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Matoub Lounès



¿Qué día cumple años Matoub Lounès?

Matoub Lounès cumple los años el 24 de enero.


¿Qué día nació Matoub Lounès?

Matoub Lounès nació el día 24 de enero de 1956.


¿Cuántos años tiene Matoub Lounès?

La edad actual es 68 años. Matoub Lounès cumplió 68 años el 24 de enero de este año.


¿De qué signo es Matoub Lounès?

Matoub Lounès es del signo de Acuario.


Lounès Matoub o Matub Lunés (Taourirt Moussa, 24 de enero de 1956 - Ath Aïssi, 25 de junio de 1998) fue un poeta y cantante argelino, conocido especialmente por su compromiso en la lucha y el reconocimiento de la identidad amazigh. Oficialmente, su asesinato fue atribuido a fanáticos musulmanes del Grupo Islámico Armado (GIA), pero su familia acusa al Estado argelino de haberlo asesinado.[1]

Compuso canciones desde su adolescencia. No se identificaba con el sistema de educación argelino pues afirmaba que su currículum escolar lo privaba de su identidad. Lounès, muy alerta desde su infancia, se preguntaba por qué en su casa hablaba tamazight, en la escuela tenía que hablar solamente en árabe, y la generación precedente tenía que estudiar en francés. «Entonces, ¿quiénes somos?», se decía Lounès. Es así que rechaza el colonialismo cultural y se volvió autodidacta. Su preocupación fue siempre la de recuperar su identidad original, es decir amazigh.[2]

Lunés Matub comenzó su carrera como cantante bajo el patrocinio del conocido cantante cabil Idir (1949-2020). En 1978 grabó su primer álbum Ay Izem (‘el león’); tuvo un importante éxito. En su vida grabaría 36 álbumes, y escribió muchas canciones para otros artistas. En abril de 1980 dio su primer recital importante, en el marco del movimiento de protesta Primavera Amazigh, en la Cabilia.

Su música mezclaba la orquestación oriental chaabi con letras politizadas en tamazight, y cubría una amplia variedad de temas, incluyendo la causa amazigh, la democracia, la libertad, el ateísmo, el islamismo, el amor, el exilio, la memoria, la historia, la paz y los derechos humanos. A diferencia de los poetas y músicos amazigh que lo precedieron, el estilo de Matub era directo y confrontativo.[3]​ Su compañero músico Moh Aileche recuerda:

A pesar de estar prohibido en la radio y la televisión argelina, Lunés Matub se convirtió en un muy popular cantante cabilio, y lo sigue siendo.[4]

En octubre de 1988, durante las revueltas amazighes, un policía le disparó cinco veces. Estuvo hospitalizado durante dos años y requirió 17 operaciones incluyendo la implantación de un sacro artificial y la contracción de una de sus piernas.[5]

En 1989 publicó el álbum L'ironie du sort, donde describió en canciones su larga hospitalización.[5]

En 1992 comenzó la guerra civil argelina entre el Gobierno y los fanáticos islamistas. El GIA (Grupo Islámico Armado) inscribió el nombre de Lunés Matub en una lista negra de artistas y de intelectuales que fueron el objetivo de sus asesinatos ―posiblemente debido a que las canciones de Lunés Matub expresaban su ateísmo―.[6]​ Lunés Matub permaneció en Argelia.[5]

En septiembre de 1994, el GIA (Grupo Islámico Armado), lo secuestró y lo mantuvo bajo torturas y golpes en un campamento de montaña. Fue condenado a muerte en un juicio «popular» islamista. En varias demostraciones públicas sus seguidores amazighes del pueblo de Cabilia[7]​ amenazaron «guerra total» contra los islamistas. Tras dos semanas de encierro, Matub fue liberado.[5]​ Ese mismo año (1994) escribió su autobiografía, titulada Rebelle (París: Stock, 1995).[5]

Luchó contra la arabización de Argelia y contra el establecimiento de un estado religioso. Era abiertamente ateo.[8]

El 25 de junio de 1998, un grupo armado desconocido emboscó su automóvil en pleno día en Ath Douala (a 130 kilómetros al este de Argel), en la zona montañosa de Tala Bounane, cuando iba por la carretera que conduce desde Tizi Ouzou ―capital de Cabilia― a su casa en Taourirt Moussa.[6]​ En el atentado no fallecieron ni su mujer ni sus dos cuñadas. Murió a causa de las heridas, a los 42 años de edad.[6]

La obra de Matub Lunés se compone de 28 álbumes (o 34 volúmenes):[9]

Nunca sentí el árabe como mi lengua. Y como querían imponérmela, la rechacé de inmediato. Fui criado en las montañas de la Cabilia, el cabilio siempre ha sido mi lengua habitual y el francés un instrumento de trabajo. De repente, quisieron quitarnos algo que había sido esencial en nuestra cultura. Teníamos que renegar del bereber y rechazar el francés. Dije no. Hice novillos en todas las clases de árabe. Cada clase a la que faltaba era una acción de resistencia, un trozo de libertad conquistado. Mi rechazo era voluntario y asumido. Esa lengua nunca quiso entrar dentro de mí. Hasta hoy, no sé nada o casi nada de árabe. Sé escribir mi apellido y mi nombre, eso es todo. Sería incapaz de escribir mi fecha de nacimiento. ¿Supone una desventaja para mí en mi país? No. Por otro lado, asumo totalmente este rechazo.Para nosotros no había solución, salvo el francés. Y cuando, durante mis años de instituto, la arabización nos fue impuesta por Bumedián, nos sentimos heridos. Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, afirmo que esta arabización forzada me rompió intelectualmente. No solo a mí, sino a muchos estudiantes de instituto de mi edad. Esa decisión autoritaria de 1968 del ministro de Educación, Ahmed Taleb, fue uno de los mayores errores de Bumedián. Considero, aun a riesgo de chocar contra más de uno, que el descenso a los infiernos de Argelia empezó en aquel momento. Hoy cosechamos lo que empezó a sembrarse en 1968. Mi generación, la de la posguerra, se anunciaba prometedora. Esta arabización quebró nuestro ímpetu. Hoy tenemos el resultado: el FIS. El Frente Islámico de Salvación nació de allí, se desarrolló en la escuela con plena legalidad. Le extendieron una alfombra roja. ¿Por qué no habría de aprovecharse?

El hecho de imponer el árabe correspondía a una voluntad política evidente de aplastamiento y negación, pero tenía también como objetivo borrar la doble herencia histórica que representaban el bereber y el francés. La escuela francófona produjo en Argelia una elite intelectual y, sin duda, fue esa elite a la que quisieron silenciar. El francés supuso una oportunidad para mí. Me abrió el espíritu, me aportó un saber, cierto rigor intelectual. Conocí a autores y textos fabulosos que nunca habría descubierto si no hubiese tenido acceso a la lengua francesa: Descartes, Zola, Hugo, el teatro de Racine o la poesía de Baudelaire. Ese aprendizaje fue beneficioso, constructivo. Tengo la sensación de poseer algo importante y precioso. El árabe, lamento decirlo, no ha producido una elite digna de este nombre en Argelia. Ha reprimido, ahogado y engendrado lo que se puede ver hoy: una sociedad que no sabe adónde va, que pierde su identidad.



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