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Matilde Espinosa



Los ríos han crecido

Matilde Espinosa de Pérez, mejor conocida como Matilde Espinosa (Tierradentro Huila, Cauca, 25 de mayo de 1910-Bogotá, 19 de marzo de 2008). fue una poeta colombiana reconocidas en el país y considerada como una de las fundadoras de la poesía contemporánea.[1]​ Sus obras cargaban un gran contenido social y de indignación por la condición humana y el sufrimiento inútil. En esta también contrasta la belleza de los paisajes y de la naturaleza, y por otra parte, se refiere a la sumisión de la mujer derivada del patriarcado. Abogaba por los desprotegidos y hacía un retrato literario de la violencia individual y colectiva de Colombia al igual que del desarraigo, el dolor de sus hijos y su sensibilidad y transparencia ante el mundo que la rodeaba. Falleció a los 97 años dejando atrás catorce libros de poesía.[2]

Espinosa nació en Tierradentro, donde permaneció hasta los 6 años cuando su familia se radicó en Santander de Quilichao y más tarde en Popayán. Pasó la mayor parte de su infancia junto al volcán del Huila, Su madre trabajaba como maestra rural y pertenecían a una familia pobre la cual vivía entre indígenas, lo que hizo que Matilde nunca notara la diferencia de estratos socioeconómicos a su alrededor y menos del país, sino hasta tiempo después. Adicionalmente, su infancia fue de total aislamiento y esto la marcó por el resto de su vida dejándole enseñanzas sobre los valores de la cultura a la que pertenecía. Al estar rodeada de indígenas muchas de sus primeras palabras fueron en lengua Páez el cuál es un idioma hablado por el pueblo Nasa o Páez, que habita en la zona andina de Colombia, especialmente en el departamento del Cauca. El castellano lo aprendió gracias a su madre la cual le enseñaba este idioma en casa. Gracias a esto desarrolló una mirada trascendental, profunda que emergió de su manera singular al enfrentarse al mundo que la rodeaba.

Creció rodeada de mitos y leyendas entre esas los aborígenes, los duendes, La Llorona y La Patasola. Esto la hizo ser curiosa acerca de las historias de su país y por medio de esto lograr entender algunas de las historias que se contaban del Huila. A los 15 años se fue a vivir a Popayán con su familia donde conoció a Efraím Martinez, quien para el momento ya era un artista plástico, pintor, dibujante y retratista famoso. Dos años después de conocerse se casan y se van a vivir a París gracias a una beca que recibió su marido. Luego de unos años tuvieron a sus dos hijos, Fernando y Manuel José (Manolo). Al regresar a Colombia la vida de casada con Efraím se convirtió imposible, por lo cual tomó la decisión de separarse. Para la época era inaudito el divorcio, especialmente si la iniciativa de dejar a su marido era por parte de la mujer, fue entonces cuando su esposo Efraím la acusó de abandono del hogar y tuvo que irse de Popayán buscando refugio en el Consulado de Chile en Cali, donde no la podían encarcelar ya que la embajada era considerada como territorio Chileno. Fue de esta manera que se libró de terminar presa en la cárcel de la Magdalena. Diecinueve años después de su primer matrimonio con Efraím, en 1948 contrae su segundo matrimonio con quien fue su abogado durante el divorcio, Luis Carlos Pérez. Ella se comunica con él para defender su caso desde el consulado en Cali mientras que él vivía en Popayán, y luego de ganar el caso se conocen y se enamoran.[3]

La desgracia de su primer matrimonio, las muertes prematuras de su hijo y la persecución política a su segundo esposo fueron motivaciones suficientes para llenarla de una carga existencial profunda, la cual comienza a configurarse en sus posteriores publicaciones: Memoria del viento (1987), Estación desconocida (1990), Los héroes perdidos (1994), Señales en la sombra (1996), La sombra en el muro (1997) y La tierra oscura (2003).[4]​ Sin embargo, luego de separarse decidió seguir un nuevo rumbo. Fue una de las fundadoras de la revista Avanzada Femenina, donde trataban temas como el derecho al voto de la mujer y la consideración de las mujeres como un ciudadano más con los mismos derechos del sexo masculino dentro de la sociedad. Con el transcurso del tiempo se encuentra con un grupo de mujeres comunistas y feministas, quienes la introdujeron a ese nuevo mundo teniendo en cuenta que Matilde nunca tuvo un acercamiento con estos núcleos políticos debido a su crianza, por lo que se dedicó a ayudarlas y lograr sus objetivos. Por otra parte, cabe resaltar  que ha sido incluida en diferentes antologías latinoamericanas y colombianas, y su poesía ha sido objeto de estudio crítico, sus obras también han sido traducidas a diferentes idiomas tales como el inglés y el francés.[5]​ Matilde no excluía a nadie. Por su casa transitaban: el poeta, el docente, el estudiante, la profesora de escuela, el campesino, el abogado, el hombre de derecha o de izquierda, el ateo o el creyente. Escuchaba a todos y les hablaba a todos les aconsejaba. La casa de Matilde fue un templo de la poesía, por allí transitaron los grandes poetas de las décadas de los 70, 80, 90 y del nuevo siglo. En su casa estuvieron León de Greiff, Enrique Uribe White, Octavio Gamboa o Hernando Santos, pero también estudiantes de literatura, derecho y filosofía. A Matilde la buscaban ya que era como un norte para muchos. Hombres y mujeres la buscaban por su casa en busca de consejos.

En sus 50 años de trabajo como escritora publicó más de catorce poemarios en los que retrató la cruda violencia en Colombia durante el siglo XX.


En el poema ¿Dónde estarán? el cual hace parte del poemario El mundo es una calle larga (1976) cuestiona la muerte que ha perseguido a Colombia durante años dando a entender cómo el país ha vivido en guerra durante más de 50 años y esto ha traído consecuencias a muchas familias que viven en lugares donde están expuestos al conflicto armado constantemente.  

"cómo hemos de entender / esto que el

hombre llama muerte: / pequeño tramo, / o

campo abierto…/ Nos arrimamos al recuerdo/

y a la orfandad de las palabras / buscando

rastros en las cosas…/ Todos llevamos

nuestra muerte / como el vestido de fiesta, /

sin conocidos, sin encuentros / y con la

angustia de estar solos."


Además, el poema Los héroes perdidos, del poemario Los héroes perdidos (1994) plasma la vida de cada campesino, hijo, padre y hermano desaparecido o muerto en Colombia con la finalidad de darle entender a las personas el impacto social que ha generado el conflicto armado en el país.

"Cada brazo de tierra / con su vivienda sola, /

donde sufre la sangre silenciada, / me ciñe a

la figura / de los héroes anónimos…/ Aunque

nunca regresen sus acentos, / su corazón y

su latido, / es presencia constante, / y tambor

bajo el cielo."


Otro poema icónico de la poeta Matilde Espinosa es La nube blanca del poemario Los héroes perdidos (1994) ya que este es dedicado a su hijo, ya que este  murió en Popayán  a manos de un sicario. Este poema marca a la poeta ya que expresara el dolor más profundo que se puede sentir cualquier ser humano, la muerte de un hijo y que será un poema que le permitió expresar lo que estaba sintiendo a partir de dicha tragedia.

"Por qué te adelantaste / hijo mío, a mi paso

final, / quizá ignorabas que este dolor / no

tiene semejante / ni cabe en las palabras…/

La soledad partera de la muerte / debió apagar

las pupilas plenas de soles / y cielos

errabundos. / Debió cerrarte las pupilas / que

me siguen buscando / en este laberinto donde

acuno / tu sombra. / En la nube más

blanca / te devuelvo a la infancia / y te sigo

esperando."

En el transcurso de su vida recibió varios premios y condecoraciones a raíz de todo su trabajo literario, entre los cuales están los siguientes premios: Homenaje Nacional: XVI Encuentro de Poetas colombianas, Museo Rayo, 2000; Homenaje XX Encuentro internacional de escritores de Chiquinquirá, Boyacá 1999; Condecoración Gran Orden del Ministerio de Cultura a la Reconocida escritora Matilde Espinosa, por más de 40 años dedicados a la poesía y como precursora de la poesía social en Colombia, Bogotá 1998; Homenaje Encuentro Interamericano de Poesía “Ciudad de Popayán”, organizado por la Alcaldía y Secretaría de Educación y Cultura, Popayán, 1998.[6]



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