Maestro de Sopetrán es la denominación convencional por la que se designa a un anónimo pintor hispanoflamenco con obra en tierras de Guadalajara, activo hacia 1470 al servicio de los Mendoza. Debe su nombre a las cuatro tablas de un retablo procedentes del monasterio benedictino de Santa María de Sopetrán (Guadalajara), conservadas actualmente en el Museo del Prado, en el que ingresaron en 1934, cuyos asuntos son la Anunciación, Natividad, Tránsito de la Virgen y retrato del donante.
Las pinturas formaron originalmente las puertas o calles laterales de un retablo dedicado a la Virgen localizado en el monasterio de Sopetrán, fundación del marqués de Santillana, quien se encontraría retratado como donante en una de las tablas según afirmaba en el siglo XVII el historiador del monasterio, fray Antonio de Heredia, con las primeras noticias de estas pinturas, «que se conoce son pinturas de Flandes, y se conservaron en el nuevo retablo por ser tan primorosas». El aspecto juvenil del donante, cuyos rasgos faciales son muy distintos de los que tenía Íñigo López de Mendoza I marqués de Santillana en el retrato de Jorge Inglés para el Altar de los ángeles del Hospital de Buitrago, y la indumentaria, que podría corresponder a una fecha en torno a 1470, algunos años posterior a la muerte del primer marqués, ha hecho suponer que el retratado sea en realidad el hijo de este, Diego Hurtado de Mendoza, II marqués de Santillana y I duque del Infantado, a quien correspondió concluir las obras del monasterio.
Su anónimo autor, de quien ninguna otra obra se conoce, demuestra un buen conocimiento de la pintura flamenca y se sirve de modelos más modernos que los utilizados por Jorge Inglés, cercano en particular a la escuela de Tournai como se advierte en las arquitecturas del Tránsito de la Virgen, semejantes a las empleadas por Robert Campin, y muy especialmente en la tabla de la Anunciación, inspirada en las composiciones del mismo asunto de Rogier van der Weyden. Muy interesante y más personal es el matizado estudio de la iluminación y la amplitud y profundidad con que concibe el espacio en que se sitúa el retrato del donante, arrodillado en el interior de una capilla, ante un altar con la imagen en talla de la Virgen de Sopetrán que el marqués de Santillana, según fray Antonio de Heredia, había hecho traer de Flandes.
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