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Merindades (comarca)



Las Merindades es una comarca burgalesa, comunidad autónoma de Castilla y León, España. Antes de la reorganización administrativa territorial de 1978, la región de Las Merindades recoge el origen del condado castellano.[1]​ Está limitada al oeste y noroeste por la comunidad autónoma de Cantabria, al noreste por la provincia de Vizcaya, al este por la provincia de Álava y al sur por las comarcas burgalesas del Ebro, La Bureba y Páramos.

La comarca está compuesta por más de 360 núcleos de población agrupados en 26 municipios. Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja es la capital de Las Merindades. La comarca tiene una superficie total de 2821 km² y a 1 de enero de 2019 (Datos del INE) contaba una población total de 21 563 habitantes, lo que hace que su densidad de población sea de 7,64 hab/km².

En 2009, la población aumentó hasta los 24 741 habitantes, suponiendo un incremento de 148 habitantes, un 0,6 %, situándose en la media nacional.

En su extensión confluyen varios elementos geográficos: la meseta castellana, el valle del Ebro y la cordillera Cantábrica, estando en esta última el punto más alto de la comarca Castro Valnera (1718 msnm) en Espinosa de los Monteros.

Esto hace que sea un espacio de transición, existiendo zonas muy diferentes en cuanto a paisaje, vegetación, economía, hábitat o arquitectura al asociarse en un mismo entorno paisajístico rasgos de la zona húmeda cantábrica y de la zona mediterránea seca; esto es lo que le hace tener un gran patrimonio natural de gran valor ecológico y biológico.

La comarca pertenece a las cuencas hidrográficas del Cantábrico y del Ebro. Los ríos más importantes de la comarca son el Cadagua, Ebro, Trueba, Nela y Jerea. La comarca también cuenta con varias lagunas y varios embalses. El Valle de Mena pertenece a la vertiente cantábrica.

El clima de la comarca es un clima de transición entre el clima mediterráneo y el clima atlántico, aunque predomina el segundo. El régimen térmico está caracterizado por sus prolongados y fríos inviernos y por sus veranos suaves. La media comarcal de precipitaciones anuales es de 1000 mm. En general el clima es más benigno que en el resto de la región, por su situación en las vertientes cantábrica y mediterránea.

Los restos más antiguos encontrados en la comarca se remontan al Paleolítico. Los romanos también dejaron huella en la comarca. En la Alta Edad Media la comarca se suma a la reconquista iniciada por Don Pelayo desde Asturias.

Antes de la romanización de la zona, diversos autores defienden teorías sobre los pueblos que se encontraban en la zona, cántabros y autrigones. Tras la caída del Imperio en el siglo V y hasta el siglo VIII, se cree que pertenecería al Ducado de Cantabria, pero tras la caída del reino visigodo se incorporaría completamente al califato. Las Guerra Civil musulmana provocaría que en las zonas del norte de Burgos se organizasen una serie de estructuras defensivas que serían el origen de las actuales Merindades.

Es en el siglo IX cuando se pronuncia por primera vez la palabra "Castilla"; haciendo referencia a un lugar enclavado al norte de la Merindad de Montija a muy pocos kilómetros de Espinosa de los Monteros. Este nombre aparece escrito en el documento fundacional del Monasterio de Taranco, enclavado en pleno Valle de Mena. Esta palabra surge para hacer referencia al conjunto de pequeños territorios situados al norte del Ebro, núcleo originario de Castilla, que se caracterizaba por los abundantes edificios defensivos.

Aunque se ha transmitido que en el siglo X, Fernán González organizó políticamente la región, creando las Merindades como entidad político-administrativa, lo cierto es que no hay entre la documentación de la época de este, ni en su posterior linaje, una sola referencia a ellas (en realidad, esta confusión se debe a publicaciones del siglo XVII de Francisco de Berganza que le nombran creador de las siete merindades originales). A principios del siglo XI se crea la primera Guardia de los entonces Condes de Castilla y posteriormente los Reyes de España, que se mantendrá hasta la actualidad, los Monteros de Espinosa, con la peculiaridad de que debían ser naturales de la villa de Espinosa de los Monteros. El siglo XI es el de mayor esplendor para el monasterio de San Salvador de Oña, al convertirse en el primer panteón real de Castilla. La leyenda dice que aquí nació en el siglo XIII la institución de los Jueces de Castilla con Nuño Rasura y Laín Calvo aunque no existen pruebas históricas que acrediten su existencia. La Baja Edad Media se caracteriza por las luchas banderizas entre familias nobles. En el siglo XVI, el Doctor Mendizábal, por orden de Felipe II, otorga a Villarcayo el título de capital de las Merindades, con el propósito de que el Condestable, reduzca su poder. Un hecho destacable en estos siglos de tránsito fue el carácter emprendedor y colonizador de muchos de sus habitantes, que se desplazaron a América –durante la conquista destacó Juan de Salazar y Espinosa, natural de Espinosa de los Monteros en busca de fortuna y a su retorno levantaron opulentas casonas como símbolo de su éxito, es decir, los indianos.

Durante la Guerra de la Independencia, se libró en tierras de Espinosa de los Monteros una importante batalla contra los franceses. El siglo XX está caracterizado por la emigración masiva hacia zonas industriales más desarrolladas y con mayores expectativas de trabajo. Casi la mitad de la población emigró hacia el Gran Bilbao en los años 50, 60 y 70.

La comarca cuenta con varios espacios naturales:

El deporte autóctono que se practica en esta región desde tiempos muy remotos son los bolos tres tablones. Ha sido el mayor divertimento en la región durante siglos y aún hoy se recuerdan muchas partidas de hace más de cincuenta años, en las que los mejores jugadores de cada pueblo competían en cuadrillas por el honor de los suyos. Debido al éxodo de la gente de los pueblos a las grandes ciudades, actualmente este deporte se ha extendido a Burgos, Miranda de Ebro, Álava, Vizcaya, Madrid, Alicante e incluso América.

La bolera se divide en tres partes: zona de tiro, zona de tablones o cureñas y zona de birle. Se emplean tres tablones, se plantan tres bolos en cada uno y posteriormente se planta el mico, que se sitúa en prolongación de los bolos centrales a un lado u otro. Consiste en lanzar la bola desde el cas en trayectoria aérea intentando derribar el mayor número de bolos posibles y el mico inclusive. El primer bote de la bola debe ser en la cureña; de no ser así se producirá una morra y se anulará la tirada. La forma de puntuar es la siguiente: cada bolo derribado vale un punto, el derribo exclusivo del bolo del medio vale dos puntos y el derribo del mico vale cuatro puntos, solo si es acompañado del derribo de alguno de los bolos.

En la actualidad se celebran torneos veraniegos en la mayoría de los pueblos de la región, principalmente en las fiestas; a pesar de la pérdida de afición de las últimas décadas, actualmente está resurgiendo con fuerza en muchas merindades.

También se practica en Las Merindades el juego de La Tuta, aunque en la zona se conoce como Pido.


La apuesta por el turismo de interior supuso la apertura de un buen número de casas rurales y algunas posadas de calidad, inicio de una importante industria de ocio.[2]

La comarca cuenta con varios senderos que la atraviesan:



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