Ernst Lubitsch (Berlín, 29 de enero de 1892-Los Ángeles, California; 30 de noviembre de 1947) fue un director de cine judío-alemán, nacido en Alemania, naturalizado ya en 1933 estadounidense, a donde había emigrado. Su versatilidad como cineasta fue notable; dominando la comedia, el drama, la tragedia, la farsa o el espectáculo.
Lubitsch nació en 1892 en Berlín.
Era hijo de Simón Lubitsch, dueño de una próspera sastrería, cuya familia tenía raíces judías askenazis, y que había nacido en Grodno; su madre nació en Wriezen (Oder), fuera de Berlín. Simón quiso orientar a Ernst hacia el negocio familiar.Estudió Lubitsch en el instituto Sophien de Berlín, pero desde adolescente hizo funciones teatrales. A los 16 años empezó a trabajar como actor (aunque ayudaba a su padre). Es más, sin alcanzar los veinte años, comenzó a actuar en el teatro de Max Reinhardt desde 1911 (el Deutsches Teather); y ya hizo con esa compañía el papel de Wagner del Fausto, que circuló con la compañía por Londres, París y Viena. En 1912 entró en el cine como atrecista del Bioscope.
En 1913 creó un personaje cómico judío para diferentes cortometrajes que escribió y dirigió. Desde 1914 hasta 1922, rodó cerca de cincuenta filmes de distinto metraje. Hizo su primer viaje a Estados Unidos en 1921, y asistió al rodaje de Las dos huérfanas de Griffith.
En Estados Unidos continuó luego una brillante carrera, tanto en cine mudo como en sonoro, desde 1922. Destacaría especialmente en el género musical, y lo mejor de su obra serán las películas de comedia.
Fue supervisor de la Paramount, lo que aprovechó para ofrecer su primera oportunidad a jóvenes promesas que huían de Europa ante el antisemitismo nazi, como Billy Wilder y Otto Preminger.
Ya había rodado con éxito, en 1918, Los ojos de la momia, Meyer de Berlín y Carmen (según Merimée); en 1919, La Princesa de las Ostras, Madame Du Barry (con gran aceptación) y La muñeca; en 1920, Romeo y Julieta, Las hijas del cervecero, Sumurun (donde actuaba) y Ana Bolena. Al año siguiente rodó El gato montés y La mujer del faraón, cuyo gran éxito le valió ir a California. Fue muy entrevistado y habló muy bien de Chaplin.
Al regresar a Berlín, y hastiado del cine histórico, hizo un drama de cámara Montmartre (Die Flamme, 1922).Se trasladó a los Estados Unidos a la edad de 30 años, como un maestro consumado. Sus cuatro primeros largometrajes obtuvieron un notable éxito, por lo que la actriz Mary Pickford le propuso un contrato en Hollywood. Del primero destacan en 1923 Rosita; en 1924, Los peligros del flirt y La frivolidad de una dama; en 1925 Divorciémonos y especialmente una obra maestra por su sutileza, El abanico de Lady Windemere. En 1928, rodó El patriota e hizo su último filme silencioso en 1929: Amor eterno, romántico y bello visualmente.
Luego, hasta su nacionalización en 1933, hizo Montecarlo (1930), El teniente seductor (1931); un drama antibelicista, Remordimiento (1932), que se considera obra maestra; y otras comedias, como Una hora contigo, Un ladrón en la alcoba, Si yo tuviera un millón (episodio), todo en 1932, y al año siguiente Una mujer para dos.
Formó parte del modelo star-system de Hollywood. Una vez en Estados Unidos, se consagró con la llamada «comedia refinada» de la que se le considera fundador. En este mismo subgénero (dentro de la comedia americana clásica), dirigió la famosa sátira contra la absurda rigidez soviética Ninotchka (1940), y más tarde la mordaz sátira antinazi Ser o no ser (1943), pero trenzada con su esquema del engaño amoroso matrimonial, que fue su guía. Después rodó El diablo dijo no (1943), El pecado de Cluny Brown (1946) y La dama del armiño (1948), que ya no pudo concluir.
Su obra se ha caracterizado por un modo irónico especial, el llamado «toque Lubitsch», que usaba no solo para saltarse la censura, sino también para complicar la trama, para divertirse, para hacer ambiguas las situaciones. Nadie lo ha definido de un modo muy concreto, porque no existe, decía él. Un ejemplo de este método estaría en Trouble in paradise (1932) en el que se nos permite intuir una infidelidad con puertas que se abren y cierran. Se ha dicho que ese toque es un modo de narrar que posee "los sutiles ingredientes de la ironía, el pathos, la amargura y la risa, todos en uno; muy a menudo es el sarcasmo más anímico que visual que brota de una situación imposible que pueda degradar al héroe o descalificar al genio".
Se denomina Toque Lubitsch la «habilidad que tenía el cineasta alemán de sugerir más de lo que mostraba».
Consiste en la inteligencia del espectador, ya que el director sugiere un concepto, es el espectador quien llega a imaginarlo mediante esta sugerencia. El Toque Lubitsch era un concepto que muchas personas conocían, pero que nadie lograba explicar. Tan solo Ernst Lubitsch sabía en qué consistía exactamente.
Este recurso denominado Toque Lubitsch, consiste en una composición de argumento elegante y sofisticado que acababa dirigiéndose hacia la ironía. Se caracteriza por su capacidad de sugerir aquello que no podía mostrar de forma explícita, obligando así al espectador a imaginar lo que el propio Lubitsch está queriendo mostrar. El objetivo era evitar que sus películas fueran censuradas, por lo que subyacía un erotismo muy sutil, que le proporcionaban a las películas una apariencia ligera, pero en el fondo tenían un gran compromiso tanto moral como social.
Un claro ejemplo donde se aprecia el Toque Lubitsch es en Ser o no ser (1943), película en la que Lubitsch contó las peripecias de una compañía de teatro en la Varsovia ocupada por los nazis.
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