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Nacionalismo económico



El nacionalismo económico es un término usado para describir las políticas económicas guiadas por la idea de proteger el consumo interno, el trabajo y la formación de capital en el interior de una economía o mercado nacional en pos de la eliminación de la dependencia, aunque esto requiera la imposición de restricciones a los movimientos del trabajo, bienes o capital, como los aranceles.

Se opone a la globalización en muchos puntos, o al menos en los relativos a los beneficios del libre comercio sin restricciones. El nacionalismo económico suele incluir doctrinas como el proteccionismo y la sustitución de importaciones. Y debido a la gran injerencia del Estado es centralista por naturaleza.

Patriotismo económico es el comportamiento coordinado de consumidores y compañías, tanto privadas como públicas, promovido conscientemente, en el sentido de favorecer los bienes y servicios producidos en su país. Puede practicarse tanto a través de estimulación de la demanda (pidiendo a los consumidores que compren esos bienes y servicios en vez de los del extranjero) o a través de la protección de suministros, la protección del mercado interior frente a la competición extranjera con aranceles o cuotas (proteccionismo). Una forma reciente de patriotismo económico es el proteccionismo financiero: la hostilidad contra las adquisiciones de grupos extranjeros de compañías consideradas estratégicas (sector estratégico) para la economía del país.[1]

Los objetivos del nacionalismo económico son:

La preferencia del consumidor por productos locales da a los productores locales más poder de mercado y les permite elevar los precios obteniendo mayores beneficios o manteniendo costes de producción más elevados, mayores salarios o procedimientos obsoletos o no competitivos con el exterior. Los consumidores que favorecen productos locales pueden verse explotados por una política de maximización de beneficios de los productores locales.

Ejemplos de nacionalismo o patriotismo económico pueden ser la Escuela americana de Henry Clay, el uso del MITI por Japón para «elegir ganadores y perdedores», la imposición de Malasia de control de disposición de capitales durante la crisis asiática de 1997, el cambio controlado del yuan en China, la política de Argentina sobre aranceles y devaluación de la moneda en la Crisis económica Argentina del 2001, y el uso de aranceles por los Estados Unidos para proteger la producción interior de acero.

Estos ejemplos se hicieron más visibles desde 2005 y 2006 con la intervención de varios gobiernos para prevenir la adquisición de empresas nacionales por empresas extranjeras:

Para el nacionalismo económico manifestado bajo el fascismo en sus distintas formas, véase Baker, David, The political economy of fascism: Myth or reality, or myth and reality?, en New Political Economy, Volume 11, Issue 2, junio de 2006, pgs 227 - 250



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