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Mina Santa Bárbara



La mina de Santa Bárbara es un yacimiento minero, fuente de cinabrio y de mercurio, ubicada en el cerro Chacllatacana a 2,5 km al sur de la ciudad de Huancavelica en Perú a una altura aproximada de 3972 m s. n. m..

Se dice que los españoles comenzaron a explotar la mina de mercurio, en la zona de Huancavelica, hoy conocida como Mina Santa Bárbara en 1566, cuando, de acuerdo a la leyenda, un nativo llamado Ñahuincopa que era el curaca del pueblo mostró al español Amador Cabrera de su existencia. Es muy probable que haya sido una mina explotada y abandonada en épocas anteriores a la Colonización europea de América. Los antiguos peruanos ya utilizaban el sulfuro de mercurio, que ellos llamaban “llimpi”. Se utilizó para tratar el oro recolectado de las minas Incas y también para la realización de vistosas pinturas.

Se constituyó en una de las minas más imponentes de la época. Se sabe que a sus socavones se podía acceder montado a caballo y que en el interior existía una verdadera ciudad, con casas, calles y hasta una plaza de toros de la que no quedan vestigios, los socavones fueron llamados Chaclatacana, San Francisco y Santa Bárbara, este último tenía una longitud de 501 metros de largo.

Una carta escrita en 1764 por el fiscal de la Real Audiencia de Lima, Diego de Holgado a los reyes de España, habla de que "La mina de Huancavelica, no produce plata, ni oro; pero produce el azogue, un ingrediente tan necesario, para el beneficio de todas las minas de oro, y plata del Reino. Es la única que se trabaja en este metal, y es propia, y perteneciente a Vuestra Majestad. Provee al Perú, y ha proveído a México, a donde en muchas ocasiones se han remitido cantidades crecidas de Azogue".

En 1786 dentro de sus socavones murieron más de 200 personas, entre indios y españoles, al derrumbarse parte de la mina. Por la alta toxicidad del mercurio, la mina de Santa Bárbara tuvo uno de los índices de mortalidad más elevados de toda América.

Actualmente la mina puede ser visitada por el socavón conocido como Belén. Sin embargo, la visita puede resultar muy peligrosa para las personas que no conocen la ruta. A la mina solo se puede llegar, pero no se puede acceder al interior porque hay gases dormidos dentro de la misma y pueden causar la muerte. Por la peligrosa situación de la mina, está cerrada con una puerta y una pared del ladrillo. Desde afuera el visitante puede ver la antigua entrada a la mina con el escudo arriba. Siguiendo por el camino, uno llega al equipo de las minas más modernas y recién abandonadas. Unos metros más por el camino está el pueblo abandonado. En 2006 la diócesis y el Departamento estaban reconstruyendo la iglesia del pueblo.



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