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Muñeca de Kokoschka



La muñeca de Kokoschka fue una obra creada entre 1918 y 1919 por Hermine Moos a petición del pintor Oskar Kokoschka. La muñeca, representación a tamaño natural de Alma Mahler, fue destruida por el propio Kokoschka poco después de su creación.

Mahler y Kokoschka se conocieron en 1912, un año después de la muerte del esposo de ella, el compositor Gustav Mahler, iniciando al poco tiempo una tormentosa relación. Mahler, quien al mismo tiempo mantenía un idilio con el arquitecto Walter Gropius, era conocedora del carácter violento de Kokoschka, quien había llegado a ser descrito por la prensa como «la bestia más salvaje de todas».[1]​ Sumado a esto, la madre del propio Kokoschka amenazó de muerte en al menos una ocasión a Mahler, declarando que la mataría si volvía a acercarse a su hijo. Tras dar a regañadientes su autorización a Mahler para que esta abortase al bebé que ambos esperaban,[2]​ Kokoschka, profundamente afectado, optó por unirse a la caballería austriaca en 1914, descubriendo al año siguiente que Mahler se había casado con Gropius.[3]

El 18 de julio de 1918, Kokoschka se puso en contacto con la fabricante de muñecas Hermine Moos y encargó la creación de una réplica de Mahler a tamaño natural mediante una serie de cartas en las que realiza una descripción detallada de cómo debía ser la muñeca. El 20 de agosto escribió:

En el mes de diciembre, Kokoschka llegó a preguntar si la boca de la muñeca podría abrirse así como tener dientes y lengua, adquiriendo por otro lado lujosos trajes parisinos para poder vestirla.[5]​ Finalmente, las cartas de Kokoschka culminaron con este mensaje, inspirado en las obras de George Bernard Shaw:

Finalizada en la segunda mitad de febrero de 1919 y entregada a Kokoschka ese mismo mes tras haber solicitado el pintor su entrega el día 22,[7][5]​ la muñeca causó una gran decepción en el artista, patente en una carta dirigida a Moos, donde compara la apariencia exterior de la muñeca con la piel de un oso polar, describiéndola como una «alfombra de imitación peluda en lugar de la piel suave y flexible de una mujer»:

Pese a la decepción que le causó la creación de Moos, Kokoschka hizo uso de la muñeca, a quien bautizó con el nombre de «Mujer Silenciosa», y empezó a tratarla como si fuese una persona de carne y hueso: la llevaba consigo a la ópera, celebraba fiestas en su nombre, e incluso contrató a una doncella para que la vistiese y la atendiese además de contar con un carruaje y un caballo para pasear con ella, aunque es posible que todo esto (o al menos una parte) fuesen rumores creados por el propio artista.[9]​ Así mismo, Kokoschka pintó tres retratos de la muñeca: Muñeca de azul (1919), Autorretrato con muñeca (1920-1921) y Autorretrato en el caballete (1922).

La extravagante relación entre Kokoschka y su muñeca culminó durante una velada en casa del artista, quien, cansado de ella, decidió organizar una fiesta dionisiaca, encargando a la doncella vestir a la muñeca con sus mejores galas, tras lo cual la destruyó. Interrogado posteriormente por la policía acerca de la presencia de un supuesto cadáver ensangrentado en el jardín de su casa, Kokoschka declaró que se trataba de la muñeca, a la cual había decapitado para después romper una botella de vino tinto sobre su cabeza mientras estaba ebrio:

La muñeca y las pinturas que la representan despertaron un gran interés, siendo inicialmente las acciones de Kokoschka durante este periodo de su vida calificadas como «locura temporal».[10]​ En 1966, el historiador de arte Josef Paul Hodin hizo el siguiente comentario:

No obstante, según Bonnie Roos, profesora en la West Texas A&M University:



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