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Miocarditis



La miocarditis es un término médico que describe la inflamación del miocardio, que es la porción muscular del corazón. Por lo general es debida a una infección viral o bacteriana, y se presenta como dolor de pecho, signos repentinos de insuficiencia cardíaca y muerte súbita.

En los casos donde, al reducirse esta inflamación se produce un endurecimiento del miocardio, similar al relacionado con una acelerada dependencia progresiva de las reservas homeostáticas, la consecuencia de este envejecimiento prematuro es un endurecimiento de los anillos fibrosos conocidos como mitral annulus, cuya conseciencia es un Prolapso mitral.

De esta forma la sangre fluye en dirección contraria hacia la aurícula izquierda, produciendo una deficiencia cardíaca irreversible.

Se ha identificado una larga lista de causas que conllevan a la miocarditis:

La incidencia exacta de la miocarditis no es del todo conocida, sin embargo en una serie de autopsias rutinarias 1–9% de todos los pacientes presentaron evidencias de inflamación al miocardio. En adultos jóvenes, menores de 40 años, hasta un 20% de los casos de muerte súbita son debido a miocarditis.[2]​La enfermedad de Chagas causada por el parásito Trypanosoma cruzi es la causa principal de miocarditis.

Se sospecha una inflamación del miocardio sobre la base de los resultados del electrocardiograma (ECG), valores elevados de la proteína C reactiva (PCR) y/o la tasa de sedimentación eritrocítica (ESR) y un aumento en IgM (serología) en contra de virus que se sepa afectan al miocardio. Otros exámenes de laboratorio pueden mostrar leucocitosis, los marcadores de daño celular del miocardio, como la troponina y la Creatina quinasa y sus isoenzimas cardíacas, están también elevadas.[2]

Los hallazgos del ECG más comunes en la miocarditis son inversiones difusas de la onda T y ocasionalmente elevaciones del segmento ST en forma de «silla de montar», esta última común en pericarditis.[3]

La predilección diagnóstica continúa siendo la biopsia del miocardio, generalmente hecho durante una angiografía. Se toman una pequeña muestra del endocardio y del miocardio, las cuales son investigadas por un patólogo bajo un microscopio y, de ser necesario, inmunoquímica con métodos especiales de tinción. Las características histológicas que con frecuencia se observan son: intersticio del miocardio con abundante edema e infiltrado inflamatorio, rico en linfocitos y macrófagos. La destrucción focal de miocitos justifica el fallo en la función cardíaca.[3]

Ha sido demostrado recientemente que la resonancia magnética (MRI) cardíaca puede ser útil en el diagnóstico de la miocarditis al visualizar marcadores de inflamación del miocardio.[4]

Las infecciones bacterianas son tratadas con antibióticos, dependiente de la naturaleza del patógeno y su sensibilidad a los antibióticos. Debido a que la mayoría de las infecciones virales no pueden ser tratadas con terapia directa, el alivio sintomático es el único remedio en esas formas de miocarditis, por ejemplo, los AINE para el componente inflamatorio y diuréticos y/o inotropos para la insuficiencia cardíaca. Los IECA tienden a aliviar en el proceso de mejora. Si la infección mejora, también lo hará el corazón y la recuperación es, en la mayoría de los casos, completa y sin secuelas.[5]



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