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Milicia excelsa



Milicia excelsa es el nombre taxonómico de un árbol que proporciona la valiosa madera de iroko o iroco. Es una de las maderas nobles por excelencia, muy apreciada por los profesionales, a la zaga de la teca. Se produce en cantidades limitadas. El árbol, que puede alcanzar tamaños considerables, está sobre-explotado. La mayor parte del Iroko proviene de la Milicia excelsa. Otra especiae cercana, la 'Milicia regia', también proporciona Iroko, siendo ligeramente más densa la madera. En los libros sobre maderas se denominan también Chlorophora excelsa y Chloropora regia respectivamente.

El árbol es venerado por algunas culturas aborígenes africanas y es objeto de ofrendas y protección. El pueblo yoruba cree que está habitado por espíritus. La persona que llega a ver cara a cara, al espíritu del árbol puede volverse loco y morir en breve. Según muchos yorubas quien tala uno de estos árboles acarrea la ruina sobre él mismo y sobre toda su familia. También tienen la creencia que el espíritu del Iroko sobrevive a la tala y puede oírse en las casas donde se instala esta madera. Esta ficción representa la enseñanza de lo importante que para ellos son estos árboles. Estas creencias, o similares, se extienden a otras culturas africanas y para otras especies.[3]

El iroko o iroco recibe nombres muy diversos: semli (Sierra Leona y Liberia), iroko (Costa de Marfil), odum (Ghana), rokko (Nigeria), abang (Camerún), abang y mandjii (Gabón), kambala (República del Congo), lusanda, molundu y mokongo (Zaire), Moreira (Angola), tule muzafa (Mozambique) y además en otras zonas: mvuli, mvule y kambala.

M. excelsa crece en el territorio comprendido entre el golfo de Guinea y Zaire hasta el África Oriental, siendo más escaso cuanto más hacia el este. Ocupa preferentemente los bordes de la selva espesa de alta pluviosidad. M. regia, una especie muy parecida, se reparte entre los territorios de Gambia y Ghana.

La madera de M. excelsa presenta una albura y un duramen muy bien diferenciados. La primera es de color blanco-amarillento y el duramen pardo-amarillento a pardo-rojizo. Presenta un aspecto macizo y denso. Al tacto no es tan untuosa como la teca del sudoeste asiático. Tiene una ligera contramalla que no le resta dificultades en el mecanizado, aunque sí desgasta bastante los filos. Su peso específico es 0,650. La madera madura muy bien y no presenta tendencias al alabeo o a las fendas. Se debe vigilar la sierra, tanto por su polvo como por la dificultad que puede generar su trabajo debido a la contramalla. El grano es mediano y frecuentemente grueso. Se clava bien. La cola debe ser mejor de lo habitual para evitar desencolados imprevistos. Se utiliza en toda clase de mobiliario, tanto interior como exterior. Es idónea para tarimas y parqué. Excelente en construcción naval, cubas, tonelería (aunque no muy apta para madurar vinos o licores), ebanistería. Produce unas chapas excelentes. Su durabilidad natural es muy buena. Los insectos pueden llegar a atacar la albura, por lo que en este caso conviene proteger la madera. En todo cado, no la atacan los escarabajos Lyctus. Es muy poco impregnable y su polvo puede generar alergias o problemas respiratorios.[4]​ En la actualidad se introducen listones de iroko en la 'Txalaparta', un instrumento de percusión tradicional vasco, y en los yembés.



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