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Los siete libros de la Diana



Los siete libros de la Diana (Valencia: Pedro Patricio Mey, 1559) de Jorge de Montemayor es una novela pastoril española del siglo XVI, la primera en lengua castellana y por tanto modelo para las muchas otras que después se escribieron. Su éxito fue inmenso, a escala europea, y fue pronto traducida al francés, al inglés y al alemán. William Shakespeare además tomó prestada del cuento de Felismena en esta obra la trama Proteus-Julia-Sylvia de su pieza Los dos hidalgos de Verona.

Jorge de Montemayor era un cantante y escritor portugués en lengua castellana que desempeñó altos cargos palaciegos en la corte española. Muy dotado para la poesía, compuso e imprimió también un Cancionero (1554). En cuanto a su novela pastoril, editada en Valencia y Milán por vez primera en 1559, se inspiró en la Arcadia (1504) de Jacopo Sannazaro, y es como ella un prosimetrum o mezcla de prosa y verso; además toma bastante texto de los Diálogos de amor de León Hebreo. La fue ampliando en sucesivas ediciones; por ejemplo, en la de Valladolid (1561) introdujo ciertos cambios en el texto que a menudo se reprodujeron en ediciones y traducciones posteriores. El más significativo es la inserción de una novela morisca corta, El Abencerraje, con la función de entretener a los pastores en el palacio de Felismena al final del libro IV.º Se conjetura ahora que este material pudo ser obra del propio Montemayor, aunque su inserción pudo ser obra de un editor avispado.

Miguel de Cervantes tenía esta novela en gran estima, y escribió de ella en su Quijote (I, 6):

El texto impulsó dos secuelas separadas en español publicadas ambas en 1564: Alonso Pérez publicó La Segunda Parte de la Diana, y Gaspar Gil Polo su Diana enamorada. Algunas veces estas secuelas se publicaron junto a la Diana original, por ejemplo en su traducción inglesa de 1598.

En la obra se relatan una serie de casos de amor que atañen a diversos personajes. La novela explica el caso de Diana, que quiere y es querida por el pastor Sireno, al mismo tiempo que es requerida por otro pastor, Silvano. La vida hace que Sireno se vea obligado a marcharse a otras tierras y cuando por fin vuelve descubre que Diana se ha casado con un tercer pastor, Delio. Diana se dará cuenta entonces de su miseria, al estar casada con un hombre que no ama y dentro de un matrimonio del que no puede escapar. A este caso se le añadirán otros contados por diferentes pastores que habitan esas tierras. La novela termina cuando todos los pastores van a la corte de Felicia y esta les hace olvidar sus pesares con agua mágica.

El tema del amor es el tema principal de La Diana. Más concretamente, la novela contrapone dos tipos de amores: el amor pasional y el amor racional. Durante el Renacimiento, la corriente neoplatónica hizo que la mujer se idealizara y llegara a convertirse en una especie de ser divino. Era necesario huir de los impulsos primarios del hombre, la pasión y los sentidos para poder acceder a esa divinidad. La Diana defiende el amor racional, puro y casto como contrapunto a un amor pasional que siempre tiene un desenlace fatal.[1]

Dedicatoria: el autor le dedica la novela al noble don Juan Castellá de Vilanova. También en la dedicatoria justifica el "stylus humilis" que usará a lo largo de la obra.

Argumento: para facilitar la lectura de la obra, Jorge de Montemayor explica al principio del libro todos los casos que se desarrollarán a continuación.

Prólogo: se exponen las características de la obra y el autor deja clara la intención moralizante de la misma ("limpieza y honestidad").

La obra fue leída entonces como un buen manual de educación y urbanidad cortesana. La Naturaleza aparece, al contrario que en otras novelas y fórmulas pastoriles, en segundo plano, quizá porque el autor vio demasiado estereotipado o corriente este arquetipo, fuera de que le interesaran más las historias amorosas y los aspectos psicológicos de los personajes. Su teoría del amor es claramente neoplatónica, a través de León Hebreo. Es notable también su estatismo: se trata de una novela principalmente descriptiva e introspectiva, donde el amor es el único motor argumental. El ritmo de la novela es por tanto moroso y lento, e incorpora numerosas cartas y poemas que sirven además para remansar aún más la escasa acción.

El éxito de la novela fue inmediato y La Diana sirvió de fuente de inspiración a numerosos escritores posteriores. El caso más relevante seguramente sea el de La Diana enamorada de Gil Polo.[2]​ Traducida al francés por N. Collin (Reims, 1569), in­fluyó en la Astrea de Honoré d'Urfé, que fue el modelo de todas las novelas sen­timentales del siglo XVII, como expresión del gusto cortés desde la época de Enri­que IV de Francia a la de Luis XIV. Al inglés fue vertida por Bartholomew Yong en 1598, e influyó sobre todo en la Arcadia del inglés Philip Sidney.

Según señala Damiani, "La Diana, la «novela elegante» por excelencia, fuente de conversación erudita entre las damas y caballeros del siglo XVI, está llena de epítetos y paralelismos: hipérboles, metáforas, símbolos, imágenes y símiles: contrastes, paradojas y otros recursos retóricos; palabras y expresiones populares; lusitanismos y formas sintácticas de origen portugués".[3]



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