Luis Irrazábal Barboza (Encarnación, 8 de agosto de 1891 - Asunción, 16 de marzo de 1958) fue un militar paraguayo que cursó sus estudios primarios en su ciudad natal, y los secundarios en la ciudad de Asunción. Fue hijo de Don Mariano Irrazábal y Doña Rufina Barbosa.
El 1 de abril de 1913, a la edad de 22 años, ingresó en el Ejército nacional y desde los primeros momentos no dudó en cumplir con su deber, como en el caso de la defensa del gobierno que hizo en 1915, cuando el intento de golpe contra el presidente Eduardo Schaerer.
El Capitán Luis Irrazábal se mantuvo fiel al gobierno.
Más allá de los sufrimientos pasados, la revolución de 1922 sirvió de insustituible entrenamiento para los cuadros militares que, como Irrazábal, más tarde pretenderian ocupar todo el Chaco en la guerra contra Bolivia.
En el año 1922, al estallar la revolución del Cnel Chirife se puso al frente de un batallón defendiendo al gobierno legalmente constituido.
Pacificado el país, luego de la Revolución, fue enviado a seguir sus estudios a Chile, regresó a la patria, con una medalla de oro en el pecho, la primera otorgada a un oficial extranjero.
Posteriormente fue destinado a la guarnición militar de Paraguari, allí se abocó a la creación del Regimiento 1 de Caballería “Valois Rivarola”, el 10 de febrero de 1926, siendo nombrado para comandarlo.
Fue también el creador de la escuela de Equitación y se preocupó por la formación intelectual y técnica de sus subordinados.
Asimismo, las destrezas ecuestres y la distracción en el ámbito equino no le fueron extraños: fue el creador del club de polo de la ciudad de Paraguari y eran célebres las fiestas patronales de ciudades vecinas, con los espectáculos de la Caballería comandada por Irrazábal.
El Coronel Luis Irrazábal era, según el Coronel Alfredo Ramos, subalterno suyo en la Guerra del Chaco, de esas personas que han nacido con condiciones de mando.
El dominio sobre sus semejantes, sea con la voluntad, sea con el ejemplo, sin ejercer violencia alguna, que podría resultar contraproducente, porque despertaría reacciones anímicas en el espíritu de aquel que las tiene que soportar, hace que aquella persona que ejerce el mando con corrección y con benévola autoridad, sea no solamente respetada, sino que, a al par del respeto, sea apreciada y considerada por los que actúan.
“El mando ejercido por convencimiento de la superioridad moral e intelectual del que la práctica, buscando con ello una subordinación consciente, es un atributo no muy común”. Mucho se ha hablado del Coronel Luis Irrazábal. Conocida es la severidad y rigidez en el cumplimiento de los actos de servicio, pero así también, era conocido por su condición de amigo y camarada de los hombres a su mando. Era proverbial, el desvelo que tenía en la atención de sus subordinados, sean estos oficiales o miembros de tropa, para hacer más llevadera las duras condiciones de lucha en el frente de batalla. Esas condiciones de su personalidad eran respetadas y valoradas por sus subalternos.
En el año 1928 su unidad fue destinada a cubrir el área de Bahía Negra cuando el clima bélico amenazaba desatar una guerra en esta parte del continente.
El Coronel Irrazábal fue enviado a Bélgica en misión de estudios para seguir un curso de Estado Mayor. En septiembre del año 1932, de regreso a al Paraguay, fue nombrado comandante de las fuerzas que operaban en el sector del fortín Nanawa y, dos meses después, en noviembre de 1932, fue nombrado comandante de la DI-5, unidad que estaba organizando cuando el Comando boliviano decidió atacar enérgicamente ese sector.
El 20 de enero de 1933 se inició la primera batalla de Nanawa, en los primeros días de la batalla los bolivianos sufrieron más de dos mil bajas, contra doscientos cuarenta y ocho de los paraguayos, los bolivianos atacaban y los paraguayos defendían la posición.
Los caminos de acceso a Nanawa estaban repletos de cadáveres pero Kundt continuó ordenando ataques frontales que aumentaban la cantidad de bajas.
Rodeados por el enemigo, sin posibilidad de ser auxiliados por tierra, el Coronel Luis Irrazábal Barboza dispuso la rápida construcción de una pista de aviación, que posibilitó las audaces maniobras de los pilotos, que haciendo caso omiso de la balacera, bajaban y subían, transportando municiones a los sitiados, que solo disponían de cinco cartuchos por soldado. La orden de Irrazábal no podía ser otra: “Una vez terminados los proyectiles, se pasará a la lucha cuerpo a cuerpo, sin idea de retirada del Fortín Nanawa”.
Esa acción le hizo merecedor de la Cruz del Chaco.
El comandante de las fuerzas bolivianas, el alemán Hans Kundt, preparó otro ataque el día 4 de julio. En esa fecha se llevó a cabo el mayor ataque frontal de la guerra del Chaco. Los bolivianos habían conseguido cavar un túnel y colocar en su extremo una poderosa mina, cerca del punto central de resistencia de los paraguayos, esa mina hizo explosión en la hora establecida (9:00) dando así la señal para el ataque en masa de siete mil bolivianos, apoyados por la fuerza aérea, más de treinta cañones, una compañía de tanques y un cuerpo de lanzallamas. Pero la incompetencia de Kundt los hizo lanzar a sus hombres directamente contra el fuego cerrado de la defensa y los muertos se amontonaron frente a las posiciones.
El resultado fue la masacre por la falta de coordinación lo que motivó que los bolivianos acabaran por ser víctimas de sus propios cañones. Al mediodía la artillería se detuvo al igual que los tanques que se volvieron por diversas causas a sus líneas menos uno que fue destruido y quedó abandonado en medio del campo de batalla.
Las fuerzas al mando del “Comandante Irra”, nombrado comandante del III Cuerpo de Ejército, resistieron los tres días de lucha. Las jornadas siguientes fueron sanguinarias y esforzadas.
Emiliano R. Fernández cantó la heroica actuación con estas palabras, Comandante Irra ha hendive Brizuela, mokôivevoi aña Mbaraka... por el buen desempeño realizado por ambos jefes durante la batalla de defensa del fortín Nanawa. El desempeño de las tropas paraguayas fue el de una entrega total, tanto en la primera batalla del 20 de enero como en la segunda del 4 de julio de 1933.
Los triunfos del ejército paraguayo le valieron un nuevo ascenso al comandante en jefe del Ejército en Campaña, Estigarribia. Irrazábal con la causticidad que lo caracterizaba, felicitó a Estigarribia diciéndole: Siga usted ascendiendo, general, que nosotros continuaremos en nuestros puestos de combate para que usted siga agregando estrellas sobre sus hombros. Eso no le fue perdonado y le costó el cargo.
En la posguerra, fue nombrado agregado militar en Buenos Aires, luego en Santiago de Chile, país ante cuyo gobierno representó como ministro plenipotenciario. Con ese mismo cargo se desempeñó después ante el gobierno peruano.
Falleció en Asunción el 16 de marzo de 1958.
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