Inflación objetivo (en inglés Inflation Targeting) se refiere a una estrategia de política monetaria para controlar la inflación en donde el Banco central proyecta y publica una tasa de inflación proyectada o "target", y luego intenta dirigir la inflación real hacia la meta propuesta mediante el uso de variaciones del tipo de interés y otros instrumentos monetarios.
En general, contiene cinco elementos principales:
Esta estrategia ha sido utilizada con éxito en muchos países desarrollados y en un número creciente de países menos desarrollados, incluyendo Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Polonia, República Checa, Sudáfrica, Corea del Sur y Tailandia.
De acuerdo con un estudio del National Bureau of Economic Research por Fraga, Goldfajn y Minella, el promedio de la inflación correspondiente a ambos grupos de países ha bajado significativamente tras su adopción. En los países desarrollados, la inflación anual promedio se redujo de 3,72%, en la víspera de la entrada en vigencia de la nueva política, a 2,71%, pasados doce meses desde su puesta en marcha. En los países menos desarrollados, la inflación anual promedio bajó de 13,11%, en la víspera de la adopción de la nueva política, a 8,31%, transcurridos doce meses desde su implementación.
Tres ventajas significativas de la Inflación objetivo son:
Tres importantes desventajas de la Inflación objetivo, que han sido señaladas por varios críticos y que son particularmente relevantes para países menos desarrollados, son:
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