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Multiplicación de los panes y los peces



La multiplicación de los panes y los peces es uno de los milagros de Jesús quien, con una pequeñísima cantidad de alimento, fue capaz de dar de comer a toda una multitud.

El suceso está contado seis veces en los Evangelios: los cuatro evangelistas describen la primera, en que cinco mil hombres son saciados con cinco panes y dos peces; Mateo el Apóstol y Marcos, además relatan la segunda en que cuatro mil hombres se alimentan de siete panes y "unos pocos pescados".

Este milagro tiene fuertes signos mesiánicos, proféticos y litúrgicos; al igual que el episodio del camino hacia Emaús.

La primera multiplicación de los panes puede apreciarse en cuatro textos "paralelos", escrito por cada uno de los cuatro evangelistas. En el Evangelio de Mateo está en el capítulo 14, versículos 13 a 21. En Marcos: capítulo 6.30-44. En Lucas: capítulo 9, vers. 10-17. En Juan: 6.1-15.

Los tres Evangelios Sinópticos explican -y Juan deja entrever[1]​- que este episodio sucedió justo después de la muerte de Juan el Bautista. Su ejecución fue ordenada por el tetrarca Herodes Antipas para cumplir una promesa hecha a su hijastra Salomé. La decapitación y posteriormente la llegada de la cabeza del profeta en una bandeja de plata sucedieron durante un suntuoso banquete por el cumpleaños del gobernante.[2]​ Opuesta a la opulencia de Herodes está el banquete que celebra Cristo: es el signo del Banquete Celestial (Lc 14.15 y siguientes).

Jesús recibió la noticia del asesinato de Juan el Bautista.[3]​ Apenado, cruzó en una barca el mar de Tiberíades,[3]​ hacia un monte desértico cerca de la ciudad de Betsaida para estar a solas.[4]​ Al enterarse de su partida, mucha gente lo siguió a pie, de forma tal que Jesús se encontró con que había un gran multitud. Compadeciéndose de ellos, Jesús curó a los enfermos y predicó su mensaje a toda la gente. Cuando ya se hacía tarde se le acercaron los discípulos y le dijeron que despidiera a la gente para que fuese a las ciudades vecinas a comprar comida, pero Él respondió: "Denles de comer ustedes mismos" (Lc 9.13). Ante la aparente imposibilidad de hacerlo, los apóstoles reflexionaron sobre la situación. Felipe estimó que doscientos denarios no eran suficientes para comprar comida para todos (Un denario podía bien conformar el jornal de un trabajador), mientras que Andrés el Apóstol encontró a un niño que tenía cinco panes de cebada y dos pescados. Sin preocuparse, Jesús ordenó que todos se sentaran en grupos de cien y de cincuenta.[5]​ Luego Tomó los cinco panes y los dos peces, pronunció la bendición, y se los dio a sus discípulos para que los distribuyeran entre las personas. Los que comieron fueron cinco mil hombres, pero sin contar a las mujeres ni a los niños. Cuando todos quedaron saciados, el Cristo ordenó: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada" (Jn 6.12); y se juntaron doce canastas de sobras.

Como el primero, el segundo milagro también tiene lugar en una montaña a orillas del mar de Galilea (lago Tiberíades).[6]​ Una multitud estuvo durante tres días siguiendo al Maestro, quien curó a "paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos".[7]​ Otra vez, Jesús tuvo compasión de la gente que le había sido tan fiel, y quería darles de comer ya que muchos habían venido de lejos y podían desfallecer en el camino. Tomando siete panes, dio las gracias, los partió, y los dio a sus discípulos para que a su vez los repartieran a la gente, que eran unos cuatro mil hombres, otra vez sin contar mujeres y niños. Luego Jesús se subió a una barca y se trasladó a la región de Magadán (Dalmantua).

Jesús sana a muchos. Mateo 15:29-39 (Reina-Valera 1960)

La primera multiplicación de los panes abre el capítulo 6 del evangelio de Juan. Más adelante Jesús se encuentra con las mismas personas en la ciudad de Cafarnaún, que habían ido a buscarlo.[9]​ Jesús les dijo que no fueron a buscarlo por haber visto signos [milagros], sino porque habían comido hasta saciarse, y que tiene que trabajar por el alimento imperecedero "que permanece hasta la Vida eterna"[10]​ (ver Profecía de Amós 8.11). Ellos contestaron que sus antepasados habían comido del pan de Dios, el maná del desierto, pero el nazareno les contestó que ese pan no era de Moisés -como ellos creían- sino que el verdadero pan descendía del cielo y venía de Dios. Entonces dijo:

Las Iglesias de tradición apostólica -Católica, Ortodoxa, Copta, Anglicana- asocian a este texto con la Eucaristía:

Se ha planteado, además, un paralelismo entre la multiplicación de los panes y la Última Cena. Esta idea se refuerza porque se utilizan los mismos verbos en ambos pasajes, que se puede notar aún sin saber griego viendo el texto resaltado:

Marcos 6.41: ΚΑΙ ΛΑΒΩΝ ΤΟΥΣ ΠΕΝΤΕ ΑΡΤΟΥΣ ΚΑΙ ΤΟΥΣ ΔΥΟ ΙΧΘΥΑΣ ΑΝΑΒΛΕΨΑΣ ΕΙΣ ΤΟΝ ΟΥΡΑΝΟΝ ΕΥΛΟΓΗΣΕΝ ΚΑΙ ΚΑΤΕΚΛΑΣΕΝ ΤΟΥΣ ΑΡΤΟΥΣ

Marcos 14.22: ΚΑΙ ΕΣΘΙΟΝΤΩΝ ΑΥΤΩΝ ΛΑΒΩΝ ΑΡΤΟΝ ΕΥΛΟΓΗΣΑΣ ΕΚΛΑΣΕΝ ΚΑΙ ΕΔΩΚΕΝ ΑΥΤΟΙΣ ΚΑΙ ΕΙΠΕΝ ΛΑΒΕΤΕ ΤΟΥΤΟ ΕΣΤΙΝ ΤΟ ΣΩΜΑ ΜΟΥ

El episodio en la vida de Jesús inmediatamente posterior al relatado es cuando camina sobre las aguas.



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