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Museo de la Pesca



El Museo de la Pesca, situado en el mismo puerto pesquero de Palamós, muestra la relación básica entre el ser humano y el mar. Lo hace de una forma abierta, participativa e interpretativa, de modo que los visitantes se sientan cómplices de una historia que gira alrededor del pescado y de la pesca, y salgan del museo con una mirada nueva de esta actividad económica.

El Museo de la Pesca quiere ser un lugar de diálogo entre la gente de mar y el resto de la sociedad; quiere rescatar una tradición milenaria entre las comunidades y el mar y pretende descubrir un mundo apasionante y frágil, de un patrimonio natural, social y cultural procedente de la pesca y sus protagonistas más directos, con la voluntad inequívoca de tomar posición ante el futuro del sector y de los recursos marinos.

Este objetivo se lleva a cabo por medio de una serie de equipamientos situados en el puerto de Palamós, que ofrecen servicios, acciones y actividades en el ámbito de la conservación, el estudio, la difusión y la valoración del patrimonio ligado al pescado, a la pesca y a los pescadores del litoral de la Costa Brava: la exposición permanente, Documare (Centro de Documentación de la Pesca y el Mar), la Cátedra de Estudios Marítimos, las Barcas del Pescado, y el Espacio del Pescado como aula gastronómica y de descubrimiento de las especies y de la cocina tradicional.[1]

El museo se organiza en una serie de ámbitos:

El Mediterráneo es un mar pequeño pero con una gran diversidad de ecosistemas, hábitats y especies. En la zona occidental conviven más de quinientas especies diferentes, aunque menos de un centenar tienen valor comercial. De hecho, el sector pesquero catalán se fundamenta principalmente en una veintena de especies. La pesca catalana es una actividad diaria que utiliza métodos de pesca diversos, adaptados a las diferentes características de cada especie.[2]

La costa y el fondo del mar condicionan la vida marina y la localización de los caladores, los lugares de pesca. Algunos están a nivel del agua y otros a mucha profundidad.

Las playas y los puertos siempre han sido espacios centrales para el trabajo de los pescadores y han servido para protegerse de los temporales. Hoy en día en los puertos se descargan las capturas, se comercializan y se distribuyen, tanto en mercados locales como en destinos internacionales.[3]

El pescador es el protagonista principal de la vida pesquera, pero no es el único actor. A su lado se han ido desarrollando una serie de procesos complementarios y auxiliares: maestros de azuela y calafates, veleros, mecánicos, boteros, cordeleros, remendadoras, vendedores de pescado, trabajadores de las salinas...

Ser pescador exige poseer habilidades, conocimientos, memoria, sabiduría, valentía y espíritu de supervivencia. Su relación secular con el mar ha construido una cultura y una manera de ser propias, identificada en el léxico, las creencias, las celebraciones festivas o la gastronomía, entre otras manifestaciones.[4]

En Cataluña se utilizan diferentes sistemas de pesca adaptados a cada especie y a su hábitat, sea desde tierra o a mucha profundidad. Cada sistema incluye una técnica y unos instrumentos específicos. Las tripulaciones de las embarcaciones también varían, y están formadas por entre uno y veinte hombres, cada uno con su función. En la Costa Brava destacan el arrastre, el rodeo y la pesca artesanal. A lo largo del siglo XX el cambio tecnológico ha sido muy importante, dado que la pesca a vela y casi instintiva se ha transformado en una pesca tecnológicamente muy sofisticada.[5]

Si queremos seguir pescando y que el oficio de pescador sea una profesión cualificada, digna, respetada y atractiva, tiene que resultar un oficio atractivo para los jóvenes, mucho más seguro, más participativo, menos incierto y más rentable. Se debe pescar preservando la biodiversidad de los hábitats y las especies que viven ahí, y hacerlo de forma inteligente para los mercados y el consumidor. El Museo de la Pesca quiere ser un espacio de reflexión y diálogo para conseguir este objetivo, y también de aprendizaje, experimentación y formación de sus visitantes. Solo si se da a conocer en toda su extensión el mundo de la pesca y el pescado se podrá ayudar a sostener el oficio de los pescadores y de su cultura en el futuro.[6]



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