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María Elena Walsh



María Elena Walsh (Villa Sarmiento, 1 de febrero de 1930 - Buenos Aires, 10 de enero de 2011) [3]​ fue una poetisa, escritora, cantautora, dramaturga y compositora argentina, considerada como «mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias».[4]

El escritor Leopoldo Brizuela ha puesto de relieve el valor de su creación diciendo que «lo escrito por María Elena configura la obra más importante de todos los tiempos en su género, comparable a la Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll o a Pinocho. Una obra que revolucionó la manera en que se entendía la relación entre poesía e infancia».[5]

Famosa por sus obras infantiles, entre las que se destacan el personaje/canción Manuelita la tortuga y los libros Tutú Marambá, El reino del revés, Dailan Kifki y El Monoliso, es también autora de varias canciones populares para adultos, entre ellas Como la cigarra, Serenata para la tierra de uno y El valle y el volcán. Otras canciones de su autoría que integran el cancionero popular argentino son La vaca estudiosa, Canción de Titina, El reino del revés, La pájara Pinta, La canción de la vacuna (conocida como El brujito de Gulubú), La reina Batata, El twist del mono Liso, Canción para tomar el té, En el país de Nomeacuerdo, La familia Polillal, Los ejecutivos, Zamba para Pepe, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la justicia, Canción de caminantes, entre otras. Entre sus álbumes destacados se encuentran Canciones para mirar (1963) y Juguemos en el mundo (1968). En el panorama de la música infantil en Latinoamérica, se destaca junto a grandes maestros como el mexicano Francisco Gabilondo Soler y la cubana Teresita Fernández. La película de dibujos animados Manuelita (1999), dirigida por Manuel García Ferré para el público infantil, se inspira en su famoso personaje y reúne algunas de sus canciones.

Saltó a la escena pública con la publicación, con apenas 17 años, del libro de poesía Otoño imperdonable. La obra le supuso el reconocimiento en los circuitos literarios de la época y el padrinazgo de Juan Ramón Jiménez, quien la invitó a instalarse una temporada en los Estados Unidos. La experiencia no resultó fácil para la autora, como relatara en diversas ocasiones. Sin embargo, este viaje fue el primero de una serie de travesías que daría pie a su formación como autora.

Hacia 1948 formó parte del movimiento literario de La Plata, que se reúne en torno al sello editorial Ediciones del Bosque, creado por Raúl Amaral. Esta editorial publicó algunas de sus obras poéticas. Entre 1951 y 1963 formó el dúo Leda y María junto a Leda Valladares y entre 1985-1989 fue designada por el presidente Raúl Alfonsín para integrar el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Durante toda su carrera publicó más de 20 discos y escribió más de 50 libros. Entre los artistas que difundieron el cancionero de María Elena Walsh se destacan el Cuarteto Zupay, Luis Aguilé, Mercedes Sosa[6]Jairo, Rosa León y Joan Manuel Serrat.

Ya retirada de la música, continuó escribiendo artículos periodísticos, algunos guiones para televisión y las novelas de corte autobiográfico Novios de antaño y Fantasmas en el parque.

A lo largo de su vida formó pareja con la folklorista Leda Valladares, la directora de cine María Herminia Avellaneda y la fotógrafa Sara Facio, con quien vivió desde inicios de la década de 1980 hasta su muerte.[4]

Su padre, Enrique Walsh, era un empleado ferroviario inglés que trabajaba como jefe de contaduría del departamento contable de la New Western Railway of Buenos Aires (Ferrocarril Oeste de Buenos Aires) y tocaba muy bien el piano. Los abuelos londinenses de María Elena, David y Agnes Hoare, habían arribado al país en 1872.[7]​ De la cultura popular inglesa María Elena tomaría las nursery rhymes, canciones tradicionales para niños, como Baa Baa black sheep o Humpty Dumpty, que su padre le cantaba de niña, así como el hábito de las construcciones verbales que caracterizan al nonsense británico, como una de las principales fuentes de inspiración en su obra.

Su madre, Lucía Elena Monsalvo, era argentina, hija de padre argentino y madre andaluza y tenía diez hermanos. Se había casado con su padre, en segundas nupcias de este y tuvieron juntos dos hijas, Susana y María Elena. Del primer matrimonio, su padre tuvo además cuatro hijos.

Fue criada en un gran caserón de la localidad de Villa Sarmiento, Gran Buenos Aires,[8]​ con patios, gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. Ese ambiente emanaba mayor libertad respecto de la tradicional educación de clase media de la época. La canción Fideos finos y su primera novela, Novios de antaño (1990), de raíz autobiográfica, están dedicadas a relatar y reconstruir los recuerdos de su infancia.

A los 12 años ingresó a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, de Buenos Aires (Barracas), donde se radicó. Allí se haría amiga de Sara Facio, quien luego se convertirá en una destacada fotógrafa y compañera de María Elena en el último tramo de su vida, Carmen Córdova (hija del crítico Córdoba Iturburu) quien sería arquitecta, y Juan Carlos Distéfano, quien se volverá un escultor de fama mundial.[9]

Tímida y rebelde, leía mucho cuando era adolescente. En 1945, a los 15 años, publicó su primer poema en la revista El Hogar (número dedicado a la primavera), titulado Elegía e ilustrado por su compañera de colegio Elba Fábregas.[10]​ Ese mismo año escribió también en el diario La Nación.

En 1947, cuando contaba con 17 años, sufre la muerte de su padre y publica su primer libro, un poemario titulado Otoño imperdonable que recibió el segundo premio Municipal de Poesía, aunque el jurado se excusó diciéndole que no le habían otorgado el primero porque era demasiado joven.[4]​ A pesar de su juventud, se trata de un libro notable, que llamó de inmediato la atención sobre ella del mundo literario hispanoamericano. Reúne poemas escritos entre los 14 y los 17 años, que sorprenden por la madurez expresiva y por un estilo natural,[11]​ plenos de hallazgos y juegos líricos, como en «Término», donde se define a sí misma como «un sitio donde florecerá la muerte».[12]

El libro fue elogiado por la crítica[13]​ y por algunos de los más importantes escritores hispanos, como Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Eduardo González Lanuza y Pablo Neruda.[4][14]

Luego de finalizar sus estudios secundarios en 1948, recibiéndose como profesora de Dibujo y Pintura, aceptó la invitación de Juan Ramón Jiménez (autor de Platero y yo) de visitarlo en su casa de Maryland (Estados Unidos), donde permanecería seis meses en 1949. Se trató de una experiencia compleja, porque Jiménez la trató impiadosamente, sin ninguna consideración por sus necesidades e inclinaciones personales. La propia María Elena describiría unos años después esa experiencia en estos términos:

De vuelta en Buenos Aires y ya sobre el filo de la mitad del siglo, María Elena frecuentaba los círculos literarios e intelectuales y escribía ensayos en diversas publicaciones.

En 1951, publicó su segundo poemario, Baladas con Ángel. El libro fue editado en un mismo volumen con Argumento del enamorado, del igualmente joven escritor Ángel Bonomini, quien por entonces era novio de María Elena.[16]​ El volumen constituye un todo en el que dos enamorados intercambian sus emociones expresadas en versos.

En esta oportunidad Walsh recurre a la balada para construir su obra poética, una forma lírica construida a partir de la musicalidad de su estructura, probablemente reflejando la influencia de Jiménez.[17]​ Las mismas muestran a la poeta en un momento de optimismo y alegría inducido por el amor, pero a la vez dejan traslucir una insatisfacción de fondo que pronto estallaría. Estas emociones pueden encontrarse en Balada del tiempo perdido, donde la escritora exterioriza la angustia que la venía acosando, calmada ahora por la llegada del amor:

María Elena Walsh parecía comenzar a definir su vida como una de las más prometedoras figuras del mundo intelectual porteño. Sin embargo, aunque nadie lo percibiera, se sentía asfixiada: por las represiones familiares y sociales relacionadas con una sexualidad que siempre mantuvo reservada a la intimidad, por los celos y pequeñas traiciones del mundillo cultural y por un clima político polarizado entre peronismo y antiperonismo, tendencia esta última con la que se identificaba la joven.[4]

María Elena Walsh inició su asociación artística y afectiva con Leda Valladares en 1951, por carta. En ese entonces tenía 21 años, once menos que Valladares, una artista tucumana relacionada con el folclore cotidiano del Noroeste —hermana del mítico folclorista Chivo Valladares— y una de las primeras mujeres en egresar de la Universidad Nacional de Tucumán.[18]​ Leda se encontraba radicada en Costa Rica, e invitó a María Elena a reunirse con ella en Panamá para partir juntas hacia Europa, invitación que esta aceptó abandonando su familia y su entorno intelectual, para emprender un camino de experimentación.[9]

En 1952 se instalaron en París y comenzaron a cantar canciones folclóricas de tradición oral de la región andina de Argentina, como carnavalitos, bagualas y vidalas. Luego de cantar en cafés y boîtes, el dúo logró un contrato en el famoso cabaret Crazy Horse. En la capital de Francia se relacionaron con otros artistas como la chilena Violeta Parra o la estadounidense Blossom Dearie y grabaron sus primeros álbumes Chants d’Argentine/ Cantos de Argentina (1954) y Sous le ciel de l’Argentine/ Bajo los cielos de la Argentina (1955), con canciones de tradición oral del folclore andino argentino, como Dos palomitas y Huachi tori, pero también con temas de Atahualpa Yupanqui —por entonces radicado en París—, como La arribeña, de Jaime Dávalos como El humahuaqueño, de Rafael Rossi como Viva Jujuy y de Rolando Valladares, hermano de Leda.[9]

De regreso en Argentina en 1956, Leda y María realizaron una extensa gira por el Noroeste argentino en donde reunieron varias canciones que grabarían luego en sus dos primeros álbumes realizados en su país, Entre valles y quebradas vol 1 y Entre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957. Muchas de esas canciones se instalarían en el cancionero folclórico. Ambos discos fueron muy bien recibidos en los círculos de artistas e intelectuales, como el Cuchi Leguizamón, Manuel J. Castilla, Victoria Ocampo, Atahualpa Yupanqui, María Herminia Avellaneda. Esta última llevó al dúo a presentarse en Canal 7 de televisión.[9]

Por entonces comenzaron a aparecer las diferencias entre ambas que llevaría a su separación: mientras Leda Valladares reivindicaba el valor del indigenismo y del folklore puro, en el sentido de la creación anónima, María Elena Walsh se inclinaba a la creación de nuevas expresiones, alimentándose de las raíces folklóricas, pero sin estar estrictamente restringidas a ellas, orientándose por los valores de la justicia social, el feminismo y el pacifismo.[9]

En 1958 lanzaron su quinto álbum Canciones del tiempo de Maricastaña, donde las canciones del folklore español están presentadas con un título lúdico e informal que anticipa las nuevas tendencias que se incubaban en el dúo. El disco incluye canciones como El Tururururú («que la culpa la tienes tú»), En qué nos parecemos, o el Romance del enamorado y la Muerte.

En simultáneo, María Elena publicó su tercer libro de poemas, Casi milagro.

Al año siguientes Leda y María publicaron el LP Leda y María cantan villancicos, incluyendo cuatro villancicos anónimos, uno del norte argentino, otro de Bolivia y dos españoles. La tapa del disco es una foto de un niño pequeño sonriendo mientras mira el dibujo de un Papá Noel, apareciendo por primera vez una temática infantil.

En París, comenzó a crear poemas, canciones y personajes infantiles, que solo mostraría a Leda Valladares. En 1956 el dúo había ganado un concurso para cantar en el espectáculo de Edith Piaf en el Teatro Olympia de París, pero la famosa cantante finalmente las excluyó, aparentemente por razones de tipo emocional, y ambas decidieron entonces volver a Buenos Aires.

En 1958 María Herminia Avellaneda le ofreció a Walsh escribir guiones de televisión para programas infantiles. Entre ellos se destacó Buenos días Pinky, protagonizado por Pinky (Lidia Satragno) y Osvaldo Pacheco, quien interpretaba a un abuelo. El programa duró solo tres meses, pero alcanzó un éxito notable, que le valió dos premios Martín Fierro (mejor programa infantil y revelación masculina para Osvaldo Pacheco) y el premio Argentores para la propia María Elena como guionista, otorgado en 1965.

Esa experiencia la hizo madurar la posibilidad de crear un género similar a un «cabaret para chicos» o un «varieté infantil», que revolucionaría el mundo del espectáculo, el folklore y la música infantil.[9]

Los sueños del Rey Bombo se estrenó en el Teatro Auditorium de Mar del Plata el 2 de febrero de 1959 por El Teatro de los Niños de Roberto Aulés. La obra pasa, en marzo del mismo año, al Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires, en 1962 se repuso en el Teatro Cómico. El texto original está perdido y el único documento sobreviviente son las 8 canciones, editadas por Ricordi para voz y piano. “La marcha del Rey Bombo” y “El gato Confite” formarán parte del libro Tutú Marambá, publicado en 1960.[19]​ El Libro Tutú Marambá incluye también algunos otros textos del espectáculo Rey Bombo, como "Tringuiti Tranguiti", "El Vendedor de sueños" y "La Bruja Eulalia".

En 1960 Leda y María mostraron un notable viraje en su estilo al grabar el EP Canciones de Tutú Marambá, en la que cantan canciones infantiles que Walsh había escrito para los guiones que estaba realizando para la televisión. Allí se incluyen las primeras cuatro canciones que harían famosa a María Elena Walsh en la música infantil: La vaca estudiosa, Canción del pescador, El Reino del Revés y Canción de Titina.

El siguiente espectáculo musical-dramático para niños fue Canciones para mirar, que el dúo puso en escena -con un presupuesto muy reducido- en la Sala Casacuberta del Teatro Municipal General San Martín de Buenos Aires, en 1962. Inesperadamente, el espectáculo tuvo un enorme éxito, impulsando la preparación de un nuevo show para 1963 y se convirtió en uno de los acontecimientos culturales más importantes de la historia cultural argentina.

La obra estaba compuesta a partir de doce canciones de Walsh, que cantaban Leda y María vestidas como juglares, mientras los actores Alberto Fernández de Rosa y Laura Saniez las representaban mímicamente: "La familia Polillal", "El Reino del Revés", "Milonga del hornero", "La vaca estudiosa", "La Pájara Pinta", "Canción del estornudo", "La mona Jacinta", "Canción del jardinero", "Canción de la vacuna", "Canción de Titina", "Canción para vestirse" y "Canción del pescador". En los intervalos entre canciones, dos personajes, Agapito y la Señora de Morón Danga, decían monólogos cómicos, una estructura dramática que Leda y María habían tomado del Crazy Horse, combinándola con el humor, los ritmos tradicionales, el desenfado y el público infantil.[9]

Doña Disparate y Bambuco fue la última presentación de Leda y María. El nuevo espectáculo contó con un presupuesto mucho mayor, siendo dirigido por María Herminia Avellaneda, y actuando como protagonistas Lydia Lamaison (Disparate) y Osvaldo Pacheco (Bambuco), así como Teresa Blasco y Pepe Soriano, interpretando varios papeles de personajes secundarios y estrambóticos. En esta obra aparecen el Mono Liso, y sobre todo la tortuga Manuelita, el personaje más paradigmático y conocido del universo infantil creado por María Elena Walsh. La obra tenía una similitud con el clima onírico de Alicia en el país de las maravillas.[9]​ Posteriormente se hizo una versión televisiva protagonizada por Perla Santalla y Walter Vidarte. En 1990 se repuso la obra bajo la dirección de José María Paolantonio, y el elenco estaba formado por Georgina Barbarossa, Adrián Juliá, Gustavo Monje, Debora Kepel, Ivanna Padula y Jorge Luis Freire. Realizando tres temporadas. Desde 1990 hasta 1992.

El crítico Leopoldo Brizuela ha dicho:

Para entonces, Leda y María ya tenían decidido que querían seguir caminos distintos. Antes de separarse en 1963, grabaron un último EP, Navidad para los chicos, que reúne cuatro canciones navideñas de Walsh, en las que ambas cantan con Roberto Aulés.

Canciones para mirar fueron seguidas de la publicación de cinco libros para niños, El reino del revés (1964), Zoo loco (1964), Dailan Kifki (1966), Cuentopos de Gulubú (1966) y Aire libre (1967), que consolidaron el universo infantil que María Elena construyó en esa década y que marcaría fuertemente la formación cultural de las siguientes generaciones de argentinos.

En 1965 publica Hecho a mano, su cuarto poemario para adultos.[20]

En 1968 estrenó su espectáculo de canciones para adultos Juguemos en el mundo, que se constituyó en un acontecimiento cultural que influiría fuertemente en la nueva canción popular argentina, que venía conformándose desde diversos enfoques, como el Movimiento del Nuevo Cancionero impulsado por músicos como Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez, el folklore vocal que estaban desarrollando grupos como los Huanca Hua y el Cuarteto Zupay, el tango moderno que tenía su epicentro en Astor Piazzolla y la "Balada para un loco" que al año siguiente compusiera con Horacio Ferrer, o las canciones de Nacha Guevara y Alberto Favero comenzarían a mostrar también al año siguiente en Anastasia querida. Como había hecho con sus canciones infantiles, María Elena Walsh mostró en Juguemos en el mundo un estilo de composición marcado por la libertad creativa y temática. Sus melodías dieron vida a canciones muy modernas, que tomaban inspiración de las más diversas fuentes musicales, desde el folklore al tango y desde el jazz al rock. Sus letras aportaron innumerables temas a la canción de protesta latinoamericana, que floreció en esos años (Los ejecutivos, ¿Diablo estás?), pero también introdujeron temáticas prácticamente ausentes del cancionero argentino, como la emigración (Zamba de Pepe, dedicada al fotógrafo Pepe Fernández), el peronismo (El 45) o la pacatería social de las clases medias (Mirón y Miranda). El espectáculo incluyó Serenata para la tierra de uno, una sus creaciones más destacadas, que bordeando la canción de protesta sin serlo, está construida como una canción de amor a su país, como si se tratara de un amante:

El espectáculo fue acompañado por el lanzamiento de un álbum también titulado Juguemos en el mundo, que tuvo un extraordinario éxito y que fue seguido al año siguiente por Juguemos en el mundo II.

En 1971 María Herminia Avellaneda la dirigió en el filme Juguemos en el mundo donde reaparecen Doña Disparate y Bambuco por Perla Santalla y Jorge Mayol acompañados por Hugo Caprera, Eduardo Bergara Leumann, Virginia Lago, Jorge Luz, Aída Luz, Eva Franco y Norman Briski.

Ese año, China Zorrilla y Carlos Perciavalle estrenaron en Buenos Aires, su versión de las Canciones para mirar que habían llevado a escena en 1966 en Nueva York y Montevideo.

Asfixiada por la censura impuesta por la dictadura militar, en julio de 1978, en plena Copa Mundial de Fútbol, decidió «no seguir componiendo ni cantar más en público».[4]​ Paradójicamente, varias de sus canciones se volvieron símbolo de la lucha por la democracia, como Como la cigarra, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia, Canción de caminantes, Balada de Cómodus Viscach, Postal de guerra o su versión de We shall overcome (Venceremos), la clásica marcha del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

Al año siguiente, el 16 de agosto de 1979, María Elena publicó en el suplemento cultural del diario Clarín un artículo titulado «Desventuras en el País Jardín-de-Infantes», título que en 1993 retomaría para titular un libro.[21]

Cuando en 1991, durante la presidencia de Carlos Menem en Argentina, se debatía en el país la posibilidad de implementar la pena de muerte, escribió una reflexión sobre este tema, que finalizaba con la siguiente frase:

Como articulista, tuvo gran repercusión su artículo La eñe también es gente en defensa del uso en internet de esta letra tan característica de la lengua española.

Con la vuelta de la democracia a la Argentina, condujo un programa periodístico diario en la televisión, junto con María Herminia Avellaneda y la cantante de tangos Susana Rinaldi, llamado "Como la cigarra" (en alusión directa a la canción de Walsh que cobró especial relevancia entre los cantantes exiliados por la dictadura, como Mercedes Sosa). El programa supuso un espacio de reflexión y planteo de algunos temas inusuales para la televisión de la época.

En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y en 1997, Manuelita ¿dónde vas? En 2000 recibió, asimismo, el Gran Premio de Honor de la SADE. También obtuvo dos Premios Konex de Platino en 1981 en la disciplina Infantil y en 1994 en la categoría Literatura Infantil. En 2014 recibió el Konex de Honor, premio otorgado a la figura fallecida más importante de las Letras Argentinas. Ese mismo año la editorial Alfaguara publicó un libro llamado "Poemas y canciones", una recopilación de sus obras musicales y sus poemas más destacados.[23]

Sus actividades feministas son reconocidas en algunas referencias. En su carta para una compatriota, de 1973, dice por ejemplo: "El Movimiento de Liberación Femenina es una ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad".[24]

Falleció el 10 de enero de 2011 a los 80 años, en el Sanatorio de la Trinidad después de una prolongada internación.[25]

Sus restos fueron velados en la sede central de SADAIC y la inhumación se realizó en el panteón de la entidad en el Cementerio de la Chacarita,[3]​ en el cual el músico argentino Eduardo Falú le dedicó unas palabras de despedida.

El fallecimiento causó una conmoción en el medio artístico, muchas celebridades ofrecieron sus condolencias por los principales medios de difusión de Argentina. Todos los noticieros de aire y de cable dieron la noticia, como así las radios y los diarios. Incluso la página oficial del Club Ferro Carril Oeste, club preferido de María Elena Walsh, hizo un reconocimiento en uno sus artículos en línea y bautizaron con su nombre la plaza de juegos. [27]

Uno de los homenajes que se le rindió fue con el unipersonal Vivir en vos basado en su vida y su bibliografía interpretado por la actriz Virginia Lago y adaptado por Javier Margulis magistralmente dirigida por Rubens W. Correa en 1987, 1992 y 2001.



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