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Munilla de Hoz de Arreba



Munilla de Hoz de Arreba es una localidad de España que forma parte del municipio de Valle de Valdebezana, en la comarca administrativa de Las Merindades, provincia de Burgos, Castilla y León.

Munilla de Hoz de Arreba es una localidad de España que forma parte del municipio de Valle de Valdebezana, en la comarca administrativa de Las Merindades, provincia de Burgos, Castilla y León.

Munilla de Hoz de Arreba es una localidad de España que forma parte del municipio de Valle de Valdebezana, en la comarca administrativa de Las Merindades, provincia de Burgos, Castilla y León.

El nombre Munilla podría tratarse de un antropónimo con el significado de "heredad de Muño o Munio", o un orónimo de raíz eusquérica -muno colina, cerro- referido al pequeño promontorio en cuya base se asienta el pueblo.[1]​ Precisamente en este cerro está situado el cementerio, y en su cima se encuentran lo que pudieran ser unas tumbas rupestres antropomórfas.[2]

El nombre Munilla podría tratarse de un antropónimo con el significado de "heredad de Muño o Munio", o un orónimo de raíz eusquérica -muno colina, cerro- referido al pequeño promontorio en cuya base se asienta el pueblo.[1]​ Precisamente en este cerro está situado el cementerio, y en su cima se encuentran lo que pudieran ser unas tumbas rupestres antropomórfas.[2]

El nombre Munilla podría tratarse de un antropónimo con el significado de "heredad de Muño o Munio", o un orónimo de raíz eusquérica -muno colina, cerro- referido al pequeño promontorio en cuya base se asienta el pueblo.[1]​ Precisamente en este cerro está situado el cementerio, y en su cima se encuentran lo que pudieran ser unas tumbas rupestres antropomórfas.[2]

Para una mayor precisión vaya la siguiente cita textual:

Para una mayor precisión vaya la siguiente cita textual:

Para una mayor precisión vaya la siguiente cita textual:

En efecto, el radical MUN- parece directamente relacionado con el vocablo euskérico muno, muño 'colina', presente en apellidos y topónimos como Munabe, Munagaray, Munoa, Muñagorri, Muñazabal, Mañoa, Iramuno, Unamuno (85), así como en el topónimo Muñeca(s), si hacemos caso a Menéndez Pidal (86).

En efecto, el radical MUN- parece directamente relacionado con el vocablo euskérico muno, muño 'colina', presente en apellidos y topónimos como Munabe, Munagaray, Munoa, Muñagorri, Muñazabal, Mañoa, Iramuno, Unamuno (85), así como en el topónimo Muñeca(s), si hacemos caso a Menéndez Pidal (86).

En efecto, el radical MUN- parece directamente relacionado con el vocablo euskérico muno, muño 'colina', presente en apellidos y topónimos como Munabe, Munagaray, Munoa, Muñagorri, Muñazabal, Mañoa, Iramuno, Unamuno (85), así como en el topónimo Muñeca(s), si hacemos caso a Menéndez Pidal (86).

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En tierras de Villarcayo existe el topónimo Moneo. originado sobre la misma base euskérica MUN-, como parecen demostrarlo las formas documentales (89).

En tierras de Villarcayo existe el topónimo Moneo. originado sobre la misma base euskérica MUN-, como parecen demostrarlo las formas documentales (89).

En tierras de Villarcayo existe el topónimo Moneo. originado sobre la misma base euskérica MUN-, como parecen demostrarlo las formas documentales (89).

Hay otro Munilla en La Rioja.

Hay otro Munilla en La Rioja.

Hay otro Munilla en La Rioja.

Se encuentra en una hondonada, rodeado de una estructura caliza que se eleva aproximadamente 300 metros por encima del pueblo. Al este destaca una pequeña alineación rocosa llamada Sierra de Munilla.[4]​ Como altura máxima el pico Valdericanes (1.076m).[5]​ Otros picos próximos son el Cielma (1.194 m), el Marul (1.135 m) y La Serna (995 m).

Se encuentra en una hondonada, rodeado de una estructura caliza que se eleva aproximadamente 300 metros por encima del pueblo. Al este destaca una pequeña alineación rocosa llamada Sierra de Munilla.[4]​ Como altura máxima el pico Valdericanes (1.076m).[5]​ Otros picos próximos son el Cielma (1.194 m), el Marul (1.135 m) y La Serna (995 m).

Se encuentra en una hondonada, rodeado de una estructura caliza que se eleva aproximadamente 300 metros por encima del pueblo. Al este destaca una pequeña alineación rocosa llamada Sierra de Munilla.[4]​ Como altura máxima el pico Valdericanes (1.076m).[5]​ Otros picos próximos son el Cielma (1.194 m), el Marul (1.135 m) y La Serna (995 m).

El terreno es muy quebrado, y predomina el matorral en la parte alta y las manchas de roble, encina y haya en la baja. Cercano al pueblo discurre el arroyo de La Pisa, afluente del río Trifón (tributario a su vez del Ebro).[6]

El terreno es muy quebrado, y predomina el matorral en la parte alta y las manchas de roble, encina y haya en la baja. Cercano al pueblo discurre el arroyo de La Pisa, afluente del río Trifón (tributario a su vez del Ebro).[6]

El terreno es muy quebrado, y predomina el matorral en la parte alta y las manchas de roble, encina y haya en la baja. Cercano al pueblo discurre el arroyo de La Pisa, afluente del río Trifón (tributario a su vez del Ebro).[6]

Limita al

Limita al

Limita al

La primera noticia de Munilla es del siglo XIV, y se encuentra en el Becerro de las Behetrías, donde se la llama Momiella de Riba, como lugar de María de Velasco,[7]​ señora que tenía otras muchas propiedades en la Merindad de Castilla la Vieja, y en donde se señala que hubo un monasterio del que nada se sabe.[8]

La primera noticia de Munilla es del siglo XIV, y se encuentra en el Becerro de las Behetrías, donde se la llama Momiella de Riba, como lugar de María de Velasco,[7]​ señora que tenía otras muchas propiedades en la Merindad de Castilla la Vieja, y en donde se señala que hubo un monasterio del que nada se sabe.[8]

La primera noticia de Munilla es del siglo XIV, y se encuentra en el Becerro de las Behetrías, donde se la llama Momiella de Riba, como lugar de María de Velasco,[7]​ señora que tenía otras muchas propiedades en la Merindad de Castilla la Vieja, y en donde se señala que hubo un monasterio del que nada se sabe.[8]

En el siglo XVIII estaba bajo la jurisdicción del Marqués de Cilleruelo.[9]

En el siglo XVIII estaba bajo la jurisdicción del Marqués de Cilleruelo.[9]

En el siglo XVIII estaba bajo la jurisdicción del Marqués de Cilleruelo.[9]

Así describe Sebastián de Miñano en 1826 este pueblo:

Así describe Sebastián de Miñano en 1826 este pueblo:

Así describe Sebastián de Miñano en 1826 este pueblo:

Y así el navarro Pascual Madoz a mediados del siglo XIX:

Y así el navarro Pascual Madoz a mediados del siglo XIX:

Y así el navarro Pascual Madoz a mediados del siglo XIX:

Según el diccionario de Madoz, a mediados del siglo XIX Munilla tenía una población de 79 personas, lo que da una idea de la magnitud del declive poblacional comparado con la actual.[12]

Según el diccionario de Madoz, a mediados del siglo XIX Munilla tenía una población de 79 personas, lo que da una idea de la magnitud del declive poblacional comparado con la actual.[12]

Según el diccionario de Madoz, a mediados del siglo XIX Munilla tenía una población de 79 personas, lo que da una idea de la magnitud del declive poblacional comparado con la actual.[12]

Geográficamente y hasta el siglo XIX estaba incluido en la provincia de Santander, y pertenecía a la diócesis de Santander.[13]

Geográficamente y hasta el siglo XIX estaba incluido en la provincia de Santander, y pertenecía a la diócesis de Santander.[13]

Geográficamente y hasta el siglo XIX estaba incluido en la provincia de Santander, y pertenecía a la diócesis de Santander.[13]

La población según el catastro de 2013 es de 3 habitantes, lo que sitúa a este lugar en el borde del completo despoblado, a pesar de las casas que son ocupadas temporalmente en la época estival y de vacaciones.

La población según el catastro de 2013 es de 3 habitantes, lo que sitúa a este lugar en el borde del completo despoblado, a pesar de las casas que son ocupadas temporalmente en la época estival y de vacaciones.

La población según el catastro de 2013 es de 3 habitantes, lo que sitúa a este lugar en el borde del completo despoblado, a pesar de las casas que son ocupadas temporalmente en la época estival y de vacaciones.

Se accede al pueblo desde la carretera N-623 en el puerto de Carrales y desde la N-232 desde Soncillo por la carretera que parte desde Torres de Abajo que termina en la localidad.

Se accede al pueblo desde la carretera N-623 en el puerto de Carrales y desde la N-232 desde Soncillo por la carretera que parte desde Torres de Abajo que termina en la localidad.

Se accede al pueblo desde la carretera N-623 en el puerto de Carrales y desde la N-232 desde Soncillo por la carretera que parte desde Torres de Abajo que termina en la localidad.

Entre esta y Hoz de Arreba hay una senda de 4 km, que atraviesa el desfiladero de Las Palancas y que forma parte del GR 85, vía de 165 km que recorre la comarca de las Merindades.

Entre esta y Hoz de Arreba hay una senda de 4 km, que atraviesa el desfiladero de Las Palancas y que forma parte del GR 85, vía de 165 km que recorre la comarca de las Merindades.

Entre esta y Hoz de Arreba hay una senda de 4 km, que atraviesa el desfiladero de Las Palancas y que forma parte del GR 85, vía de 165 km que recorre la comarca de las Merindades.

Al estar rodeado por montañas, los habitantes de este pueblo estaban muy familiarizados con las rocas, de ahí que un trabajo muy especializado desde la Edad Media en este pueblo y el contorno haya sido el de canteros. Se encargaban de extraer piedra para luego labrarla conforme a sus necesidades para construir casas y cualquier otro tipo de edificios o construcciones que fuera menester como corrales para el ganado, chabolas para protegerse en el monte, construir paredones para hacer caminos transitables u otro tipo de necesidades.

Al estar rodeado por montañas, los habitantes de este pueblo estaban muy familiarizados con las rocas, de ahí que un trabajo muy especializado desde la Edad Media en este pueblo y el contorno haya sido el de canteros. Se encargaban de extraer piedra para luego labrarla conforme a sus necesidades para construir casas y cualquier otro tipo de edificios o construcciones que fuera menester como corrales para el ganado, chabolas para protegerse en el monte, construir paredones para hacer caminos transitables u otro tipo de necesidades.

Al estar rodeado por montañas, los habitantes de este pueblo estaban muy familiarizados con las rocas, de ahí que un trabajo muy especializado desde la Edad Media en este pueblo y el contorno haya sido el de canteros. Se encargaban de extraer piedra para luego labrarla conforme a sus necesidades para construir casas y cualquier otro tipo de edificios o construcciones que fuera menester como corrales para el ganado, chabolas para protegerse en el monte, construir paredones para hacer caminos transitables u otro tipo de necesidades.

Producto de la persistencia y continuidad de tal oficio fue la generación de una jerga propia de canteros exclusiva de los que vivían de este oficio en Munilla y comarcas vecinas como Valle Zamanzas. Entre las múltiples palabras que utilizaban algunas son del euskera como ureta (agua), uretiona (fuente), chacurra (perro), chiqui (poco), bai (sí) por ejemplo; todas ellas dichas por Jesús Fernández Martínez, natural de Munilla, desbastador y ensamblador de sillares, oficio que aprendió de su padre y éste de su padre.[14]

Producto de la persistencia y continuidad de tal oficio fue la generación de una jerga propia de canteros exclusiva de los que vivían de este oficio en Munilla y comarcas vecinas como Valle Zamanzas. Entre las múltiples palabras que utilizaban algunas son del euskera como ureta (agua), uretiona (fuente), chacurra (perro), chiqui (poco), bai (sí) por ejemplo; todas ellas dichas por Jesús Fernández Martínez, natural de Munilla, desbastador y ensamblador de sillares, oficio que aprendió de su padre y éste de su padre.[14]

Producto de la persistencia y continuidad de tal oficio fue la generación de una jerga propia de canteros exclusiva de los que vivían de este oficio en Munilla y comarcas vecinas como Valle Zamanzas. Entre las múltiples palabras que utilizaban algunas son del euskera como ureta (agua), uretiona (fuente), chacurra (perro), chiqui (poco), bai (sí) por ejemplo; todas ellas dichas por Jesús Fernández Martínez, natural de Munilla, desbastador y ensamblador de sillares, oficio que aprendió de su padre y éste de su padre.[14]

Las casas del pueblo corresponden a la factura típica de las viviendas de esta comarca, con fachadas de mampostería, sillarejo y balconadas de madera.

Las casas del pueblo corresponden a la factura típica de las viviendas de esta comarca, con fachadas de mampostería, sillarejo y balconadas de madera.

Las casas del pueblo corresponden a la factura típica de las viviendas de esta comarca, con fachadas de mampostería, sillarejo y balconadas de madera.

Destaca entre el caserío la iglesia de San Miguel Arcángel, de una sola nave con tres tramos y de la que sobresalen a norte y sur dos capillas. Por el oeste está rematada con una torre de campanario rectangular, y por el este con un ábside semiesférico. La construcción original correspondía al estilo románico, que fue transformándose con el tiempo. Los muros son de sillarejo, destacando los canecillos labrados con motivos antropomórficos y animales, y la ventana norte con columnillas. En el interior se aprecian los restos de pinturas de estilo gótico.[8]

Destaca entre el caserío la iglesia de San Miguel Arcángel, de una sola nave con tres tramos y de la que sobresalen a norte y sur dos capillas. Por el oeste está rematada con una torre de campanario rectangular, y por el este con un ábside semiesférico. La construcción original correspondía al estilo románico, que fue transformándose con el tiempo. Los muros son de sillarejo, destacando los canecillos labrados con motivos antropomórficos y animales, y la ventana norte con columnillas. En el interior se aprecian los restos de pinturas de estilo gótico.[8]

Destaca entre el caserío la iglesia de San Miguel Arcángel, de una sola nave con tres tramos y de la que sobresalen a norte y sur dos capillas. Por el oeste está rematada con una torre de campanario rectangular, y por el este con un ábside semiesférico. La construcción original correspondía al estilo románico, que fue transformándose con el tiempo. Los muros son de sillarejo, destacando los canecillos labrados con motivos antropomórficos y animales, y la ventana norte con columnillas. En el interior se aprecian los restos de pinturas de estilo gótico.[8]

Próximo a Munilla está un pueblo denominado Perros. Tal pueblo quedó deshabitado cuando desapareció definitivamente el modo de producción que lo originó en la Alta Edad Media. Perdió sus últimos habitantes en 1967 coincidiendo con el éxodo rural a las grandes urbes, en este caso al País Vasco. Desde entonces las casas se abandonaron y en la actualidad no queda ninguna en pie; sólo las paredes y las calles convertidas en caminos.

Próximo a Munilla está un pueblo denominado Perros. Tal pueblo quedó deshabitado cuando desapareció definitivamente el modo de producción que lo originó en la Alta Edad Media. Perdió sus últimos habitantes en 1967 coincidiendo con el éxodo rural a las grandes urbes, en este caso al País Vasco. Desde entonces las casas se abandonaron y en la actualidad no queda ninguna en pie; sólo las paredes y las calles convertidas en caminos.

Próximo a Munilla está un pueblo denominado Perros. Tal pueblo quedó deshabitado cuando desapareció definitivamente el modo de producción que lo originó en la Alta Edad Media. Perdió sus últimos habitantes en 1967 coincidiendo con el éxodo rural a las grandes urbes, en este caso al País Vasco. Desde entonces las casas se abandonaron y en la actualidad no queda ninguna en pie; sólo las paredes y las calles convertidas en caminos.



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