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Mallos de Riglos



9 de julio de 1935. Jean Arlaud a la punta Buzón del Firé.

Los mallos de Riglos son unas formaciones geológicas consistentes en unas peñas de paredes verticales, llamadas mallos, situadas en la localidad española de Riglos, en la provincia de Huesca, unos 45 km al noroeste de Huesca capital, en las sierras del Prepirineo oscense. Alcanzan los 275 metros de altura máxima (espolón norte del Pisón) y se caracterizan por sus grandes paredes verticales o incluso desplomadas, muy apreciadas para la práctica de la escalada.

En noviembre de 2016, el Consejo de Aragón aprobó la declaración de Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba.[1]

Los Mallos de Riglos son consecuencia de la elevación de los Pirineos durante la orogenia alpina y están formados principalmente de conglomerados del Mioceno, sedimentos con cantos rodados de tamaño significativo (bloques y grava), con matriz de arena y cementados por carbonatos.

Al crearse la cordillera pirenaica, la erosión provocó que gran cantidad de material fuera arrastrado hacia el sur por cauces que vertían sus aguas a la antigua depresión del Ebro, depositándose y sedimentándose en enormes conos de deyección. Estos depósitos aluviales fueron elevados y diaclasados por plegamientos de las capas inferiores y posteriormente erosionados, dando lugar a altas paredes subverticales. La meteorización, sobre todo la de tipo fluvial, abrió profundas barranqueras ensanchándose las fisuras y formándose las características chimeneas. Los estrechamientos y techos que aparecen en ellas son debidos a que la roca más dura ha persistido a pesar de la erosión de las aguas fluviales.

«Mallo» es un término aragonés. Cada mallo tiene un nombre propio, cuyo origen procede en algunos casos del nombre de algunas casas de Riglos (Firé y Pisón), de su forma o color característico (el Puro, el Cuchillo, la Visera, del Agua, os Fils, Colorado, Magdalena, Aguja Roja, Tornillo, Tornillito) o en homenaje a otras personas no relacionadas necesariamente con el mundo de la escalada (de los Castellanos, Melchor Frechín, Roberto Martí "Chichín", José Enrique Herrera, Mariano Cored, Víctor Carilla, Luis Gómez Laguna, General Capaz, Don Justo). Respecto a la toponimia de los mallos pequeños, a la zona se la denomina "os galochos", que en aragonés, galacho o galocho significa zona angosta o de paredes verticales creada por la erosión del agua. Así lo recoge Julio Soler Santaló, en un artículo para el boletín de 1911 del Centre Excursionista de Catalunya.[2]​ Cada mallo tiene su propio "galocho".

Tradicionalmente se dividen en tres grupos. Los mallos grandes, los mallos pequeños o mallos chicos y los Fils.

Los mallos grandes son:

Los mallos pequeños son:

Más al este, destacan el Paredón de los Buitres, también llamado mallo Arcaz, y el Macizo d'os Fils -"de los hilos" en aragonés, por su estratificación horizontal- donde destacan la Peña don Justo, en homenaje a don Justo Garasa, el Tornillo y el Tornillito o Falso Tornillo, ambos por su forma característica.

Los Mallos de Riglos son un paraíso de montañeros, escaladores y amantes de la naturaleza. Su descubrimiento por el montañismo se debe a algunos viajeros como Charles Dembowski, José María Quadrado, Santiago Ramón y Cajal y sobre todo Alphonse Lequeutre y Lucas Mallada, que ya en el siglo XIX llamaron la atención de los lectores de sus obras sobre la belleza de estas moles, influyendo decisivamente en las descripciones de pirineístas como Aymar de Saint-Saud, Lucien Briet y Franz Schrader, si bien es muy probable que estos dos últimos no llegaron a conocer los mallos más que por referencias indirectas, tal y como se desprende de la sorprendente vaguedad de sus relatos.

Ya en el siglo XX, cabe destacar la contribución de Julio Soler Santaló, quien publicó las primeras fotografías de los Mallos, publicitando de esta manera su existencia, lo que contribuyó de manera notable a la llegada de ciertos grupos de montañeros españoles y extranjeros que con poca fortuna intentaron conseguir alguna cima de estos monolitos.

Aunque a algunos mallos como la Visera, el Melchor Frechín, el mallo del Agua, el Paredón de los Buitres o el Macizo d'os Fils se puede acceder caminando hasta su parte superior, en el resto de mallos es obligado escalar sus espectaculares paredes verticales para lograr coronar cima.

Los principales hechos históricos relacionados con la escalada en los Mallos de Riglos han sido:

Fuera del ámbito de la escalada, cabe destacar que durante los años 50 y 60 también se produjo cierto interés entre los montañeros que acudían a Riglos por explorar algunas de las simas de su término municipal como las de Cubilillo o Espinabla, aunque el escaso interés y desarrollo de éstas -a pesar de que la sima de Cubilillo se encuentra entre una de las máximas profundidades en conglomerado del mundo-[12]​ provocó que la espeleología quedara como una actividad anecdótica.

En los últimos años se ha hecho bastante popular el salto BASE desde los mallos, con impresionantes saltos desde mallos como el Firé, el Pisón e incluso el Puro, siendo no obstante la Visera por su acceso caminando y su gran desplome el mallo preferido para este fin.

Más reciente aún es la práctica de las vías ferratas, en auge tras el equipamiento en el macizo d'os Fils de la ferrata del Cubilillo, un itinerario equipado con clavijas que lleva hasta el Mirador de los Buitres.

Mallo Firé

Mallo Pisón

El Puro

El Cuchillo

Melchor Frechín

Visera



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