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Medicina en el Antiguo Egipto



La medicina egipcia es la medicina desarrollada en el Antiguo Egipto. Los médicos, sunu «los hombres de los que sufren o están enfermos», se educaban en escuelas especiales las casas de la vida, como las de Sais y Heliópolis. La medicina era gratuita y estaba vinculada a los templos. En ellas se realizaban los cuidados especiales a los enfermos y se formaba específicamente a médicos por medio de prácticas controladas por los sacerdotes, prácticas que luego aquellos ejercían con la clientela.

El conocimiento que tenemos sobre el tema proviene del contenido de diversos papiros: el papiro Edwin Smith, que es el documento quirúrgico más antiguo que se conoce, pues data del siglo XVII a. C. y transcribe conocimientos de una época anterior; el de Ebers, que es una recopilación de textos médicos; el de Lahun, que se refiere a ginecología; el de Hearst, que es un formulario médico práctico y el de Londres, que contiene numerosos encantamientos. También nos han llegado indicios de la medicina egipcia a través de las ostracas y de recetas copiadas y pegadas por los griegos. Concretamente Hesy-Ra, que vivió hacia el año 3000 a. C., es considerado el médico más antiguo que se conoce.

Los médicos egipcios clasificaron las enfermedades en: las de causas manifiestas, como los traumatismos, y las de causas desconocidas, atribuidas a los dioses o a espíritus malignos.

La higiene de los médicos y de la medicina egipcia, el baño corporal el aseo y buena presentación del médico, era tomada muy en cuenta por los pacientes y el gobierno.

El dios de la medicina egipcia, Imhotep, fue un personaje real divinizado de la tercera dinastía, Hesyra, que vivió hacia el año 3000 a. C., se cree era el médico más antiguo conocido.

En el templo ptolemaico de Kom Ombo está grabado el instrumental médico de la época. Los cirujanos egipcios realizaban operaciones de cataratas, trepanaciones y extirpación de tumores.

La visión del mundo del siglo XXI nos induce a pensar en la medicina egipcia comparándola con los servicios actuales, pero lo primero que es necesario tener en cuenta es el hecho de que, por lo que sabemos, el sistema dependía del templo, contemplado éste como una institución.

El sistema de cuidados médicos de los egipcios antiguos era un servicio público con las siguientes características:

Forma parte de un servicio a la comunidad más general, que lo mismo cuidaba los canales de irrigación, la educación, la justicia, las reservas de granos, todo lo necesario para la población de Egipto, y está bajo la autoridad del templo: en la casa de la vida, el templo maneja, entre otras, la escuela de los escribas, abierta a todos, que forma futuros escribas pero que sólo conserva para sí a los mejores. También asegura la formación de los médicos y sacerdotes. Esta institución maneja igualmente los lugares de atención médica dentro del templo, y especialmente un espacio de cuidados, llamado a posteriori "sanatorio”, que no era un balneario como se ha creído, sino espacios sacerdotales con bañeras llenas de agua sagrada, donde el enfermo era sumergido esperando una curación divina.

Las leyes sanitarias eran estrictas, la higiene era escrupulosamente cumplida y había ordenanzas médicas para vigilar las aguas, no solamente para la limpieza de los vivos sino también para la higiene mortuoria. Todo ello indica un alto grado de evolución de la Medicina.

Según parece, las normas de aprendizaje y de la práctica eran promulgadas por el médico del faraón, que se hallaba en la cúspide de la jerarquía médica; por debajo de él se encontraban los médicos de palacio, de los cuales uno era el Doctor jefe del norte y del sur, una especie de Ministro de Sanidad. A sus órdenes estaban los inspectores, supervisores y los maestros de los médicos. En un escalón inferior se situaban la inmensa mayoría de los médicos prácticos.

Las normas de aprendizaje y de la práctica eran dictadas por el médico del faraón, y no les estaba permitido salirse de la ortodoxia ni emplear otros métodos terapéuticos que los indicados en los manuales; siguiendo esta pauta, aunque los resultados no fuesen los deseados el médico estaba libre de todo reproche.

Esta rigidez constituía un obstáculo muy importante para la innovación y para aprender de sus propias observaciones.

No conocemos si alguno de ellos se dedicaba a la investigación, aunque de hacerlo debían ser los de jerarquías superiores para que se aceptasen sus descubrimientos.

Existía un alto grado de conocimiento del cuerpo humano, en parte debido al proceso de momificación de los cadáveres. Sólo trataban las enfermedades que podían curar, así clasificaban las dolencias :
«Esta es una enfermedad que conozco y curaré»
«Esta es una enfermedad que conozco y no trataré»
«Esta es una enfermedad que no conozco y no trataré.»

Según parece, las normas de aprendizaje y de la práctica médica eran promulgadas por el médico del faraón, que se hallaba en la cúspide de la jerarquía médica: por debajo de él se encontraban los médicos de palacio, de los cuales uno debía hacer el papel de supervisor.
Los demás eran inspectores médicos y constituían un grupo menos importante. En un escalón inferior se situaba la inmensa mayoría de los médicos prácticos.

La formación de los médicos se realizaba en la casa de la vida. Se reclutaban jóvenes estudiantes después de un período de observación, y también se enseñaba a los médicos griegos que llegaban para completar su conocimiento en Egipto, que tenía fama de contar con los mejores médicos. Este complemento de la formación podía durar diez años. El sistema educativo no es conocido, pero parece descansar en la pareja maestro-aprendiz.

El lugar y el método de curación dependían de la relación entre el sanador y la religión:

Los métodos eran variados: Había médicos para todas las partes del cuerpo, para el espíritu, para las mujeres, los hombres, los niños, e incluso los había según la estación. A la posteridad ha llegado el caso del médico de ojos, que operaba cataratas, y el de un médico de mujeres que hacía la prueba del embarazo, incluida la predicción del sexo del niño (papiros de Berlín).

La medicina estuvo regulada desde tiempos de Imhotep, como testifica una inscripción en una pared de Saqqara, con las reglas éticas que regulan la profesión bien definidas: el lugar de la instalación de los centros de cuidados, la supervisión de estos, supervisión de la actividad del sun-nu, la estimación de su rendimiento, acciones disciplinarias. No le estaba permitido emplear métodos terapéuticos que se salieran, de la ortodoxia sólo podía emplear aquellos que definía la autoridad de los tratados clásicos y en tal caso aunque los resultados obtenidos no fueran buenos estaba libre de todo reproche.

El sistema de diagnóstico está descrito en el papiro Ebers. La secuencia es la siguiente:

Al llegar aquí, el diagnóstico se confunde con la prescripción: se convierte en un informe detallado que incluye los cuidados médicos y los medicamentos. Lo primero que se intenta es impedir el sufrimiento, a continuación detener el avance de la enfermedad, para terminar encontrando su eliminación.

Los medios terapéuticos utilizados por los egipcios eran sencillos, múltiples y variados, sorprendentes para el público actual. Pertenecen a categorías diferentes:

Los había de todo tipo: mineral, vegetal y el animal.

La preparación de los medicamentos se hacía por prescripción, siguiendo rigurosos protocolos. Se utilizaban de diversas formas:

La farmacia estaba muy desarrollada: en los papiros de Grapow y Deines, se relatan hasta setecientas fórmulas para la preparación de remedios y perfumes.

En el papiro de Ebers, se encuentran hasta mil recetas y entre los remedios más usados se menciona la cebolla, ajos, miel, cerveza, higos, semillas de lino, hinojo, mirra, áloes, azafrán, opio, lechuga; usaban el café como estimulante y ciertos preparados de plomo, cobre, antimonio. El uso de purgantes era muy frecuente.

Se trataba de medios mixtos, que utilizaban excrementos y magia, para proporcionar una nutrición repugnante al espíritu que invadía el cuerpo, y así rechazarlo.

Estos excrementos eran generalmente de asno, cocodrilo, hipopótamo, pelícano, ganado, moscas e incluso del hombre.

También había alquimistas, cuya finalidad era encontrar sustancias mágicas que curasen las enfermedades, rejuveneciesen a las personas, otorgasen la inmortalidad, para aumentar la potencia sexual, etc.

Algunas intervenciones están atestiguadas, así como es probable el uso de analgésicos y anestésico.

Estas técnicas están recogidas en el Papiro Edwin Smith.

Los papiros de Lahun son también el primer testimonio escrito sobre la influencia de la música en el cuerpo humano.

En otros papiros médicos anteriores, se encuentran referencias al encantamiento de la música en la mujer, relacionándola con la fertilidad. También curaban enfermedades mediante la respiración, para lo que usaban unos cantos en los que se respiraba de una forma determinada en los distintos pasajes.

Herófilo, médico de Alejandría, regulaba el ritmo cardiaco de acuerdo con la escala musical.

El descubrimiento de componentes como el tabaco y la cocaína se remonta a la llegada a suelo francés en 1976 de la momia real de Ramsés II, debido al estudio realizado por la historiadora y egiptóloga, Christiane Desroches Noblecourt.[1][2][3]

La presencia de una planta que pertenece a la clase Nicotiana L. uniformemente distribuida por los lugares más inaccesibles de la momia excluye la hipótesis de una superchería. Parece que los egipcios conocieron estas especies antes de lo que se lo creía.

La medicina y la magia estaban íntimamente unidas en el antiguo Egipto, donde la enfermedad era el resultado de la intervención de genios malos, de humanos mal intencionados o de otras divinidades. Eran los mensajeros de Sejmet, diosa con cabeza de leona, que propagaban la enfermedad y la muerte.

Como también tenía el poder de curar, era la diosa de los médicos, que ejercían a menudo como sus sacerdotes.

La magia tiene una resonancia especial que se debe al mito de Osiris: Isis, “La gran Maga”, después de haber reconstruido el cadáver de su esposo divino, le devolvió a la vida por medio de su poderosa magia, y fue fecundada "milagrosamente" dando a luz a Horus.

A menudo están asociados con los otros remedios; eran conjuros que un dios había pronunciado en condiciones análogas, y se recitaban para asegurar la eficacia del remedio. A cada enfermedad le correspondía una fórmula precisa para decir.

Tenían distintos métodos para evitar la enfermedad:

Muchos pacientes visitaban los santuarios de los dioses sanadores, como Imhotep y Amenhotep, ambos divinizados, con la esperanza de obtener curación. Otros procuraban obtenerla en el sanatorio, del templo de Hathor en Dendera y en el templo de Hatshepsut.

Hombres divinizados:

Min es el dios de la fecundidad, y la diosa Tueris quien protege la madre y al niño en el momento del parto asustando a los espíritus malignos que pudieran dañar al niño. A menudo es acompañada del dios Bes.

Se utilizaba a la diosa Hathor, diosa de la maternidad y la fecundidad, para acudir en ayuda del niño y la madre, por medio de conjuros: “Coloca cebada y trigo en dos bolsas de lona con la arena y fechas; orina sobre ellas cada día; si cebada y trigo germinan, dará a luz; si la cebada germina primero, será un varón; si el trigo, será una mujer; sí no germinan, no dará a luz.

Pero los médicos contrarrestaban la idea de que el embarazo es debido a la intervención de poderes sobrenaturales, dioses o demonios. En papiros egipcios se encuentra, entre conjuros, concepciones míticas y supersticiones, una tentativa de racionalización.

Entre los métodos para diagnosticar el embarazo, estaba el contar la cantidad de veces que una mujer vomitaba cuando se la colocaba sobre una mezcla de cerveza y dátiles (Este rechazo a los olores fuertes está estudiado hoy día como evidencia de embarazo).

Durante el parto, que se efectuaba en el domicilio, las mujeres se agachaban en cuatro ladrillos rituales, que representaban a Mesjenet mientras las comadronas ayudaban. La placenta se conservaba para hacer remedios médicos. Después, las mujeres se apartaban durante catorce días para purificarse, ya que tras el parto se consideraban impuras.

Hay algunas sugerencias en ciertos escritos de que los desgarramientos perineales se suturaban después del parto, como un papiro que se refería a "volver a unir la vagina".

Tenían para ella remedios fabricados con algarrobo, pino o sandía. Estudios actuales indican que el algarrobo tiene alto contenido de histidina, un componente principal de la histamina: se ha demostrado en estudios de laboratorio que los ratones con deficiencia de histamina tienen una baja tasa de reproducción debido a una disminución de la libido del macho.

El papiro Brugsh es el documento más antiguo que conocemos sobre pediatría. Esta especialidad se limitaba a los lactantes, el resto de los niños era tratado por los médicos de adultos.

El llanto y el tono muscular del recién nacido se usaban como indicadores de salud. El papiro establece que si el neonato decía "nai" viviría, y si decía "mibi", moriría. También se creía que si el niño gemía o bajaba la cabeza, moriría. El llanto y el tono muscular son dos de los cinco parámetros utilizados en el siglo XX para determinar su estado según la prueba Apgar de los recién nacidos.

Se castigaba severamente el infanticidio. El Libro de los Muertos incluye entre sus prohibiciones el procurar el aborto. Y aunque el provocarlo era castigado jurídicamente, se justificaba en algunos casos.

En los casos de nacimiento con malformaciones físicas o con alguna enfermedad crónica no se recurría al infanticidio y los niños eran aceptados, considerando que habían sido tocados por la gracia divina y eran incluidos en la sociedad con un gran respeto.

El conocimiento de la oftalmología en el antiguo Egipto se limitó a la pupila, la esclerótica y a los aspectos externos: párpados, pestañas y cejas; los egipcios ignoraban casi toda la estructura interna del ojo. Sin embargo, la oftalmología se desarrolló, ya que las enfermedades de los ojos eran muy frecuentes, sobre todo la "Oftalmía del desierto" conocida hoy como Tracoma, todavía endémico en Egipto. Una de las defensas contra esta enfermedad fue el uso del Kohol, que actuaba en dos frentes: para reducir la luz intensa, al ser negro, y como desinfectante efectivo, al estar fabricado con sulfato de antimonio.

A pesar de la habilidad de los artesanos del Imperio Antiguo, que fabricaron réplicas perfectas de los ojos en cristal y esmalte para las estatuas, nada permite pensar que estos objetos se utilizaran como prótesis.

Desde la primera dinastía, los textos mencionan los cuidados dados a los ojos, con prácticas mezcladas con la magia: Thot, Dios de la ciencia y la medicina es el antepasado de los oftalmólogos; según la mitología habría vuelto a poner en su lugar el ojo que Horus perdió en su pelea contra Seth, y declaró "soy Thot, el médico del ojo de Horus".

Más tarde, en tiempos de Pepy I de la Dinastía VI, en una estela funeraria, se representa a un hombre, a veces sentado y otras andando, con esta inscripción dedicatoria: "Pepy Anj Iri, director de los médicos reales, médico de los ojos del palacio, custodio del orificio intestinal, el que prepara documentos, el que amaestra escorpiones".

El papiro Ebers y el de Londres contienen varios conjuros mágicos invocando a Thot, que había que repetir varias veces mientras se aplicaba el colirio: El que salvó el ojo de Horus en su pelea contra Seth, será capaz de devolver la luz a los enfermos de los ojos.

No están testificados los posibles cuidados odontológicos, el mal estado dental se conoce y se explica por la presencia de granos diminutos de arena en la harina (arena que se origina en las piedras de arenisca que se usaban para moler), responsable de un desgaste dental importante. Existe un ejemplo de prótesis dental (dos muelas unidas con un alambre de oro) que parece más un trabajo hecho para resolver un problema que un arreglo estético, pero no existen otras pruebas, como deberían haberse constatado con el estudio de las momias.

Recientemente ha habido mucha controversia sobre si los dentistas tenían una formación propia separada. Parece que había dos tipos de individuos dedicados a las artes dentarias, por un lado los que son denominados sinu (médico), y otros desprovistos de esta denominación.



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