En literatura, la expresión francesa «mise en abyme», que traducida literalmente quiere decir «puesta en abismo», se refiere al procedimiento narrativo que consiste en imbricar dentro de una narración otra similar o de misma temática, de manera análoga a las matrioskas o muñecas rusas, una forma fractal de metaliteratura. En muchos idiomas, como el alemán, inglés e italiano, se suele utilizar directamente la locución francesa, sin traducirla. Esto también sucede en español, pero existen también otras fórmulas, entre las que destacan «puesta en abismo», «construcción en abismo», «construcción» o «estructura» abismal y «abismación». También se generalizó el uso de la expresión para referirse al empleo de estructuras análogas en campos tan diversos como el arte cinematográfico, el teatro («teatro en el teatro»), la fotografía, las artes gráficas en general y las matemáticas (la autosimilaridad y los fractales). No se debe confundir con la narración enmarcada, cuyo ejemplo más representativo es Las mil y una noches, una serie de relatos que a su vez forman parte de un relato que los contiene.
«Abîme» significa «abismo» en francés, en tanto profundidad grande, imponente y peligrosa, como la de los mares, la de un tajo o la de una sima.
La expresión fue introducida en 1893 por André Gide en su Journal (Diario, 1889-1939), pero la técnica era ya utilizada desde la antigüedad. En palabras del autor, consiste en recrear en el ámbito de los personajes el tema general de la obra, tal y como en la heráldica en un escudo se encuentra dibujado el escudo mismo.
En francés, una de las acepciones de «abyme» es el punto o una zona central de un escudo, en el cual existe una figura colocada de tal manera que los otros elementos no están en contacto con aquella, dando así la impresión de encontrarse en relieve. El elemento colocado «en abismo» se encuentra así puesto en «el fondo» (Conf. Le Trésor de la Langue Française informatisé [1]).
En español, la voz «abismo» significa asimismo, en quinta acepción, la parte o el punto central del escudo, según indica el Diccionario de la Real Academia Española.
La palabra francesa «abyme», deriva, al igual que la palabra española «abismo», del latín clásico «abyssus», que en latín medieval evolucionó a «abysmus», «abismus», hasta llegar a las formas actuales en francés y en castellano. La voz latina proviene, a su vez, del griego ἄβυσσος (ábyssos) «sin fondo», compuesta de «a» (partícula privativa) y de «byssos» («fondo del mar»).
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