Magister officiorum era la denominación que tenía un alto funcionario del Imperio romano en su época final, que se encontraba en posesión de amplios poderes, en especial de todos aquellos próximos al emperador romano.
El cargo aparece por vez primera en 320. El magister officiorum cumplía funciones equivalentes a un superintendente general de los servicios del Palacio imperial o Canciller: controlaba los servicios de información, la guardia imperial y la fabricación de las armas para esta unidad, y del servicio postal romano. Se encargaba igualmente de organizar las recepciones y audiencias del emperador, del conjunto del personal de palacio adscrito directamente a atender a este y gestionaba todas las cuestiones internas.
Con la creación del Imperio romano de Oriente, la figura del magister officiorum se estableció allí con idénticas funciones con la muerte de Teodosio I. Las responsabilidades de los magister officiorum se incrementaron en el campo civil a partir de mediados del siglo V, y con Justiniano I llegaron a alcanzar tareas diplomáticas.
El rey ostrogodo Teodorico mantuvo la usanza y nombró al afamado Casiodoro como magister officiorum en la corte de Rávena.
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