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Luis Astrana Marín



Luis Astrana Marín (Villaescusa de Haro, 1889-Madrid, 9 de diciembre de 1959) fue un biógrafo, periodista, ensayista y traductor español. Destacó, especialmente, como cervantista.

Nació en la localidad conquense de Villaescusa de Haro en 1889 en el seno de una familia de labradores. Su padre, Blas Astrana, fue un veterano de la Guerra de Cuba, y su madre pertenecía a una modesta familia de Villaescusa. Cursó Humanidades en el Colegio de Franciscanos Descalzos de Belmonte, donde destacó muy pronto como latinista y por su facilidad para los idiomas. Prosiguió sus estudios en el Seminario de Cuenca desde 1906 hasta 1909, ampliando sus conocimientos de latín y griego e iniciándose en varias lenguas modernas; coincidió en este seminario con otro futuro erudito, Ángel González Palencia. Tras un largo viaje por Europa en que perfeccionó sus conocimientos de inglés, francés, portugués e italiano, decide no ordenarse y se establece en Madrid en 1911 para consagrarse al periodismo, a fin de subvenir a las perentorias necesidades de su empobrecida familia; colabora en algunos de los más importantes diarios (El Liberal, La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid, ABC, El Imparcial) y revistas. Fue redactor de Mas en 1930. Frecuentó tertulias y bibliotecas, y se convirtió en un enemigo encarnizado de la generación del 27.

Existe, al parecer, constancia documental de su pertenencia a la logia masónica de la calle Conde de Aranda. En El libro de los plagios fustigó con dureza y no sin regodeo la obra del cervantista Francisco Rodríguez Marín, al que llamó ladrón, a Julio Cejador y Frauca, a quien puso una denuncia en el juzgado de guardia por haber copiado sin rubor las notas y apostillas de Aureliano Fernández-Guerra a las Obras de Francisco de Quevedo. Al poeta Francisco Villaespesa lo molió a palos por sus plagios de Camoens y otros escritores portugueses, y al dramaturgo Gregorio Martínez Sierra lo puso contra las cuerdas por traducir choriceramente las obras de Shakespeare y robar con descaro y alevosía cien versos de Leandro Fernández de Moratín. Y todo esto cuando aún no contaba treinta años de edad; no le faltaba razón en muchos casos, pero también cometió errores de apreciación, como cuando llamó leproso al estilo de Gabriel Miró o como cuando consideró el modernismo como «obra de unos cuantos andaluces guasones» y a los escritores de la colección La Novela Corta como «una parva de mentecatos».

En los años treinta colabora con su pluma en el diario pronazi y antirrepublicano Informaciones, cuya línea editorial extremista se agudiza a partir de 1933, con la llegada de Hitler al poder. Astrana, antisemita declarado, contribuye con artículos llenos de referencias racistas contra los judíos, llegando a afirmar que «para dominar a los judíos, no hay otro remedio que reducirlos a la nada», o «no habrá paz en el mundo mientras existan los judíos».[1]

Pasó la Guerra Civil en Madrid, sin identificarse con ninguno de los dos bandos.[cita requerida] En 1939 comenzó su colaboración con el diario ABC, colaboración que perduró hasta su muerte. Por esas fechas murió su madre y enfermó gravemente una de sus hijas. Astrana continuó como siempre frecuentando las bibliotecas y asistiendo como siempre a las tertulias del Café Recoletos, el Gijón y el bar Flor. ´

En 1948 publicó su apabullante y monumental biografía: Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo séptimo y último volumen se publicó en 1958. Por este impresionante esfuerzo le fue concedida la Encomienda de Alfonso X el Sabio. Gracias a sus investigaciones se determinó la ubicación exacta de la casa natal de Cervantes en Alcalá de Henares.

En 1953 fundó la Sociedad Cervantina, cuyo propósito era fomentar el conocimiento de la vida y obras de Miguel de Cervantes. Anglófilo por devoción a Cervantes, del que decía que Inglaterra fue la primera en reconocer su genio, llevó a cabo «en justa reciprocidad» la traducción de las Obras completas de Shakespeare. Falleció de embolia cerebral a los setenta años, el 4 de diciembre de 1959.

Publicó también novelas y obras de teatro. Aunque fue muy abundante y está por estudiar su obra periodística, debe su fama a la traducción de las Obras Completas de Shakespeare (1929) y a su extraordinaria labor como biógrafo de autores clásicos. Entre sus producciones en este género destacan Cristóbal Colón (1929), William Shakespeare, (1930, segunda edición en 1941), Vida azarosa de Lope de Vega (1935), Vida turbulenta de Quevedo (1945), Vida genial y trágica de Séneca (1947) y Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes (1948–1958), en siete volúmenes, su obra maestra.

Empezó a publicar en 1948 una monumental biografía de Miguel de Cervantes en siete volúmenes, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra: con mil documentos hasta ahora inéditos y numerosas ilustraciones y grabados de época, que terminó en 1958 y pretendía agotar el tema, habiendo ya publicado las de Lope de Vega y Quevedo; de este último reunió y publicó además un riquísimo Epistolario eruditamente anotado. Como cervantista es la apoteosis del método positivista y su documentación es prolija, abrumadora: un monumental esfuerzo de erudición que reúne 1410 documentos inéditos.

Tradujo además toda la obra de Shakespeare en prosa, incluidos los sonetos y las obras atribuidas, en una versión muy divulgada y única completa accesible en muchos años. Como trabajo complementario redactó una biografía de Shakespeare (1930) que revisó y amplió después (1940). Entre sus ensayos figuran Cristóbal Colón y El libro de los plagios, este último asaz polémico. Reeditó el Quijote de Diego Clemencín.



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