La neutralidad, del latín neuter ("ni uno ni otro"), consiste en no tomar partido y renunciar a toda injerencia en un conflicto o diferencia de opiniones. Es importante no confundirla con conceptos como la objetividad y la imparcialidad.
Se considera que la neutralidad no es una virtud en sí, ya que puede provenir de la indiferencia, el miedo o la cobardía.
Por otra parte, la neutralidad puede provenir de la necesidad de autoprotección, de la idea de que el bien y el mal existen en las partes, o de la moderación para favorecer una causa que se considera más importante, entre otros. La neutralidad en el derecho internacional, es la no participación en una guerra por parte de un país. Las relaciones entre países neutrales y beligerantes están reglamentadas por diversas normas internacionales. Según estas, los estados neutrales no deben actuar a favor de ninguno de los bandos, en tanto que los beligerantes deben respetar la soberanía de los países neutrales. También puede haber países no neutrales y no beligerantes al mismo tiempo, por ser aliados de algún país beligerante, pero no intervenir militarmente en el conflicto.
Las reglas referidas a la neutralidad son complejas y suelen ser interpretadas de manera muy diferente según se trate de un estado beligerante o neutral. En principio los ciudadanos de países neutrales pueden comerciar libremente con los países beligerantes, pero si estos imponen un bloqueo, ese bloqueo debe ser respetado.
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