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Monte Verde



Monte Verde es un yacimiento arqueológico con evidencias de asentamientos humanos del Pleistoceno tardío, ubicado en el sector de Monte Verde en la comuna de Puerto Montt (Región de Los Lagos, Chile). Consta de dos yacimientos: MV-I y MV-II; en los cuales hay restos datados en 14 500 años.[1]​ y se ha postulado que posiblemente incluso puede llegar hasta una antigüedad de 18 500 años AP,[2]​ siendo el primer sitio con datación reconocida y aceptada (para la fecha de 14 500 años) que cuestionó la teoría del poblamiento de América, que hasta ese momento fechaba la llegada del hombre al nuevo mundo hace no más de 13 000 años.[3]

Hace 14 800 años, un pequeño grupo humano, habitaba en las cercanías del río Maullín, en las inmediaciones de la actual ciudad de Puerto Montt. Sus restos arqueológicos fueron excepcionalmente bien conservados por causas naturales fortuitas que permitieron la formación del sitio.[4]​ En 1997, luego de la verificación de sus datos por un grupo de científicos, reconociéndolo como uno de los sitios más antiguos de América habitado por seres humanos que se haya podido verificar hasta el presente, el descubrimiento puso fin al consenso de Clovis que postulaba el poblamiento tardío del continente americano y dio sustento a ideas como la del Poblamiento temprano.[1][5][6]

El yacimiento cuenta con tres sitios denominados Monteverde I, Monteverde II, y Chinchihuapi.

Este yacimiento se mantiene perfectamente bien conservado, incluyendo carne y cuero de gonfoterio, cuerdas, estacas, maderas, gran cantidad de restos de alimentos y plantas y hasta las pisadas de un pie pequeño.

Esta conservación se produjo por el ascenso del nivel del agua del pequeño estero Chinchihuapi, lo que transformó el lecho del estero y el piso del sitio en el fondo de un pantano. El depósito de sedimentos pobres en oxígeno y la buena turba cubrieron el campamento de Monte Verde permitiendo que se preservara perfectamente lo que habitualmente no se conserva en un sitio arqueológico. La evolución de este pantano en presencia de una gran cantidad de hierro proveniente de los volcanes andinos, originó sobre esta turba un segundo sello formado por óxido de hierro, duro como una roca, pero más importante, impermeable al agua de las lluvias sureñas.

En el año 1973 campesinos locales, específicamente pertenecientes a la familia Barría, cambiaron a pala y picota el curso del estero Chinchihuapi para facilitar el tránsito de sus yuntas de bueyes que tiraban carretas que transportaban largos troncos. Al año siguiente, la erosión causada por la modificación del estero dejó a la vista grandes huesos de gonfoterios —parientes de los mastodontes— que los habitantes locales no supieron reconocer, pero que los Barría guardaron por curiosidad. En 1978, por azar, un estudiante de la Universidad Austral de Chile, Luis Werner, de paso por el lugar recibió los huesos de la familia Barría, y este se los entregó a los profesores Maurice van de Maele y Troncoso, quienes visitaron Monte Verde e incrementaron la colección de huesos recogiendo los que estaban a la vista en los estratos del Chinchihuapi.

Las investigaciones en el sitio Monte Verde han identificado dos componentes: Monte Verde I (MV-I)[7]​ y Monte Verde II (MV-II).[8]

Monte Verde tenía instrumentos líticos, óseos, una rica colección de madera y muchísimos restos de plantas. Entre los restos de madera había vestigios de la arquitectura más temprana descubierta en América. Las condiciones de conservación del sitio permitieron recuperar una vivienda de gran tamaño con forma de carpa o toldo. Su estructura, formada por ramas de árboles y cubierta con cueros de animales, es muy parecida a las viviendas de los posteriores grupos tehuelches de la Patagonia y semejante a las chozas de los kawésqar de los canales patagónicos.

La exploración comenzó en 1977 cuando el grupo de investigadores liderado por el arqueólogo Tom Dillehay excavó un pozo de exploración con 4 de sus alumnos del Bachillerato de la Universidad Austral de Chile. Inmediatamente, Dillehay se dio cuenta de que estaba frente a un asentamiento completamente diferente a los sitios de la cultura Clovis; este sitio representaba un lugar de campamento de recolectores y cazadores semisedentario a sedentario. Posteriormente se pudo colegir que los habitantes de Monte Verde poseían conocimientos de la estacionalidad y de las fluctuaciones ambientales y que mantenían relaciones de intercambio con otros grupos humanos de zonas lejanas.

En 1979 gran parte de la cultura Monte Verde y su historia natural ya había sido comprendida y fue presentada en el XII Congreso Nacional de Arqueología en el Campus Teja de la Universidad Austral de Chile, en la isla Teja, Valdivia.

Esta datación fue confirmada por un equipo internacional de científicos que visitó el sitio en 1997, siendo desde ese año reconocido por la mayor parte de la comunidad científica, como uno de los sitios más antiguos habitados por seres humanos en América que se haya podido verificar hasta el presente.

Posteriormente en el 2007, Monte Verde sería relacionado con un nuevo yacimiento arqueológico conocido como Pilauco bajo, postulándose que ambos sitios serían complementarios; en el que Monte Verde sería un sitio habitacional y Pilauco bajo un lugar de caza y/o carroñeo.[9]

El 9 de mayo de 2008, un equipo de Science informó que se identificaron nueve especies de algas marinas recuperadas de hogares y otras áreas en el antiguo asentamiento. Las muestras de algas fueron datadas entre hace 14 220 directamente a 13 980 años, confirmando que MV-II se ocupó más de 1000 años antes que cualquier otra forma fiable de fecha de los asentamientos humanos en el Cono Sur de América.[10][11]

El 26 de noviembre de 2013, se retomaron las excavaciones por el arqueólogo Tom Dillehay (y financiado por la National Geographic) con el objetivo de encontrar restos y comprobar definitivamente la antigüedad postulada.[12]

Herramientas de piedra, restos de fauna y áreas quemadas evidencian actividades humanas transitorias, datadas por carbono-14 y luminiscencia, entre 18.500 y 14.500 años AP. La presencia de materiales líticos y especies de plantas procedentes de otras áreas, especialmente las de playas costeras y estuarios, significa que los grupos humanos que recorrieron Monte Verde en esa época, tuvieron contacto directo o mediante redes de trueque con los lugares costeros del Pacífico y posiblemente con los pasos a través de los Andes y hasta la Estepas argentinas. El patrón de poblamiento hace 18 mil años fue probablemente el de grupos pequeños de personas adaptadas estacionalmente a climas fríos y ambientes boreales durante los meses más cálidos. Desde hace 17 mil años, cuando el ambiente cambió al de un bosque patagónico norteño ligeramente más caliente y aún más después del año 15.000 AP, cuando el estero de Chinchihuapi se formó, la gente se estableció para una estancia más larga, como es evidenciado por recursos más variados, por los tipos de artefactos y por los depósitos culturales más extensos.[2]

Los descubrimientos de Monte Verde y otros yacimientos antropológicos de América, tales como Piedra Museo (Argentina), Pedra Furada (Brasil), Topper (EE. UU.) han replanteado completamente la teoría predominante sobre el poblamiento de América, teoría del poblamiento tardío, fundada sobre la cultura Clovis, que sostiene que el hombre solo ingresó al continente americano hace aproximadamente 13 500 años, y han dado fundamento a una nueva teoría del poblamiento temprano de América, que ubica la fecha de ingreso entre 23 000 y 50 000 años adC, al mismo tiempo que modifica las teorías sobre las rutas de entrada y difusión por el continente.

En el sitio Monte Verde se recuperaron:[cita requerida]

Estos artefactos forman una colección almacenada en el Museo Histórico y Antropológico Maurice van de Maele de la Universidad Austral de Chile en la ciudad de Valdivia, Región de Los Ríos.

Un grupo de vecinos de Monte Verde informó del derrame de productos químicos en el estero Chinchihuapi, que cruza el sitio arqueológico, que advirtieron flora muerta, aguas negras y concentración de espuma blanca en las aguas del estero. El hecho habría ocurrido en junio de 2016. Posterior a esto funcionarios municipales, personal de la Fundación Monte Verde y otras autoridades visitaron el lugar.[13][14]

Meses después el alcalde de Puerto Montt presentó una demanda ante el Tribunal Ambiental de Valdivia, el 25 de mayo de 2017 se realizó una audiencia con la empresa de redes salmoneras Servinet Limitada para que reconociera el daño ambiental. La empresa acusada de ser responsable del derrame se encuentra a unos seis kilómetros aguas arriba del estero Chinchihuapi y fue formalizada por la Fiscalía de Puerto Montt en mayo de 2017 para iniciar el proceso de investigación por lo que se iniciaron peritajes con la toma de muestras en el estero por parte de la Policía de Investigaciones en julio de 2017, un año después de ocurridos los hechos. De acuerdo a la información proporcionada por la empresa las causas serían resultado de un rebalse, producto de aguas lluvias que tomaron contacto con lodos deshidratados, pero no habrían llegado hasta las aguas del estero.[13][14]

El vertimiento habría contenido altas concentraciones de cobre y zinc a las aguas del estero producto por lo cual se le habría formalizado por “de derrame de elementos perjudiciales para la salud humana y para el medioambiente”.[13]​ Uno de los aspectos que preocupa a los investigadores es la presencia de sales de cobre en el sitio arqueológico y en particular en los fósiles que aun se encuentran en el sitio y que podrían afectar este patrimonio.[14]

En julio de 2018 y tras dos años de los hechos, el Tribunal Ambiental estimó que aunque se habían registrados episodios de vertimientos irregulares de residuos en el estero Chinchihuapi, estos no generaron daño ambiental en el ecosistema, aunque algunas autoridades señalaron que las pruebas presentadas no habrían sido suficientes.[15]

De acuerdo a personal de la Fundación Monte Verde, todos los inviernos el estero Chinchihuapi erosiona parte del sitio arqueológico, por lo que parte de las excavaciones y piezas fósiles estarían en riesgo antes de ser investigados. La erosión ya ha afectado el 80% del área excavada en los últimos 40 años por lo que se planteó la necesidad de poner muros junto al estero de bajo impacto.[14]



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