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Máquinas tragamonedas



¿Dónde nació Máquinas tragamonedas?

Máquinas tragamonedas nació en Argentina.


Las máquinas tragamonedas[1]​ (Argentina, Honduras y Uruguay), máquinas tragaperras[2]​ (España), o conocidas en inglés como slots o video slots, son máquinas de juegos de azar donde se apuesta cierta cantidad de dinero para ganar un premio en efectivo.

Estas máquinas pueden ser de dos tipos:

Existen distintas apuestas en una máquina. También se puede jugar a sencillo, doble, triple, quíntuple. Cuanto más alta sea la apuesta, los premios también aumentan. Existen también tragamonedas progresivas. Las tragamonedas progresivas ofrecen un gran potencial de ganar interesantes botes. Cada vez que alguien juega un juego de tragamonedas progresiva, se agrega cada vez más dinero al bote y por eso se lo llama “progresivo”.

Actualmente se están imponiendo las máquinas digitales, que sustituyen a los tradicionales rodillos. Hay también máquinas mixtas, en las que se combinan rodillos en el juego inferior y un sistema digital en el superior.

El término “tragaperras”, es una palabra compuesta derivada de las monedas o “perras” que se introducen o que se “traga” la máquina.

“Perras” es la forma coloquial de denominar a algunas monedas antiguas españolas, cuyo valor podía ser de 5 céntimos de peseta, llamada "perra chica", o de 10 céntimos de peseta, siendo entonces "perra gorda".

En inglés, el termino “slot” hace referencia a las ranuras utilizadas en las máquinas para introducir las monedas.

Existen distintos tipos de máquinas recreativas. En España las especificaciones y características de funcionamiento e instalación de las recreativas o tragamonedas vienen fijadas por el Reglamento de máquinas recreativas y de azar, publicado en el BOE. A la vez las Comunidades Autónomas poseen prerrogativas específicas que afectan también a la legislación de las máquinas recreativas y de azar.

En lo que se refiere a los criterios generales, recogidos en el citado Reglamento, se distinguen tres tipos distintos de máquinas.

Según el BOE,[4]​ se trata de “todas aquellas de mero pasatiempo o recreo que se limitan a conceder al usuario un tiempo de uso o de juego a cambio del precio de la partida, sin que puedan conceder ningún tipo de premio en metálico, en especie o en forma de puntos canjeables por objetos o dinero”. Es decir, que su uso es sólo recreativo. También se incluyen en este tipo de máquinas aquellas que ofrezcan como aliciente añadido la posibilidad de que, por habilidad del jugador, se le concede un tiempo extra de juego. Pero en ningún caso se contempla la posibilidad de obtener un premio en metálico o canjeable por dinero. El único interés de este tipo de recreativas es, pues, el tiempo de juego. Son como ejemplo del tipo A las recreativas de dardos, futbolín, billar y similares.

Aparte del tiempo de juego con un elemento de interés: ofrecen al jugador la posibilidad de ganar un premio en metálico (ya se llame jackpot o reciba otro nombre) o canjeable en dinero. O como las define el BOE, las máquinas de premio programado son «aquellas que, a cambio del precio de la partida, conceden al usuario un tiempo de uso o de juego y, eventualmente de acuerdo con el programa de juego, un premio en metálico». Además el Ministerio del Interior puede incluir como máquinas tipo B aquellas que considere oportunas entre las distintas máquinas que incluyan elementos de juego, de apuesta, de envite o de azar. Por tanto y volviendo a la definición principal, las máquinas tipo B son aquellas que además de dar juego ofrecen una compensación económica programada. Dependiendo del tiempo de juego o del orden de jugadas, el jugador obtiene un premio. Es el tipo de máquinas más extendido en bares, cafeterías, locales de restauración y hostelería.

A este efecto es muy interesante ver la variedad de modelos de máquinas recreativas de tipo B, que pueden ser analógicas o digitales, a menudo combinando los dos sistemas (rodillos y pantallas de aventura gráfica) en la actualidad. El éxito de cada uno de estos modelos, con sus juegos específicos, es variable a nivel regional y también individual y de su popularidad depende que el negocio que la tenga instalada le pueda sacar rentabilidad.

Como las máquinas B, el precio de la partida incluye un tiempo de juego y la posibilidad de hacerse con un premio en metálico o canjeable por dinero. La diferencia con las de tipo B está especificada en el Reglamento: “a los efectos de esta definición, se entiende por azar el que la combinación o resultado de cada jugada no dependa de combinaciones o resultados anteriores o posteriores”. Así que en este caso el elemento definitorio es la aleatoriedad.

Hay varios factores que pueden determinar el número de posibilidades de ganar un juego determinado, y varían claramente de una máquina a otra, desde elementos tangibles, como el número de ruedas o líneas, hasta elementos no tangibles como el retorno al jugador (RTP) o “payout” (ganancias devueltas al jugador) o la volatilidad[5]​; muchas tragamonedas han aumentado el número de sus ruedas llevándolas a 5 o, en algunos casos a 7, muchas máquinas en línea no sólo han reducido sus símbolos, sino que también han introducido numerosos bonos y juegos secundarios.

La primera “bandida de un brazo” fue inventada por Charles Fey en San Francisco, California, Estados Unidos, quien ideó un mecanismo automático muy simple entre 1887 y 1895.[6][7]​ Debido al gran número de posibles ganadores del juego original con cartas póquer, fue prácticamente imposible tener una máquina capaz de realizar pagos automáticos para todas las posibles combinaciones ganadoras.

Charles Fey ideó una máquina con tres ruedas giratorias conteniendo un total de cinco símbolos: herraduras de caballos, diamantes, espadas, corazones y una Campana de la Libertad, la cual también dio el nombre a la máquina. Remplazando diez cartas con cinco símbolos y utilizando tres ruedas en vez de cinco tambores, se redujo considerablemente la complejidad para leer una victoria, permitiendo a Fey diseñar un mecanismo de pago automático. Tres campanas en línea producían la mayor ganancia: diez monedas de cinco centavos.

Liberty Bell fue un éxito rotundo y dio paso al florecimiento de una industria de juegos mecánicos. Aunque la utilización de estos dispositivos de apuestas fue prohibido en su estado natal años después, Fey tuvo problemas de suministro frente a la gran demanda de máquinas en otros lugares. La máquina de la Campana de la Libertad fue tan popular que fue copiada por muchos fabricantes de máquinas tragaperras.

En 1907, el fabricante Herbert Mills de Chicago produjo una máquina llamada “Operador de la Campana” o “Operator Bell”. En 1908, muchas de las máquinas se instalaban en tiendas de cigarros, salones, boliches, barberías y burdeles. La máquina Campana de la Libertad original puede verse todavía en el “Liberty Belle Saloon & Restaurant” en Reno, Nevada.

Sittman y Pitt de Brooklyn, New York, Estados Unidos desarrollaron una máquina de apuestas en 1891 precursora de la máquina tragaperras. Contenía cinco tambores con 50 cartas y estaba basada en el póquer. Está máquina probó ser extremadamente popular y muchos bares en la ciudad tenían una o varias máquinas.

Los jugadores metían una moneda de cinco centavos de dólar y accionaban una palanca, la cual hacía girar los tambores y las cartas que contenía, y esperaban conseguir una buena mano de póquer. No disponía de un mecanismo de pago directo y si, por ejemplo, el jugador sacaba una pareja de reyes, conseguía una cerveza gratis, o si sacaba una flor imperial podía obtener cigarros o bebidas. Los premios dependían directamente de lo que el establecimiento ofreciera.

Para mejorar las posibilidades de la casa, se eliminaban 2 cartas de la baraja: el diez de picas y la sota de corazones, lo cual reducía a la mitad las posibilidades de conseguir una flor imperial. Los tambores también se ordenaban para reducir las posibilidades de victoria del jugador.

Otra máquina ofrecía premios como goma de mascar de sabores. Los símbolos de estos sabores se utilizaban en las ruedas y de ellos derivan la cereza y el melón utilizados hoy en día. El símbolo “BAR”, que actualmente es muy común en las máquinas tragaperras, provenía del logotipo de la compañía “Bell-Fruit Gum Company”.

El pago de premios de comida fue una técnica muy popular utilizada para evitar las leyes en contra de las apuestas en algunos estados, y por esta razón las máquinas expendedoras de chicles y otros alimentos estuvieron en el punto de mira de las cortes.

Los dos casos del estado de Iowa contra Ellis[8]​ y contra Striggles[9]​ fueron ambos utilizados en las clases de derecho penal para ilustrar el concepto de confianza en la autoridad mientras se relaciona con el axioma ignorantia juris non excusat ("el desconocimiento de la ley no es excusa").[10]

En estos casos, una máquina expendedora de caramelos de menta fue declarada como un dispositivo de apuestas debido al hecho que la máquina (internamente manufacturada) tenía la posibilidad de otorgar al siguiente usuario de la máquina un número de fichas intercambiables por más caramelos. Aunque el resultado del siguiente uso fuera visible en la máquina, ambas cortes determinaron que "la máquina apelaba a la propensión del jugador a jugar, y eso es un vicio".[11]

En 1963, Bally Technologies desarrolló la primera máquina tragaperras electromecánica llamada Money Honey, aunque máquinas anteriores tales como High Hand máquina de póquer de Bally mostraba principios básicos de construcción electromecánica a principios de 1940. El acercamiento electromecánico en la década de 1960 permitió a Money Honey ser la primera máquina tragaperras con una tolva en el fondo para un pago automático, hasta 500 monedas sin necesidad de ayuda de un asistente.[12]​ La popularidad de esta máquina condujo al incremento de los videojuegos, y la palanca lateral se convirtió en dispensable. Más tarde aparecieron tragaperras electrónicas que permitieron ampliar el abanico de mecanismos de juego a ofrecer.

La primera máquina de videojuego en ofrecer una "segunda pantalla" con ronda de bonos fue Reel 'Em In, desarrollada por WMS Industries Inc. en 1996. En este tipo de máquina, la pantalla cambia para proveer un juego diferente donde pagos adicionales se pueden ganar o acumular.

Hoy en día, los juegos de máquinas tragaperras en línea se están convirtiendo en gran medida populares y que permiten a los usuarios jugar pagando o jugar de forma gratuita desde la comodidad de sus hogares. Decenas de sitios ofrecen esta comodidad a los usuarios.

Se trata de una máquina muy compleja que tiene una gran cantidad de partes móviles y sistemas que trabajan en conjunto.

Las tragaperras físicas funcionan cuando se tira de la palanca. Esto pone la tensión en un muelle en espiral que se libera para hacer girar los carretes. La palanca también fija la tensión en cada carrete para darles un tiempo aleatorio en el que se detendrá. Las ranuras pequeñas en cada carrete permiten la máquina muestre el símbolo en que cada carrete se ha detenido, y esto le dice a la máquina de la cantidad a pagar a cabo. Las tragaperras en línea, los sistemas son un poco diferentes, pero funcionan de manera muy similar. Al pulsar el botón “Girar” en la máquina tragaperras, un número totalmente aleatorio determina cuándo cada carrete se detendrá. Por supuesto, es mucho más fácil de programar la máquina tragaperras en línea para saber qué símbolos han surgido en cada carrete, y también se puede dar a los jugadores múltiples líneas de pago, juegos laterales adicionales y más. Esta es la razón por la que las máquinas tragaperras en línea se han vuelto tan populares.

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