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Neumonía atípica



La neumonía atípica o neumonía errante se refiere a la neumonía que no es causada por las bacterias y otros patógenos tradicionales. [1]​Actualmente el término neumonía atípica tiene mayor relación con la diferencia clínica existente en comparación con la neumonía clásica.[2]​ Las cinco bacterias que más frecuentemente causan esta patología son, en orden de mayor a menor frecuencia: Mycoplasma pneumoniae, Coxiella burnetti, Legionela pneumophila, Chlamydia pneumoniae y Chlamydia psitacci.

En 1981 el síndrome tóxico provocado en España por la ingestión de aceite de colza desnaturalizado fue diagnosticado en sus primeros momentos como un brote de neumonía atípica.[4]

La neumonía atípica es causada por microorganismos como: Legionella pneumophila, Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae y Coxiella burnetii. Aunque las neumonías atípicas comúnmente han sido asociadas en conjunto con formas de neumonías más leves, la neumonía causada por Legionella, en particular, puede ser muy grave y llevar a altas tasas de mortalidad.[5]

Recientemente el virus SARS se clasificó como neumonía atípica mientras se acometían los trabajos de aislamiento del agente patógeno.[6]

También a finales del mes de abril y principios de mayo del 2009 en México surgió un brote de una mutación de la Influenza Humana A H1N1, la cual afectó a la población y se diagnosticó que las muertes por este virus eran a causa de neumonía atípica.

A diferencia del cuadro clásico de neumonía (fiebre, tos y dolor de puntada), la forma atípica tiene además una serie de patrones sensibles, pero poco específicos:




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