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Magdalena León Gómez



¿Dónde nació Magdalena León Gómez?

Magdalena León Gómez nació en Barichara.


Magdalena León Gómez (Barichara, Santander, 30 de junio de 1939) es una socióloga feminista colombiana especialista investigación social y estudios de las mujeres. Formada con los fundadores de la sociología colombiana Orlando Fals y Camilo Torres, trasladó el marco retórico y discursivo al análisis de la realidad empírica utilizando la encuesta, la sistematización y el análisis de datos para conocer la realidad sobre el terreno, no sólo de Colombia sino también de América Latina.

Ha trabajado en formulación de políticas orientadas al avance de las mujeres. Es autora de La mujer y el desarrollo en Colombia (1977) reconocida como el trabajo que inauguró desde una perspectiva nacional el tema de la mujer y el desarrollo en Colombia tanto por su incidencia en el ámbito académico como por su impacto en la formulación de políticas públicas. Destacan también sus investigaciones estableciendo un enfoque de género sobre las políticas de redistribución que permitieron el reconocimiento del trabajo de las mujeres en el mundo rural y agrario reivindicando la propiedad de la tierra para las mujeres como clave del desarrollo y la lucha contra la pobreza.

Nació en el pequeño pueblo de Barichara, en la provincia de Santander, siendo la quinta de nueve hermanos, siete mujeres y dos varones. Hija de Juan Francisco León, un comerciante liberal dueño de un almacén de telas, contó con el afecto y cuidado de dos madres, su madre Lola Gómez de León y la tía Tata, explica Magdalena rememorando su historia.[1]​ También el recuerdo de la violencia y como consecuencia de las amenazas el traslado de su padre y hermanos mayores a Bucaramanga y poco después de toda la familia, cuando ella contaba 7 años.

Comenzó el tercer año de primaria en el colegio de las monjas franciscanas y allí mismo se graduó como bachiller. Allí, en quinto de bachiller conoció a Monserrat Ordóñez, futura literata, con quien entabló amistad. Educada en Barcelona y con una amplia biblioteca Ordóñez facilitó a Magdalena la conexión con los libros y las bibliotecas, despertando su pasión por el conocimiento.[1]

En compañía de su hermano mayor que había estudiado medicina se trasladó a Bogotá para matricularse en la Universidad Nacional de Colombia. Se decidió inicialmente por la economía hasta que "reclutada" por Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo pionero de la Teología de la Liberación y cofundador de la primera facultad de Sociología de América Latina, ingresó en la primera promoción de sociología, una carrera recién fundada en la Universidad Nacional (1959-1962).

El grupo de compañeros formado por cuatro mujeres y unos doce o trece hombres estaba liderado por Fals, Torres y Andrew Pierce y posteriormente se incorporaron otras personas como Virginia Gutiérrez de Pineda. Con ellos estudió las diversas materias: sociología rural impartida por Orlando Fals que incluía salidas al campo para conocer y transformar la realidad, metodología con Camilo Torres, con quien visitaba los barrios pobres de Bogotá y antropología de la familia, con Virginia Gutiérrez de Pineda quien realizaba en esa época la investigación pionera sobre la familia en Colombia.

Se graduó en 1963 y logró una beca de la Fundación Rockefeller para estudiar en la Universidad de Washington. De regreso a Colombia se vinculó como docente a la Universidad Nacional dictando el curso de Estructura de clases y estratificación social.

En 1967 se casó con Francisco Leal, estudiante de sociología. Nació su primera hija Claudia María y se trasladó de nuevo a Estados Unidos, a la Universidad de Wisconsin. Posteriormente nació su segunda hija, Marta Biviana. Es la época en la que conoció a una feminista española con quien compartió reflexiones sobre las vivencias de ser mujer. En las librerías empezaban a circular libros y autoras clave, como Betty Friedan y su La mística de la feminidad aunque, según ha explicado posteriormente la socióloga, en ese momento ella no tuvo contacto directo con el feminismo liberal y posteriormente el feminismo radical que surgía en Estados Unidos.[1]​ Fue a su regreso de nuevo a Colombia y buscar trabajo, cuando se confrontó al deseo de comprender qué pasaba con las mujeres de su país.

En 1974 a propuesta de la Asociación Colombiana para el Estudio de la Población (ACEP) se vinculó al proyecto La participación de la mujer en los procesos de desarrollo económico y social de Colombia . Con el supuesto de que los procesos de desarrollo mejoraban las condiciones de vida de las mujeres en las sociedades en tránsito hacia la modernización, la investigación se propuso establecer el grado de participación femenina en las áreas más importantes para el avance social y establecer los factores que promovían o impedían dicha participación. Magdalena dirigió un equipo interdisciplinario de investigación integrado por Virginia Gutiérrez de Pineda, Cecilia López, Josefina Amézquita de Almeyda, Patricia Pinzón de Lewin, Hernando Ochoa y Dora Rothlisberger entre otros. Empezaron a trabajar con las mujeres del medio urbano. Su trabajo se publicó con el título: La mujer y el desarrollo en Colombia (1977)[2]​ reconocido como el trabajo que inauguró desde una perspectiva nacional colombiana el tema de la mujer y el desarrollo en Colombia por su incidencia en el ámbito académico como por su impacto en la formulación de políticas públicas.[1]

Tras 15 años de investigaciones, en 1989 deja la ACEP y regresa a la Universidad Nacional de Colombia participando en el Grupo Mujer y Sociedad y en 1990 reingresa como profesora de planta.

En 1994, creó el Fondo de Documentación Mujer y Género: Ofelia Uribe de Acosta, que dirigió hasta 1999. También impulsó la creación de redes de estudio: en 1995 se creó la Red de Masculinidad y en 1996 la Red de Mujeres y Participación Política en la cual confluyeron mujeres académicas, sindicalistas, políticas, de las ONG y líderes de base.[1]

Entre 1995-1999, durante sus últimos años de universidad Magdalena León regresa a la investigación sobre las mujeres rurales repensando su situación más de una década después de sus primeras investigaciones. Junto a Carmen Diana Deere realizan un estudio comparativo en doce países de América Latina. Las autoras explican la desigualdad por las preferencias masculinas en el otorgamiento de la herencia, por los privilegios que tienen los hombres en el matrimonio, por los sesgos masculinos de las políticas y programas estatales de distribución de tierras y por los sesgos de género que existen en el mercado.[1]

En 1980 publica la investigación Mujer y capitalismo agrario: Estudio de cuatro regiones colombianas destacado por el reconocimiento que realiza sobre el aporte del trabajo de las mujeres campesinas y su aportación en la acumulación del capital. El trabajo, influenciado por el trabajo previo de la economista danesa Esther Boserup (1970) de estudios y políticas sobre Mujer en Desarrollo (MED)[3]​ que posteriormente cuestionó en su obra por el predominio causal,[1]​ es también el primer trabajo conjunto al que seguirán numerosas colaboraciones en investigaciones sobre mujeres rurales de León y Carmen Diana Deere.

El marco teórico estableció tres niveles de análisis: la división internacional del trabajo en un escenario de relaciones de dependencia entre países desarrollados y subdesarrollados determinadas por las relaciones de producción y el capital internacional; la división social del trabajo en la cual se examinaron la incorporación de las formaciones sociales al proceso de acumulación del capitalismo mundial, sus vínculos con el capital nacional, las estructuras de producción y el mercadeo interno y la formación de las clases; por último, se estudió la división sexual del trabajo en el sistema de producción agrícola y en el interior de los hogares campesinos. La relación y la influencia de los dos primeros niveles sobre la división sexual del trabajo permitieron, a su vez, establecer las funciones que desempeñaban las mujeres rurales en la producción social y en la producción y reproducción doméstica.[1]​ Entre sus principales conclusiones el estudio señala que la división sexual del trabajo, es decir, la participación de hombres y mujeres tanto en el mercado laboral como en los hogares campesinos, está determinada por el control y el acceso que se tenga a los medios de producción, los cuales se encuentran bajo el dominio y son propiedad de la clase hegemónica. Por tanto los dueños de los medios de producción establecen las reglas de participación por sexo, tanto en términos económicos como ideológicos. En consecuencia, la división sexual del trabajo se explica como producto de la división social del trabajo y de las relaciones de producción propias del sistema capitalista.[1]

En 1981 y 1982 compiló y publicó la colección de tres tomos: Debate sobre la mujer en América Latina y el Caribe. En el artículo Política agraria en Colombia y debate sobre políticas para la mujer rural señaló los logros y las limitaciones de la política para la mujer rural formulada en 1984 mientras no se tenga la voluntad política de transformar las estructuras que impiden el acceso y el control de la tierra, punto aplazado por la reforma agraria.[1]

En 1986 publicó el estudio La mujer y la política agraria en América Latina en el que hace visible el trabajo de las mujeres rurales, las reconoce como productoras agrícolas y caracteriza la economía campesina en América Latina como un sistema agrícola familiar, tesis contraria a la de Boserup quien la interpretó como un sistema agrícola masculino. En el estudio el enfoque de género se hace explícito, así como su relación e interdependencia no sólo con la clase social, sino con la etnia, el ciclo vital familiar y la edad.

En 2001 León vuelve a tratar el tema de la situación de la mujer rural con el objetivo de repensar su situación dos décadas después y lo hacizó junto a Carmen Diana Deere. El resultado cristalizó en el libro Género, propiedad y empoderamiento: tierra, Estado y mercado en América Latina (2000), un estudio comparativo que abarca doce países en el que las autoras demuestran que la desigualdad de género en la propiedad de la tierra en América Latina tiene su origen en la familia, la comunidad, el Estado y las relaciones de mercado.[1]

Las autoras desarrollaron conceptual y empíricamente la propuesta teórica de Nancy Fraser en el sentido de que se requieren acciones integrales que den salida de manera simultánea tanto a las demandas relacionadas con la igualdad y la redistribución, como a las referidas a las diferencias y el reconocimiento.[1]

En 2011 también es coautora junto a Carmen Diana Deere del libro "Land and Property Rights in Latin America" un análisis multidisciplinar sobre género y propiedad en América Latina que ha servido de referencia en los análisis sobre desigualdad y género en la región. La obra plantea la comparación de la situación de las mujeres casadas en América Latina comparándolas con la de Estados Unidos e Inglaterra a principios del siglo XIX, demostrando la importancia de la noción de igualdad formal de las mujeres ante la ley para avanzar y la necesidad de reconocer el trabajo que realizan las mujeres en el marco agrario con el fin de asegurarles el control de los activos productivos, especialmente la propiedad de la tierra, clave para la reducción de la pobreza que les afecta especialmente.[4]

De 1981 a 1986 desarrolla el proyecto Acciones para transformar las condiciones socio-laborales del servicio doméstico en Colombia un proyecto que pretendía no sólo comprender el fenómeno como tal, sino “transformar las relaciones laborales del servicio doméstico”. El trabajo tuvo influencia en la legislación laboral y permitió alcanzar el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras, entre ellos la ley que les dio el acceso a la seguridad social. Esta investigación generó procesos de reflexión individual y colectiva, entre las empleadas y las empleadoras y promovió la organización del gremio de mujeres en cuanto trabajadoras domésticas y ciudadanas.[5][6]

Entre 1981 y 1982 compiló y publicó la colección de tres tomos: Debate sobre la mujer en América Latina y el Caribe (1982).[7]​ En la introducción de la compilación León planteó la necesidad de una perspectiva integral dirigidas a "cambiar la división sexual del trabajo dentro y fuera del hogar así como los factores que afectan la socialización de los roles sexuales y las relaciones de poder entre los sexos". Cuestionaba la orientación del enfoque Mujer en el Desarrollo por el predominio causal, y por tanto explicativo, que le otorgaba a la variable clase sobre la de sexo y argumentaba que las revoluciones socialistas no produjeron cambios en la división sexual del trabajo. Consideraba que la categoría mujer, en sí misma no es homogénea sino que presenta diferencias sustanciales determinadas, entre otras razones, por la clase. Por último, consideraba insuficiente como objetivo del desarrollo la igualdad entre hombres y mujeres.

En 1995 y 1996 desarrolló un nuevo bloque temático en dos textos: Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino (1995) compilado por Luz Gabriela Arango, Magdalena León y Mara Viveros y el ensayo de Magdalena Políticas de población vs. fundamentalismos religiosos (1996), publicado en la revista Foro. En ambas obras se trabaja la cuestión de identidades de género desde diferentes perspectivas: cuerpo e identidad, mujeres, lenguaje y cultura, masculinidades, prostitución y violencia y familia e identidades, entre otros temas. Magdalena plantea la cuestión de la familia nuclear como la institución en la cual se consolidan de manera hegemónica las identidades masculina y femenina origen, a su vez, de las desigualdades de género.

Entre sus principales publicaciones se encuentran:



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