Felipe II
1.º de mayo de 1584
El marquesado de Lanzarote es un título nobiliario español creado el 1.º de mayo de 1584 por el Rey Felipe II a favor de Agustín de Herrera y Rojas, gobernador y capitán general de las islas de la Madera y Porto Santo.
El mismo Rey le había concedido el título de conde de Lanzarote el 9 de septiembre de 1567, pero quiso elevar dicho condado a marquesado a solicitud del concesionario y para premiar nuevos servicios suyos, señaladamente los que prestó en la Batalla de la Isla Tercera (1582).
La denominación alude a la isla canaria de Lanzarote, que junto con la de Fuerteventura integraba un señorío jurisdiccional que poseía el concesionario como III titular.
El señorío de todas las islas de Canaria —meramente nominal sobre Gran Canaria y Tenerife— había pertenecido a Inés Peraza de las Casas, bisabuela del primer conde y marqués, que fue hija de Hernán Peraza el Viejo y nieta materna de Guillén de las Casas, los cuales también se titularon señores de las islas y obtuvieron confirmaciones de su derecho a conquistarlas como causahabientes de Juan de Béthencourt.
El barón normando Jean IV de Béthencourt —que entre 1402 y 1405 conquistó efectivamente las islas de Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura— obtuvo los derechos de conquista de todo el archipiélago por capitulaciones hechas en 1403 con el Rey Enrique III de Castilla, y fue confirmado como señor jurisdiccional por Juan II en 1412.
La citada Inés Peraza, junto con Diego García de Herrera su marido, otorgó capitulaciones con los Reyes Católicos en Sevilla el 15 de octubre de 1477, por las que cedió a la Corona sus derechos sobre Gran Canaria, Tenerife y La Palma, reservándose las cuatro islas grandes de Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera, y las menores de Alegranza, La Graciosa, Santa Clara y Lobos, con otros roques o islotes. Y por sus disposiciones de 1488 y 1502 las repartió entre sus hijos con facultad real, formando dos señoríos: 1.º el de La Gomera y El Hierro, que legó con vínculo a Hernán Peraza el Mozo, su segundogénito y mejorado, y 2.º el que se llamó señorío de Lanzarote y Fuerteventura, que comprendía estas dos islas grandes y las cuatro menores, y que legó libre y pro indiviso a otros tres hijos suyos. En efecto, de las rentas y jurisdicción de estas islas hacía doce partes indivisas y mandaba cinco dozavos a Sancho de Herrera el Viejo, cuatro a María de Ayala, mujer de Diego de Silva, y tres a Constanza Sarmiento, casada con Pedro Fernández de Saavedra el Viejo. Al no estar vinculado este señorío, sus descendientes pudieron acrecer y disponer de las partes que les tocaron. El concesionario del condado y marquesado —en quien se unían la descendencia de Sancho de Herrera y la de los Saavedra— había llegado a reunir por distintos títulos once dozavos.
Para aclarar las líneas genealógicas por donde tocaban al concesionario del marquesado sus derechos al señorío de la isla de Lanzarote, es preciso remontarse hasta la ya citada doña Inés Peraza de las Casas, última señora de todas las islas de Canaria, que era antepasada suya por dos líneas diferentes, ilegítimas ambas. En efecto, esta señora fue bisabuela materna-paterna del I marqués de Lanzarote y a la vez su tatarabuela paterna-paterna-materna.
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