La música de Guatemala reúne en sí una amplia gama de estilos de distintas proveniencias. A través de las diferentes etapas históricas se manifiesta una riqueza musical y cultural de características muy propias y de validez universal.
Para el conocimiento de la música de los antiguos mayas es indispensable el estudio de la iconografía conservada en códices, piezas de cerámica y arte mural. El instrumental de la música maya constó de instrumentos de viento (aerófonos) y de percusión (idiófonos). La primera de estas familias instrumentales agrupa a varios tipos de instrumentos: las flautas de caña y hueso, diferentes tipos de pitos, silbatos y ocarinas con variedad de diseños, y los vasos sibilantes. En lo relativo a la música, los mayas desarrollaron instrumentos musicales como flautas, silbatos, tambores de madera o tunkules, sonajas y cascabeles, y utilizaron caracoles sonores y caparazones de tortuga. Con su música cantaban y bailaban durante las festividades. Se supone que cada dios tenía su fecha, rito, música y cantos especiales. En vasos policromados de diferentes épocas también aparecen representadas una y otra vez las conchas marinas.
Los murales de Bonampak también muestran a un grupo de guerreros mayas tocando largas trompetas como todavía aparecen en el Rabinal Achi del siglo XIX.
En el grupo de los idiófonos se encuentra el tun, que es un tronco vaciado con una incisión en forma de H cuyas dos lengüetas resultantes se percuten con baquetas rudimentarias. Este instrumento todavía se ve ocasionalmente en Guatemala. También están los tambores de madera con una sola membrana de piel de venado o jaguar, así como los caparazones de tortuga de diferentes tamaños, los raspadores y las sonajas. Los instrumentos musicales estaban caracterizados por su estrecha conexión con las deidades del panteón maya.
La música tradicional guatemalteca tiene orígenes en la antigua cultura maya, cuyos elementos se fusionaron a partir del siglo XVI con componentes de las culturas españolas y afro-caribeñas. Esto está representado en la marimba, considerada instrumento nacional, que contiene elementos conceptuales y constructivos provenientes de cada una de estas tres culturas que forman la base de la cultura guatemalteca.
La marimba es un idiófono de la familia de los xilófonos que ha tenido un desarrollo notable a partir del modelo cultural original. Se distingue la marimba de arco, un instrumento portátil con un teclado diatónico provisto de resonadores de jícara; la marimba sencilla, que ya es estacionaria, estando apoyada sobre patas de madera, y ocasionalmente provista de cajas de resonancia construidas de madera; y la marimba doble o cromática, inventada en 1894, que posee en adición al teclado original diatónico (que representa las teclas blancas del piano) un teclado adicional con las notas equivalentes a las teclas negras del piano, con lo cual se logra reproducir la escala cromática de doce sonidos. Este invento abrió las puertas a que la marimba pudiera asimilar la música pianística en boga para esa época, y tuvo como consecuencia la popularización inmensa del instrumento durante el siglo XX en Guatemala.
Guatemala fue una de las primeras regiones del Nuevo Mundo en ser introducidas a la música europea, a partir de 1524. Los misioneros y clérigos trajeron consigo un amplio repertorio de cantos litúrgicos para las diferentes celebraciones del año católico. Tanto en la primera catedral, consagrada en 1534 y reconstruida después del traslado al Valle de Panchoy, como en las misiones de la Verapaz se cultivó el canto gregoriano y el polifónico. La polifonía estaba a cargo del maestro de capilla, de quien también se esperaba que contribuyera los trozos corales que fueran necesarios. Entre los maestros de capilla, se destacaron durante el siglo XVI tres compositores ibéricos que trabajaron en la catedral de Santiago de Guatemala: Hernando Franco, Pedro Bermúdez y Gaspar Fernández. Todos ellos dejaron composiciones de altísima calidad, contenidas en diversos manuscritos eclesiásticos y destinadas principalmente a las liturgias de vísperas y de la misa.
Durante el siglo XVII cambió el gusto, dándose preferencia al género del villancico de maitines. Estas composiciones, de estilo barroco, estaban escritas mayormente en castellano, pero también en dialectos seudo africanos, gallegos, italianos o franceses, y ocasionalmente en acentos indígenas guatemaltecos. Los más grandes compositores en este género fueron Manuel José de Quirós y Rafael Antonio Castellanos. A este último correspondió encarar el traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción, a la cual llegó en noviembre de 1779. Entre sus coetáneos y alumnos varios se destacaron como compositores, como Manuel Silvestre Pellegeros, Pedro Antonio Rojas y Pedro Nolasco Estrada Aristondo.
José Eulalio Samayoa es el compositor emblemático de esta orientación estilística. Fue uno de los primeros compositores de las Américas, si no el primero, en abordar la composición del género de la Sinfonía. De sus obras en este género nos han quedado tres: la Séptima Sinfonía, así como la Sinfonía Cívica y la Sinfonía Histórica. También escribió mucha música sacra en latín, así como villancicos en castellano. José Escolástico Andrino también cultivó el género de la sinfonía y el villancico. Otros compositores de esa época son Juan de Jesús Fernández y Remigio Calderón.
La música sacra y el género de la sinfonía después de Samayoa está representado por Indalecio Castro. Otras tendencias musicales románticas están representadas por la música pianística, la ópera, las bandas militares y el invento de la marimba cromática. La música pianística obtuvo un gran impulso con el regreso de Europa de un grupo de virtuosos, quienes también habían aprendido la composición musical: Herculano Alvarado, Luis Felipe Arias, Julián González y Miguel Espinoza. La labor de ellos sería continuada entrado el siglo XX por pianistas compositores como Alfredo Wyld, Rafael Vásquez y Salvador Ley. El género de la ópera fue introducido en Guatemala por Anselmo Sáenz y Benedicto Sáenz hijo, quienes de esa manera abrieron las puertas a que se recibiera la frecuente visita de compañías de ópera italianas, y a que se construyeran teatros para el efecto, como el Teatro Colón (antiguo Teatro de Carrera), el Teatro Municipal de Quetzaltenango y el de Totonicapán. Una de estas compañías italianas de ópera trajo consigo a Pietro (Pedro) Visoni como director (junto con su esposa, la prima donna Luisa Riva de Visoni). El maestro Visoni, oriundo de Bérgamo, y otrora organista del Duomo de Milán (1858-1863), fue contratado en 1871 por el nuevo gobierno liberal para dirigir las bandas del 1.er y 2.º batallón del ejército. Visoni fusionó las bandas y fundó la Banda Sinfónica Marcial de Guatemala. Debido a la falta de músicos entrenados, el maestro Visoni decidió crear un conservatorio de música (el primero en el país) al cual nombró Escuela de Substitutos. La Banda Sinfónica Marcial y la Escuela de Substitutos se convirtieron en los pilares del desarrollo de la música clásica en el país. Rafael Álvarez Ovalle (por quien la Escuela de Substitutos es nombrada actualmente y autor de la música del himno nacional) fue uno de los graduados de esta institución musical. La Escuela de Substitutos es ahora Escuela Militar de Música "Maestro Rafael Alvarez Ovalle" de la cual su Banda Marcial compuesta por jóvenes alumnos, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en el Acuerdo Ministerial 1220-2011 de fecha 30 de diciembre del año 2011. La Banda Sinfónica también produjo eventualmente muchos de los músicos que formarían la base de la Orquesta Sinfónica Nacional en los 1940. Las bandas se desarrollaron principalmente gracias a la acción del director prusiano Emilio Dressner, quien introdujo nuevas técnicas instrumentales y una disciplina adecuada para el estudio y la interpretación instrumental. Entre los compositores que fueron discípulos de Dressner se destacaron Germán Alcántara, Rafael Álvarez Ovalle y Fabián Rodríguez.
Un paso fundamental fue el invento en 1894 de la marimba de doble teclado o cromática, realizado en Quetzaltenango por el constructor de marimbas quetzalteco Sebastián Hurtado. A partir de entonces fue posible para las marimbas interpretar las piezas de música de salón en boga, aprendiéndose valses, mazurcas, polkas, pasodobles y otras, de las cuales también empezaron a componer los autores locales. Entre estos sobresalieron los hermanos Bethancourt, representados por Domingo Bethancourt; los hermanos Hurtado, en especial Rocael Hurtado; y los hermanos Eustorgio, Higinio y Benedicto Ovalle; Wotzbelí Aguilar y Mariano Valverde, entre los integrantes de numerosas marimbas que se formaron durante las primeras décadas del siglo XX.
La postura de interesarse por la música autóctona y también por las temáticas literarias del pasado maya se cristalizó en la actividad y obra de Jesús Castillo. Sus oberturas indígenas y más tarde su ópera Quiché Vinak fueron fundamentales para establecer una postura de apreciación y valoración de las herencias culturales guatemaltecas. Su hermano Ricardo Castillo, compositor, quien tuvo la oportunidad de estudiar en París, continuó con esta orientación, introduciendo a su música elementos estilísticos del impresionismo y del neoclacisismo musicales. José Castañeda fue otro compositor de esa generación en interesarse por el pasado maya, si bien en sus composiciones instrumentales mantuvo una postura más bien experimental, en tono con las tendencias más avanzadas de su tiempo. Una influencia importante emanó del compositor austriaco Franz Ippisch, quien hizo los primeros pasos hacia la valoración de la herencia musical histórica y proporcionó recursos a varios jóvenes músicos de Guatemala. Entre los alumnos de estos maestros varios se interesaron por seguir la misma corriente, componiendo obras basadas en historias del Popol Vuh o en la temática del Rabinal Achí. Esta postura valorativa se manifestó en diversos entornos estilísticos, extendiéndose al ámbito de la marimba y de la composición electroacústica a finales del siglo XX. En el siglo XX se valoraron también las herencias culturales de otras etnias, como en el drama musical Caribe (ópera) del compositor Dieter Lehnhoff, que representa temas de la historia y la tradición oral de los habitantes del litoral Caribe centroamericano.
En la actualidad, en Guatemala se cultivan varios géneros de la música clásica. Igualmente, la Orquesta Sinfónica Nacional tiene temporadas escolares, populares e internacionales, en las que participan directores invitados, ya que desde hace varias décadas no tiene director permanente. Hay varias orquestas juveniles en la Ciudad de Guatemala, formadas por estudiantes y con el apoyo de fundaciones. La Orquesta Millennium es una agrupación ad hoc que se ha dedicado a la valoración de la música clásica de Guatemala, desde el Renacimiento y el barroco hasta la actualidad, presentándola a menudo junto a la música de los grandes maestros universales. El Coro Nacional, fundado en 1945, se ha enfocado en la música regional de Guatemala. Hay numerosos coros universitarios y de aficionados que se reúnen en convergencias corales como la Musicoral y la Guatecoral, que se celebran con el fin de unir a Guatemala en el ámbito musical y operatico entre otras. Recientemente, se han formado varios coros juveniles. La mezzosoprano de origen argentino Cristina Altamira ha realizado durante años numerosos estrenos de música antigua inédita procedente del renacimiento y el barroco en Guatemala, tanto en vivo como en discos compactos, de los que se hallan varios en el mercado local. La Maestra Altamira produce el programa radial educativo "Barroco de Dos Mundos" que se transmite todos los viernes a las 8:00 PM desde 2001 por Radio Faro Cultural de Guatemala, 104.5 FM. También hay cantantes de ópera, entre quienes se destaca Luis Felipe Girón May. Ofrecen recitales con arias y otros trozos operáticos, y una o dos veces al año participan en montajes de óperas. Estos se realizan en el marco de festivales, con artistas y directores extranjeros, ya sea en escenarios de la Antigua Guatemala o bien en el Teatro Nacional de la Ciudad de Guatemala. Hay diversos grupos de cámara como cuartetos de cuerda, quintetos de vientos, dúos, tríos, etc. Un número más bien reducido de pianistas y guitarristas clásicos ofrece recitales ocasionales en salas de cámara como el Instituto Guatemalteco Americano IGA y el Centro Cultural de España en Guatemala que programan ocasionalmente conciertos de música contemporánea.
Con el paso del tiempo la música ha sufrido varios cambios en su forma de ejecución, que va de lo instrumental hasta su ejecución con sonidos electrónicos.
A lo largo de los siglos se han dado una amplia gama de estilos en la música guatemalteca, abarcando desde las expresiones sonoras prehispánicas, la música litúrgica renacentista, el Barroco y el período clásico hasta la música de la marimba y los estilos folklóricos y populares que este instrumento nacional representa. Entre los compositores se han destacado:
A partir de la tercera década del siglo XX se cultiva la canción ligera para canto con acompañamiento de piano, marimba u otros conjuntos acompañantes. En 1933, Martha Bolaños de Prado compone las melodías: “Alma mixqueña”, “Negros frijolitos”, “El zopilote”, “Chancaca” y “Pepita”; la letra de las mismas fue escrita por Gustavo Schuartz. En 1943 se inicia la época de oro de la radiodifusión nacional con la TGW. En ese período las emisoras produjeron piezas dramatizadas, surgieron programas de calidad que podían competir con los extranjeros y la radiodifusión nacional alcanzó su máximo desarrollo. En la TGW surgieron compositores y cantantes guatemaltecos, algunos interpretaban boleros de tipo romántico, entre ellos: Paco Pérez (compositor de Luna de Xelajú), Gustavo Adolfo Palma (tenor lírico, compositor de la canción “Contigo”), Juan de Dios Quezada, Manolo Rosales, Jorge Mario Paredes y Ernesto Rosales. Otros cantantes interpretaban música selecta popular como Julio Cáceres, Mildred Chávez, Dora René Figueroa, Carmen Yolanda, Lucinda Lara, las hermanas Gonzáles, el dúo conformado por Magedla y Tatiana García. O bien, música de corte clásico como Ernesto Ávalos Gutiérrez, Gloria Susana Castañeda de Palacios, los esposos Coronado (Bella España y René) y la cantante de ópera Lily Andreu Spillari. Tanya Hazel Zea García (Guatemala, 25 de febrero de 1953), nacida aparentemente en Cobán; conocida en el mundo artístico como Tanya Zea, obtuvo el segundo lugar en el festival de la Organización de Televisión Iberoamericana OTI 1974, con la canción "Yo soy" de su propia inspiración. Edgar Ricardo Arjona Morales (Jocotenango, Guatemala, 19 de enero de 1964), conocido artísticamente como Ricardo Arjona o simplemente Arjona, es un cantautor guatemalteco de música pop y baladas quien ha alcanzado fama internacional y ha cosechado un gran número de éxitos. A inicios del siglo XXI la escena musical popular guatemalteca está en ebullición. También surgen Solistas y cantautores tales como Carlos Peña (ganador de la segunda edición del reality show Latin American Idol), Ricardo Andrade, Giovanni Pinzón, Mr. Fer, Carlos Catania y Giovanni Passarelli, entre muchos otros, compiten por hacerse un espacio entre el público local.
También grupos y bandas como Bohemia Suburbana, Influenza, Malacates Trébol Shop, El Tambor de La tribu, Noctis invocat, Mosquito Farm, Tieznesis, In Honor of Silence, Rain of God, Viento en Contra, Viernes Verde, El Clubo, Angels y la Gran Calabaza. Desde los años '80 y con vigencia en el género balada y ranchero está Elizabeth de Guatemala. Los géneros caribeños, como la salsa y merengue también cuentan con varios exponentes locales como Grupo Rana, Tormenta Band, Grupo Branly, La Tripulación, La Gran Familia, Ensamble Latino y FM de Zacapa.
En Guatemala hay numerosos músicos instrumentistas de todas las familias de instrumentos. Entre los intérpretes de viento han sobresalido el saxofonista Arturo Xicay, el intérprete de la armónica Roberto Abularach, los oboístas Manuel Gómez Samayoa y Fielding Udine Roldán, los flautistas Julio García y Gabriela Corleto, y el trompetista Nery Cano. Entre los violinistas destacaron Andrés Archila, José Santos Paniagua, Baudilio Méndez y Henry Raudales, y entre los intérpretes del violonchelo han sido notables Eduardo Ortiz Lara y Juan Carlos Paniagua. Los pianistas clásicos, que han sido listados por Carlos Soto, incluyen a Eddy Wunderlich, Zoila Luz García-Salas, Alma Rosa Gaytán y Tito Alvizúrez. En la percusión se han destacado numerosos marimbistas, así como bateristas de la talla de Edgar "Manú" Ramírez, Luis Estrada, Carlos Gómez y Fernando Martín, un baterista de trayectoria internacional graduado del PIT (Percussion Institute of Technology) en el Musicians Institute en Hollywood, California. Los géneros que interpretan abarcan desde la música clásica y los géneros populares ligeros hasta el rock y el jazz.
Véase la categoría: Músicos de Guatemala.
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