus observaciones y se dan cuenta de que no coinciden en nada.

Los relatos se diferencian básicamente en cómo se describen las partes del cuerpo del elefante, cuán violento se vuelve el conflicto y cómo es que (si se logra) se resuelve el conflicto entre los hombres y sus perspectivas.

Una versión jainista de la historia dice que se le pidió a seis ciegos que determinaran como era un elefante palpando diferentes partes del cuerpo del animal. El hombre que tocó la pata dijo que el elefante era como un pilar; el que tocó su cola dijo que el elefante era una cuerda; el que tocó su trompa dijo que era como la rama de un árbol; el que tocó la oreja dijo que era como un abanico; el que tocó su panza dijo que era como una pared; y el que tocó el colmillo dijo que el elefante era como un tubo sólido.

Un rey les explicó:

"Todos ustedes están en lo cierto. La razón por la que cada uno de ustedes esté diciendo diferentes cosas es que cada uno de ustedes tocó una parte diferente del elefante. Por lo tanto el elefante tiene todas las características que mencionaron."[2]

Esto resuelve el conflicto, y es usado para ilustrar el principio de vivir en armonía con personas que tienen un sistema de creencias diferente, y que la verdad puede ser dicha de diferentes maneras (en las creencias jainistas se dice que hay siete versiones). Esto es conocido como el Syadvada, Anekantavada, o la teoría de las múltiples predicciones.[2]

Dos veces usó Buda Gautama la parábola de los ciegos confundidos. En el Canki Sutta describe una fila de ciegos que están tomados uno del otro como un ejemplo de aquellos que siguen un texto antiguo que ha pasado de generación en generación, tal como el caso de los Evangelios cristianos (Mateo 15.14) haciendo referencia a que los ciegos guían a los ciegos.[3]​ En el Udana (68–69)[4]​ utiliza la parábola del elefante para describir las luchas sectarias. Un rey reúne a varios ciegos de su capital en su palacio, los pone en presencia de un elefante y les pide que lo describan.

"Luego que cada uno de los ciegos hubo palpado una sección del elefante, el rey se dirigió a cada uno de ellos y le preguntó: 'Dime, has visto al elefante? Cuéntame, que tipo de cosa es un elefante?"

Los hombres le expresan que el elefante es como una vasija (el ciego que examina la cabeza del elefante), una cesta de trillar (oreja), una reja de arado (colmillo), un arado (trompa), un granero (cuerpo), una columna (pata), un muro de argamasa (lomo), una herramienta de albañil (cola) o un cepillo (punta de la cola). " Los hombres no se pueden poner de acuerdo entre ellos y comienzan a discutir sobre la pregunta "a que se parece ?", y el rey se divierte sobremanera con su pelea. El Buda finaliza la historia de los ciegos comparándolos con predicadores y estudiosos que son ciegos e ignorantes y tienen sus propios puntos de vista: "Muy similares son estos predicadores y estudiosos que sostienen sus diversos puntos de vista mientras se encuentran ciegos y no perciben lo que les rodea.... En su ignorancia ellos son peleadores y discutidores por naturaleza, cada uno de ellos sosteniendo una idea distinta de la realidad." Luego Buda recita el siguiente verso:

O como se aferran y discuten, algunos que sostienen

Ser honorables predicadores y monjes!
Para discutir, cada uno se aferra a su punto de vista.

Este tipo de hombres solo ven un lado de las cosas.[5]

El poeta persa sufi Sanai de Gazni (ciudad) (en Afganistán) presenta esta historia de enseñanza en su El jardín cercado de la Verdad.[6]

Rumi, el poeta persa del siglo XIII, y maestro de sufismo, incluyó en su Masnavi. En su relato, "El elefante en la oscuridad", algunos hindúes trajeron un elefante para exhibirlo en un cuarto oscuro. Un grupo de personas tocaba y sentía el elefante en la oscuridad y dependiendo de donde lo tocaban, creían que el elefante era un caño de agua (trompa), un abanico (oreja), un pilar (pata), y un trono (la parte posterior). Rumi usa esta historia como un ejemplo de las percepciones del individuo:

El ojo sensual es justo como la palma de la mano. La palma no tiene el medio para cubrir la totalidad de la bestia.[7]

Rumi no presenta una resolución al conflicto en su versión, pero dice:

El ojo de Mar es una cosa y la espuma otra. Deja que la espuma vaya, y contempla con el ojo del Mar. Día y noche manchas de espuma son arrojadas del mar: oh maravilloso! Tu observas la espuma pero no el mar. Somos como botes flotando juntos; tus ojos son oscuros, todavía estamos en agua clara.[7]

Rumi termina su poema diciendo "si cada uno tuviera una vela y fueran juntos las diferencias desaparecerian."[8]

Ramakrishna Paramahamsa usó la parábola para desalentar el dogmatismo:[9]

Dieter F. Uchdorf usó un poema para ilustrar la verdad en su discurso "¿Qué es la verdad?" y cita: [10]

Seis eran los hombres de Indostán,

tan dispuestos a aprender,

que al elefante fueron a ver

(aunque todos ellos eran ciegos),

pensando que mediante la observación

su mente podrían satisfacer

El poema concluye así:

Y así estos hombres de Indostán

discutieron largo y tendido,

Cada uno aferrados a su propia opinión

firme y excesivamente inflexible,

Aunque cada uno de ellos en parte tenía razón,

pero también todos estaban equivocados[11]

Dieter F. Uchdorf concluye:

El hecho de que alguien forme su criterio basándose en un aspecto de la verdad y la aplique a un todo parece ser absurdo o incluso increíble. Por otro lado, ¿podemos reconocernos a nosotros mismos en esos seis ciegos? ¿Hemos sido alguna vez culpables de esa misma manera de pensar? [...] El apóstol Pablo dijo que en este mundo la luz es tenue y vemos sólo una parte de la verdad, como si estuviéramos viendo “por espejo, oscuramente”. Y, sin embargo, parece ser parte de nuestra naturaleza humana el hacer suposiciones acerca de la gente, la política y la religiosidad, basándonos en nuestra experiencia incompleta y con frecuencia errónea[10]​.

Una de las versiones más famosas del siglo XIX fue el poema "El ciego y el elefante" por John Godfrey Saxe (1816–1887).

El poema comienza:

Había seis hombres de Indostan

Muy propensos a aprender,
Quienes fueron a ver el elefante
(A pesar de que todos ellos eran ciegos),
Para que cada uno de ellos por observación

Pudieran saciar sus intelectos [11][12]

Ellos concluyen que el elefante es como una pared, una víbora, una lanza, un árbol, un abanico o una soga dependiendo de la parte que tocaron. Los hombres debaten acaloradamente, pero sin llegar a la violencia. En la versión de Saxe el conflicto nunca se resuelve.

A menudo en las guerras teológicas,
Los disputantes, pienso,
Encarrilados en la total ignorancia
De lo que los otros decían,
Y hablaban sobre el elefante

Que ninguno de ellos había visto! [11][12]

La historia es vista como una metáfora en muchas disciplinas puesta al servicio como una analogía en campos fuera de lo tradicional. En física, se ha visto como analogía de dualidad onda partícula.[13]​ En Biología, la forma en la que los ciegos tantean al elefante es vista como una buena analogía de la Respuesta celular Policlonal B.[14]

La fábula es una de numerosos relatos que arrojan luz en los que leen o escuchan la historia. Idries Shah ha comentado en este elemento de autorreferencia en muchas interpretaciones de la historia, y su función como una historia con enseñanza:

...las personas que se dirijan a este relato con una o más [...] interpretaciones. Luego la aceptan o rechazan. Ahora se pueden sentir felices; llegando a una opinión acerca del asunto. De acuerdo a su condicionamiento ellos obtienen la respuesta. Ahora mira sus respuestas. Algunos dirán que esta es una fascinante y conmovedora alegoría de la presencia de dios. Otros dirán que demuestra que estúpida puede ser la humanidad. Algunos dicen que es anti-escolástico. Otros que es solo un relato copiado por Rumi de Sanai - etcétera.[15]

Shah adaptó el relato en su libro La exploración de la dermis (The Dermis Probe). Esta versión comienza con una conferencia de científicos, de diferentes campos de investigación, presentando sus conflictivas conclusiones sobre el material en el que se centra el foco de la cámara. A medida que la cámara se aleja gradualmente queda claro que el material examinado es la piel de un elefante africano. Entonces las palabras 'Las partes son más grandes que el todo' aparecen en la pantalla. Esta narración forma parte del guion de un corto de cuatro minutos del animador Richard Williams. El film fue galardonado como film sobresaliente del año y fue exhibido en los festivales de Londres y Nueva York.[16]

La historia tiene un continuo atractivo, y ha sido utilizada en un gran número de libros de fábulas para niños; existe uno por Paul Galdone y otro, Seven Blind Mice, por Ed Young (1992).

Las enseñanzas de la parábola de los sabios ciegos y el elefante puede aplicarse a muy distintos órdenes del conocimiento y las relaciones humanas. Por ejemplo, en Medicina, donde resulta muy necesario comprender la totalidad y, a la vez, la complejidad biológica de los fenómenos fisiológicos y la enfermedad de los humanos.[17]

Como se menciona más arriba, este cuento insiste en las limitaciones inherentes a la percepción humana de la realidad. El cuento invita por lo tanto a la reflexión sobre estas limitaciones, y puede ser usado para inducir a revisar los modos de comunicación dentro de un equipo o entre áreas de una organización. Esto permite refinar las formas usadas de comunicación ("¿qué pasa si los ciegos tratan de imponer sus puntos de vista unos a otros?") y a definir métodos de comunicación aceptables dentro del marco del equipo u organización ("¿De qué maneras consideramos aceptable comunicarnos?", "¿cuáles son las actitudes y formas de comunicación que van a permitir a todos los involucrados ampliar su comprensión de la realidad/abarcar más elementos del elefante?").

El uso de este cuento, y el reconocimiento de la limitación de la percepción de la realidad permite por lo tanto poner en marcha procesos de refinamiento de la comunicación interpersonal, y da pie a la generación de consensos respecto a los modos o normas de comunicación que se ven como aceptables dentro de un grupo humano.

En 2010, el grupo farmacéutico Bayer lanzó una publicidad televisiva en Estados Unidos[18]​ para sus productos anticonceptivos mostrando una mujer examinando diferentes partes de un rinoceronte, y dibujando diferentes conclusiones sobre lo que sintió. La variación en la historia es usada para demostrar la necesidad por "una visión completa" cuando se evalúa productos anticonceptivos.

"La parábola de los Seis Hombres" es mencionada en la novela Anatema de Neal Stephenson, en la discusión que Ferman Beller tiene con Fraa Arsibalt sobre el complejo de protismo.[19]



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